sábado, 17 de diciembre de 2016

EL CENTRO MUNICIPAL INTEGRADO DEL LLANO CIERRA LA PROGRAMACIÓN PARA EL TERCER CUATRIMESTRE DE 2016 DEL FORO DE FILOSOFÍA POPULAR (20 DE DICIEMBRE) CON UNA REFLEXIÓN SOBRE EL IMPULSO SOLIDARIO AQUÍ Y AHORA (DEL “APOYO MUTUO” MÁS ALLÁ DE ESENCIALISMOS Y COMPETENCIAS)

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Resultado de imagen de El Roto sobre solidaridadEl Martes, 20 de Diciembre de 2016, a las 19’30 horas,  en el Centro Municipal Integrado de El Llano (c/ Río de Oro, 37- Gijón), se desarrollará la sesión mensual del Foro Filosófico Popular “Pensando aquí y ahora” que, como cierre de la Programación del tercer cuatrimestre, abordará el tema «La filosofía ante el impulso solidario aquí y ahora: Del “apoyo mutuo” más allá de esencialismos y competencias». La sesión se plantea como reflexión general y concreta que, partiendo por ejemplo de la visión de la vieja Europa, cuna de las mejores revoluciones, de los mejores valores, de las más asentadas democracias, poniendo barreras físicas y administrativas a cuantas poblaciones buscan refugio en ella, restringiendo incluso el derecho de libre circulación por el llamado“espacio Schengen” a cualquier avalancha de refugiados que se considere demasiado tumultuosa, por muy benemérita que pueda parecer… ¡Mal negocio ha sido siempre necesitar la solidaridad del otro, pero hoy lo es mucho más!. Las presiones del refugio económico ante un mundo profundamente injusto en el reparto de la riqueza, han convertido en papel mojado cualquier normativa sobre asilo que pudiera acercarse siquiera mínimamente a algo parecido al “apoyo mutuo” entre poblaciones, incluso en los países de mayor tradición, como Francia o Estados Unidos... La placa de bronce que se añadió en 1903 a la Estatua de la Libertad con el final del soneto de de Emma Lazarus ya parece haber perdido todo sentido: «"¡Guardaos, tierras antiguas, vuestra pompa legendaria!" grita ella./  "¡Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres./ Vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad./ El desamparado desecho de vuestras rebosantes playas./ Enviadme a estos, los desamparados, sacudidos por las tempestades, a mí!./ ¡Yo elevo mi faro detrás de la puerta dorada!"»... Hoy ya nadie, persona o institución, parece estar dispuesto a abrir puertas doradas ante quien necesita refugio y solidaridad en este mundo.
Resultado de imagen de El Roto sobre solidariosPero, además, el propio tratamiento que en el mundo económicamente desarrollado (y subdesarrollante) se está dando a derechos elementales para la convivencia cotidiana, como por ejemplo la educación o la salud, los convierte en meros medios para fines externos a la propia ciudadanía que recibe (o no) los servicios que los articulan, lo que, en la práctica, constituye su negación como derechos y su conversión en bienes en el mercado. En realidad, su consideración como derecho es indisociable del carácter universal, igualitario y gratuito del servicio correspondiente, es decir de su gestión y prestación públicas, independiente de cualquier condición individual de las personas destinatarias (clase social, sexo, creencia religiosa, ideología política, práctica sexual, etnia, etc.). Lo contrario supone dejar la educación y la salud al albur de la iniciativa privada y del devenir de los mercados de servicios, e implica convertir, en la práctica, el nivel de acceso posible de cada cual a las prestaciones educativas y sanitarias en un bien patrimonial más que se añade a sus posesiones (vivienda, electrodomésticos o vehículo) como símbolo de status. O sea, una sociedad bajo el principio de “quien quiera salud o educación, que se la pague (si puede y en la medida que pueda y quiera)” que se proyecta en las tensiones privatizadoras que sufren estos derechos básicos marcando el camino, en primer lugar, hacia su ya citada disolución como tales, y, por añadidura, hacia el continuo deterioro de la calidad democrática de nuestros sistemas políticos...
Resultado de imagen de El Roto sobre solidariosY, sin embargo, una situación como la actual, en la que (crisis/estafa por el medio) cualquier derecho básico, es potencialmente recortado y relegado ante los “intereses superiores” de ese ente difuso que se ha dado en llamar “los mercados”, derivando incrementos constantes de una injusticia distributiva del bienestar que ya era insoportable, parece haber generado algunas respuentas ciudadanas que apuntan pasos materiales hacia un mundo más humano caracterizado por una suerte de retorno a viejas prácticas del apoyo mutuo (sí, aquel que ya en 1902, El Apoyo Mutuo: Un factor de la Evolución, Piotr Alekséyevich Kropotkin señalaba como clave etnológica frente a los delirantes discursos del darwinismo social), de la solidaridad entre iguales que, al margen de la tutela del Estado, tratan de recuperar una concepción colectiva del bienestar.
