sábado, 29 de diciembre de 2012

Feliz 2013 sin mercachifles e impostores



 
«No existe el infinito:
el infinito es la sorpresa de los límites.
Alguien constata su impotencia
y luego la prolonga más allá de la imagen, en la idea,
y nace el infinito.
El infinito es el dolor
de la razón que asalta nuestro cuerpo.
No existe el infinito, pero sí el instante:
abierto, atemporal, intenso, dilatado, sólido;
en él un gesto se hace eterno.
Un gesto es un trayecto y una trayectoria,
un estuario, un delta de cuerpos que confluyen,
más que trayecto un punto, un estallido,
un gesto no es inicio ni término de nada,
no hay voluntad en el gesto, sino impacto;
un gesto no se hace: acontece.
Y cuando algo acontece no hay escapatoria:
toda mirada tiene lugar en el destello,
toda voz es un signo, toda palabra forma
parte del mismo texto.»
 (Chantal MAILLARD; Bruselas, Bélgica, 1951; Premio Nacional de Poesía 2004.  
“No existe el infinito...” en Matar a Platón, 2004.)
 
 

FELIZ AÑO 2013...
BRINDANDO PORQUE TRAIGA UN RECORTE RADICAL EN EL NÚMERO DE  SINVERGÜENZAS Y UN AJUSTE ESTRICTO DE LOS GASTOS DE ESTA PÉSIMA Y TRISTE REPRESENTACIÓN A LA QUE DÍA TRAS DÍA NOS SOMENTEN...
ACASO ASÍ PODAMOS RECUPERAR ESAS PALABRAS AJENAS A TODA INTENCIÓN DE INFINITO, PERO CAPACES DE SENTIRSE PARTE DE UN ÚNICO TEXTO, DE ANIMAR ACCIONES PARA UN MUNDO COMÚN.
¡¡SALUD, JUSTICIA Y LIBERTAD!!
Nacho Fernández del Castro, 28 de Diciembre de 2012

domingo, 23 de diciembre de 2012

Pensamiento del Día, 23-12-2012



«Oh,  alma mía, no aspires a la vida inmortal,
pero agota el campo de lo posible.»
 (PÍNDARO; probablemente Cinocéfalos, Beocia, Hélade, hacia el 518 a.N.E.- Argos, Argólida, 438 a.N.E.. 
III Pítica.)
Agobiadas por las letras y las amenazas de desahucio, atribuladas por el paro y la precariedad laboral, asombradas por tantas y tamañas injusticias, a las buenas gentes de este Estado (y de muchos otros ni se les pasa ya por la cabeza atisbo alguno, por mínimo que sea, de afán de inmortalidad (ni siquiera, agobiadas por el miedo instrumental, admitirían el más menguado de los deseos de notoriedad)...
Sí, ya sabemos que los castings de Gran Hermano o cualquier talent show al uso congregan mucha gente en busca de una fama más o menos fácil, pero ¿qué son dosmil, veinte mil o, incluso, doscientas mil personas sobre el total de una población precarizada?... Son, de hecho, más o menos lo mismo que en cualquier ciudad media convoca la apertura de una bolsa de trabajo para una empresa pública de limpieza urbana, por ejemplo.
Y en estos “castings laborales de la precaridad precarizada” es donde está la realidad sociológica de nuestra sociedad... Personas que amedrentadas por la amenaza visible de la exclusión social  reciben cualquier frágil aliento, por muy efímero que sea, como el azaroso premio en cualquier lotería... Y, precisamente para eso, montan las autoridades el espectáculo del curro sometido al bombo de la suerte o el paso del empleo público al ente autónomo de Loterías y Apuestas del Estado.
Evidentemente, así no hay quien aspire a la inmortalidad... Con hacer una sustitución estival para la limpieza de playas ya va uno que chuta.
Lo malo es que, perdidas en ese juego de las suertes propicias o esquivas, las buenas gentes hacen, por un lado, florecer el negocio de brujas, astrólogos, nigromantes y otros míseros mercachifles del infortunio ajeno, y se olvidan, por otro, del sabio consejo de Píndaro, desatendiendo lamentablemente la exploración concienzuda del ámbito de lo posible.
Nacho Fernández del Castro, 23 de Diciembre de 2012

sábado, 22 de diciembre de 2012

Pensamiento del Día, 22-12-2012



«Me encontraba ante un interesante dilema. Si hubiera tenido una máquina de escribir, y el carácter suficiente, habría respondido a Collier’s para contarles que estaban requiriendo los servicios de un enemigo extranjero, que no podía ir ni a Nueva Jersey, mucho menos a Inglaterra, y que el único lugar al que podía llevar mi cámara era a la Oficina de Propiedades de Enemigos Extranjeros del ayuntamiento.
No tenía máquina de escribir, pero sí una moneda de cinco centavos en el bolsillo. Decidí echarla al aire. Si salía cara, intentaría salirme con la mía y viajar a Inglaterra; si salía cruz, devolvería el cheque y le explicaría la situación a Collier’s.
Lancé la moneda y... salió cruz.
Entonces me di cuenta de que en una moneda de cinco centavos no había ningún futuro y tomé la decisión de guardar (y cobrar) el cheque y apañármelas de algún modo para llegar a Inglaterra.»

 (Endre Ernö Friedmann, conocido como Robert CAPA, de Magnum Photos; Budapest, Hungría, 
22 de octubre de 1913 -Thai Binh Vietnam, 25 de mayo de 1954. Slightly Out of Focus 
–Ligeramente desenfocado-, 1947 -2009 para la edición en castellano-.)
En estos tiempos de oprobio globalizado en los que todos somos víctimas, pero podemos ser ocasionalmente verdugos porque siempre hay gente en peor situación a nuestro lado, los dilemas morales se multiplican y florecen en cada esquina...
En cualquier caso, una cosa está clara: los verdaderos y constantes verdugos ni somos nosotros ni nuestros colegas... Ni siquiera esa casta política que llena los espacios públicos con profusión de carteles desde los que sus jetas nos exigen que, como ciudadanía ejemplar, hagamos el favor de renovarles la confianza.
Los verdaderos y constantes verdugos forman parte de ese imaginario colectivo del poder que se sitúa más allá de nuestra vista, de nuestros votos y nuestra capacidad de acción más o menos directa, en ese espacio borroso, más determinante que determinado, de la ostentosidad privada (tras los altos muros que hacen opacos sus reinos) y la discreción pública (tras el primer plano que ocupan sus testaferros)...
Y ellos son, con frecuencia, quienes nos sumerjen en esos dilemas morales, tan convenientes para sus intereses... Así que obremos con respecto a los amos del mundo y las instituciones formales a su servicio con el maravilloso cinismo de Robert Capa: no renunciemos a sus migajas y tratemos de burlar al máximo sus controles.
Nacho Fernández del Castro, 22 de Diciembre de 2012

viernes, 21 de diciembre de 2012

Pensamiento del Día, 21-12-2012


«Me di la vuelta en la cama y vi que la casera había echado tres cartas por debajo de la puerta. El único correo que había recibido en las semanas anteriores habían sido facturas de teléfono y electricidad. La misteriosa tercera carta me hizo salir de la cama.
Como era de esperar, una de las cartas era de Consoldated Edison, la compañía eléctrica. La segunda venía del Departamento de Justicia, y me informaba de que yo, Robert Capa, exciudadano húngaro y actualmente sin nacionalidad definida, pasaba a ser considerado por la presente un potencial enemigo extranjero, y como tal debía hacer entrega de mis cámaras, objetivos y armas de fuego, además de solicitar un permiso especial si quería alejarme a más de quince millas de Nueva York. La tercera carta era del redactor jefe de la revista Collier’s. Me decía que Collier’s, después de haber valorado mi portfolio fotográfico durante dos meses, había llegado a la repentina conclusión de que yo era un gran fotógrafo, que estaría encantado de encargarme un proyecto especial, que me habían reservado una plaza en un barco que salía hacia Inglaterra en cuarenta y ocho horas y que adjuntaba un cheque de 1 500 dólares como anticipo.»
 (Endre Ernö Friedmann, conocido como Robert CAPA, de Magnum Photos; Budapest, Hungría, 
22 de octubre de 1913 -Thai Binh Vietnam, 25 de mayo de 1954. Slightly Out of Focus 
–Ligeramente desenfocado-, 1947 -2009 para la edición en castellano-.)
En ocasiones la vida nos da sorpresas agradables (aunque puedan ser de acceso problemático) cuando más ahogados nos sentimos... Por ejemplo, como aquí y ahora no pasa nada y no tenemos de qué hablar, ocupamos nuestros afanes en comentar la predicción maya sobre el fin del mundo, el cambio de ciclo cósmico o lo que sea que debiera haber ocurrido hace unas horas (y hasta respetables baluartes del avance científico-tecnológico occidental, como la NASA, acaban “aclarando científicamente” la total falta de credibilidad de la profecía, teoría, agüero o lo que fuera).
¿No supone una amenaza más drástica para nuestro mundo la crisis/estafa que las prácticas fraudulentas de la nueva economía financiera globalizada, esa corrupción que tan convenientemente “engrasaba el sistema” o las desmesuras consumistas provocaron?. ¿No exige con urgencia la actual falta de horizontes de recuperación una cambio radical de ciclo en la manera de enfocar los asuntos económicos y la organización de nuestras sociedades?.
Pero los amos del cotarro siguen siendo los mismos y mantienen a sus testaferros de la casta política en sus puestos, así que prefieren que sus voceros mediáticos, aparte de extender la buena nueva neoliberal para que aceptemos como natural y necesaria la demolición de lo público, hablen de cuestiones más exóticas, nos entretengan con otras cosas.
Así, la única sorpresa agradable que cabrá esperar será la recepción individual, en medio del aluvión de facturas impagadas, de algún sustancioso cheque capaz de sacarnos momentáneamente del apuro. Porque, ante todo, hay que evitar que, en lo colectivo, nuestras sorpresas agradables vayan más allá de los beneplácitos y sonrisas cómplices porque, después de todo, ni el mundo se ha acabado ni el ciclo cósmico (sea esto lo que fuere) parece que vaya a sufrir un cambio repentino... ¡No vaya a ser que, en una de éstas, pasemos de la charla de café para arreglar ociosamente al mundo a la unión rebelde para intentar transformarlo!.
Nacho Fernández del Castro, 21 de Diciembre de 2012

jueves, 20 de diciembre de 2012

Pensamiento del Día, 20-12-2012



«Ya no tenía motivo alguno por el que levantarme cada mañana. Mi estudio estaba en el ático de un pequeño edificio de tres plantas de 9th Street; tenía un tragaluz en el techo, una cama grande en una esquina y un teléfono sobre el suelo. No había ningún otro mueble, ni siquiera un reloj. La luz me despertó. No sabía qué hora era, ni tenía especial interés en saberlo. Mi capital se reducía a una moneda de cinco centavos. No pensaba moverme hasta que sonara el teléfono y alguien me invitara a almorzar o me ofreciera un trabajo, o al menos un préstamo. El teléfono, sin embargo, se resistía, y mi estómago empezaba a protestar. Supe que cualquier intento de seguir durmiendo sería inútil.»
 (Endre Ernö Friedmann, conocido como Robert CAPA, de Magnum Photos; Budapest, Hungría, 
22 de octubre de 1913 -Thai Binh Vietnam, 25 de mayo de 1954. Slightly Out of Focus 
–Ligeramente desenfocado-, 1947 -2009 para la edición en castellano-.)
A veces la ausencia de estímulos exteriores, bajo la forma de aprecio de nuestro hacer, deriva en inmovilismo personal... Si nadie da valor alguno a lo que hacemos y decimos (y, entre otros problemas, nadie está dispuesto a pagar ningún precio por ello para permitirnos sobrevivir), ¿para qué movernos?, ¿para qué levantarnos siquiera de la cama?... Al menos el ahorro de energía vital reducirá las necesidades alimentarias.
Pero, ¿qué se le va a hacer?, por más que uno reduzca su propio gasto energético resulta imposible reducir a cero la ingesta alimentaria, así que dormir resulta difícil... A mucha gente, además, ya irreversiblemente racionalistas con vocación de universalidad, el dolor de los demás nos provoca insomnio y otros males asociados. Así que siempre es mejor enfrentarse a él desde planteamientos colectivos (por muy débiles que sean) que adoptar simples conductas de evitación, “mirando para otro lado”... Porque ya no hay “otro lado” cuando el mundo se globaliza y todos, de alguna o muchas formas, no convertimos en víctimas del oprobio. Nuestra voz y nuestras acciones acaso no coticen en el mercado global, pero unidas a otras voces y otras formas de actuar tal vez puedan ir cambiando las reglas del juego. Al menos en lo local e inmediato.
Nacho Fernández del Castro, 20 de Diciembre de 2012

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Pensamiento del Día, 19-12-2012



«Los hombres lloran porque las cosas no son lo que deberían ser.»
(Albert CAMUS;  Mondovi, Argelia, 7 de noviembre de 1913 - Villeblevin, Francia, 4 de enero de 1960. 
Calígula, Acto I - Escena XI, 1944.)
Desde la antigua Roma (y antes) los tiranos más eficientes en lo suyo (o sea, en hacer de su capricho ley e imponerla por las bravas) se dieron cuenta de que eso que llamaban pueblo (plebe, populacho, chusma, canalla o turba en su más sincero subconsciente), hábilmente manejado a través de los instrumentos de comunicación (desde los escribanos a los filósofos de cabecera) de cada época, aceptaría la naturalización de ese capricho (repetido como un mantra hasta convertirlo en sacro dogma)... Es más, las leves resistencias y disidencias que osaran enfrentarse a ese imaginario teologizado (con frecuencia el tirano se atribuía explícitamente una condición divina) apenas podrían responder con otra cosa que lágrimas de impotencia para señalar la distancia insalvable entre lo dado y lo deseable.
La verdad es que las cosas no han cambiado mucho: las urnas son el instrumento que diviniza una casta política, legitimándola formalmente para ejercer la representación sobre el terreno de los verdaderos dioses, los amos del mundo llamémoslos como queramos según nuestra versión favorita de la revelación neoliberal (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Troika, gran industria transnacional, Mercados o, en una regresión idolátrica un poco pagana, simplemente la Merkel)... El resto es lo de siempre, medios de comunicación dedicados con ahínco a extender la buena nueva del ajuste estructural inevitable (con promesas vagas de un más allá venturoso) y porras y togas para que “quienes lloran lo hagan por algo”.
El problema es que ya empieza a ser demasiada gente la que llora (lloramos)... ¿Qué pasaría si, abandonando la contrariedad casi infantil ante lo que debería ser y no es, dejáramos de llorar para ver, aclarar las ideas, y actuar?.
Nacho Fernández del Castro, 19 de Diciembre de 2012

martes, 18 de diciembre de 2012

Pensamiento del Día, 18-12-2012



«Llega siempre un tiempo en que hay que elegir entre la contemplación y la acción.»
 
 (Albert CAMUS;  Mondovi, Argelia, 7 de noviembre de 1913 - Villeblevin, Francia, 4 de enero de 1960.  
Le mythe de Sisyphe –El Mito de Sísifo-, 1942.)
Hoy, aquí y ahora, es el tiempo de pasar a la acción... No podemos seguir contemplando como el mundo se oscurece, cómo los servicios públicos se desmantelan, como los derechos se diluyen, como la vida se precariza... No podemos aceptar ya más sufrimientos presentes a cambio de vagas promesas de mañanas improbablemente venturosos.
Es hora de decir basta... Y actuar.
Es hora de demostrar que, perdido hasta el más mínimo atisbo de confianza en la casta política, la democracia debe volver al pueblo del que nunca debió salir...
Es hora de reinventar y revitalizar los procesos de participación que hagan de la política un ejercicio de participación universal permanente, más allá de cualquier ceremonia tragicómica de búsqueda en las urnas de males menores...
Es hora de develar de quién son los intereses verdaderamente representados en los actuales Parlamentos, quién manda realmente aquí y para qué.
Es hora de dar un par de pasos desde la indignación a la reacción y de ésta al compromiso con la humanidad toda...
Es hora, en suma, de volver a considerar que cualquier acción humana es, de algún modo, política y que toda acción política sólo puede tener como horizonte el del bien común... ¡Es hora!.
Nacho Fernández del Castro, 18 de Diciembre de 2012

lunes, 17 de diciembre de 2012

Pensamiento del Día, 17-12-2012



«La política y la suerte de la raza humana son formadas por hombres
 sin ideas y sin grandeza. Aquellos que tienen grandeza dentro de sí 
mismos no hacen la política.»
 (Albert CAMUS;  Mondovi, Argelia, 7 de noviembre de 1913 - Villeblevin, Francia, 4 de enero de 1960.  
Carnets, 1962.)
El tema no es precisamente nuevo... Camus, entre otras muchas voces, lo señalaba con precisión en las páginas que dan cuenta de su paso, tan breve como intenso, por este mundo: la política ha perdido totalmente cualquier relación con el noble arte de analizar, articular y administrar el bien común en medio de una canalla dedicada a vender su ejercicio teatral de representación al mejor postor (siempre el mismo, ya se le denomine club de los poderosos, poder real, amos del mundo o mercados) para salvaguardar con mejor o peor, mayor o menor disimulo los intereses del pagador y los suyos propios frente a los de esa mayoría silenciosa, un pueblo, la humanidad toda (cada vez más atónita primero, más tarde indignada y quién sabe si, por fin, rebelde)...
Por eso a nadie puede ni debe extrañar que toda persona integrada en la casta política resulte sospechosa... Al fin y al cabo, la resultante del pésimo espectáculo de su teatro de sombras es siempre la misma... Fulanito o Menganita puede ser que “no se lo lleven calentito”, pero el conjunto de la casta política “se lo lleva calentito (en blanco y en negro)” por sus servicios de salvaguarda del patrimonio de los menos a costa de la precariedad vital de los más. Así que si Fulanito o Menganita no se enteran de a qué están jugando, a qué sistema y a qué modelo de mundo sirven (como apoyo explícito o como “leve crítica interna legitimadora”), es más un problema de falta de entendederas que de inocencia, de incapacidad comprensiva que de buena voluntad honrada.
En suma, por la perversión consciente del propio concepto de representación popular o por ignorancia de la función que realmente se desempeña, no hay grandeza moral ni intelectual posibles en quien se dedica a la práctica política tal como la conocemos. Quien se lo lleva calentito y quien no se lo lleva, pero juega al triste juego de las representaciones, son igualmente miserables. 
Nacho Fernández del Castro, 17 de Diciembre de 2012

domingo, 16 de diciembre de 2012

Pensamiento del Fía, 16-12-2012



«¿Quién podría afirmar que una eternidad de dicha puede compensar un instante de dolor humano?.»

 (Albert CAMUS;  Mondovi, Argelia, 7 de noviembre de 1913 - Villeblevin, Francia, 4 de enero de 1960.  

La peste, 1947.)

Nos dicen, los nuevos dioses del mercado, sus profetas neoliberales y su curia política, que debemos hacer muchos sacrificios en el presente para alcanzar los goces del Gran Mercado en un futuro de grandes superficies y servicios on-line capaces de proporcionar, casi instantáneamente, satisfacción a todas nuestras necesidades y caprichos.
Ahora bien, supongamos (y está claro que es muchísimo suponer, teniendo en cuenta que el sistema se basa precisamente en la desigualdad en las oportunidades de acceso a los bienes y servicios como estímulo de una obsesión alienada y alienante por la búsqueda del dinero y el mantenimiento de un estado personal de insatisfacción, consumista, permanente) que esos beneficios futuros fueran mínimamente creíbles... ¿Podrían compensar uno sólo de los momentos de injusto dolor infringidos en el presente a los seres humanos concretos?, ¿podrían compensar los padecimientos de tantas personas desahuciadas, condenadas al desempleo, privadas de una educación que garantice la igualdad de oportunidades vitales o de una atención sanitaria verdaderamente ligada a la salud pública, arrojadas en suma a un proceso lacerante de precarización de la vida?.
Evidentemente, no... Y es tiempo de hacer esta reflexión cuando va a iniciarse el año del centenario del nacimiento de Albert Camus, que tanto reflexionara sobre este tipo de cuestiones desde una perspectiva acaso más metafísica...
Aquí y ahora, en este tiempo de oprobio globalizado y devastación de derechos universales, está claro, lo vemos todos los días, que muchas de las buenas gentes forzadas al sufrimiento presente se quedarán trabadas en él; no podrán llegar nunca a los hipotéticos gozos futuros... Si los huebiera o hubiese.
Nacho Fernández del Castro, 16 de Diciembre de 2012