Y, sin embargo, el discurso oficial y el imaginario dominante sigue imponiendo fortalezas, cerradas a cal y canto para tantas gentes desamparadas como respuesta al devenir contemporáneo del llamado conflicto Norte/Sur, que supone que sobre las bases plurinacionales que dieron lugar a la constitución de los Estados modernos, hace poco más de dos siglos, y la polietnicidad derivada de sus prácticas colonialistas a lo largo del siglo XIX, se van multiplicando hoy en el mundo económicamente desarrollado (y subdesarrollante), el llamado Norte, las “presiones” del flujo migratorio (económico y político) masivo procedente del mundo económicamente subdesarrollado (y desarrollante), los países del llamado Sur… Porque este proceso va reconfigurando nuestras sociedades en una suerte (más bien desgracia) de multiculturalismo de la desigualdad sobrevenido que se añade al conflicto cultural propio de las sociedades complejas (con fenómenos contraculturales que rechazan y dinamizan la cultura dominante; con subculturas, como la rural, la femenina o la de las opciones sexuales minoritarias, que tratan de resistir y modificar el carácter urbano, masculino y heterosexual de la cultura hegemónica;…). Porque, mientras, la disolución del viejo conflicto Este/Oeste ha dejado expedito el camino hacia el poder real (y hacia los imaginarios colectivos que deriva) al neoliberalismo rampante, que, con su “discurso único” trata de legitimar las políticas de ajuste estructural  (en realidad, la transferencia al sector privado de toda actividad susceptible de ser convertida en negocio, bajo el principio de “privatizar las ganancias y socializar las pérdidas –ya sea mediante la acción  residual de los Estados, cuando se trata de empresas o entidades financieras que ven frustrado su “afán emprendedor”, o, cada vez con mayor frecuencia e intensidad, de la mera solidaridad colectiva, cuando se trata de personas que ven precarizada su vida-“)… Y ello, supone,de hecho, en lo global y en lo local, actos y prácticas que violan sin recato los principios que articulan la mismísima Declaración Universal de los Derechos Humanos, desde la primera generación de esos derechos humanos (con quiebras evidentes del principio de libertad a favor del “imperio del más fuerte”), a la tercera (con quiebras del principio de solidaridad como éstas de las que hoy participan los gobiernos europeos ante los flujos de personas que huyen de la situación provocada en Oriente Próximo y Medio), pasando por la  segunda (con quiebras del principio de igualdad que suponen el desmantelamiento efectivo de los incipientes Estados del bienestar) Todo ello sucede, claro está, en plena crisis del concepto de Estado-nación, ya sin verdadera capacidad para administrar con la más mínima autonomía su territorio al estar en cuestión las propias ideas de Estado de Derecho, Estado Social de Derecho y el marco moderno de relaciones internacionales
Resultado de imagen de Forges sobre solidaridadUn lugar y una hora, en fin, donde las principales percepciones, actitudes y comportamientos ante “los otros” no pueden ya conformarse con una tolerancia discursiva al servicio del “juego de las alteridades” (por ejemplo, con los discursos y prácticas de la tolerancia cero que, en realidad, sirven para legitimar el incremento del control social sobre mentes y cuerpos). Y, por ello, debemos someter a crítica los propios procesos de construcción formal (normativa) de la tolerancia en nuestras sociedades, en cuanto se ven orientados por una concepción meramente mecánica (tolerancia como “desviación admisible de la norma”) al servicio de los intereses hegemónicos del mercado (como se ve nítidamente, por ejemplo, en propuestas viejas y nuevas ante la inmigración pluriétnica, como el llamado “contrato de integración”), que tratan de anular toda tentación de ese apoyo mutuo, de esa solidaridad entre iguales. Porque sólo así podremos contribuir al debate y la reflexión compartida sobre la moralidad y viabilidad humana de las consecuencias políticas y sociales (más allá del mero cálculo económico -“sólo el necio confunde valor y precio” diría Antonio Machado-), de ese apoyo mutuo como vía de resistencia material posible ante la sinrazón perpetuadora de la injusticia excluyente (que, por ende, es el caldo de cultivo más propicio para el odio, la violencia y el terror).
¿Cabe pues, aquí y ahora, en estas sociedades “desarrolladas”, el ensayo de soluciones simples (como el mero filtrado u obstaculización de los “flujos de la desesperación” que ahora practica la otrora acogedora y hoy descompuesta Europa con quienes huyen del hambre o el terror cotidianos, como la mera exclusión o la expulsión selectiva manu militari) para los conflictos derivados de la construcción histórica de colectividades complejas?...  La tentación excluyente en ese mundo globalizado e interconectado, que tanto gusta de publicitar  el pensamiento neoliberal, parece vana y absurda, pues, entre otras cosas, exigirá el continuo reforzamiento de esa manu militari (a la vez que se levantan muros cada vez más altos con “concertinas” cada vez más hirientes para los cuerpos desvalidos y los valores de la humanidad toda) que, ante la radical injusticia en el reparto mundial de la riqueza, resista por la fuerza la presión de los más desfavorecidos… ¿Es, más bien, la respuesta más adecuada aquella que, partiendo del (re)conocimiento del otro, busca la realización material de las condiciones objetivas para el desbordamiento de la alteridad en un pluralismo complejo capaz de entender y posibilitar la convivencia cotidiana a partir del impulso solidario que deriva en apoyo mutuo?... Y, ¿cómo hacerlo?.

Resultado de imagen de Forges sobre apoyo mutuoTodo ello será introducido, en sus aspectos conceptuales y básicos, y desarrollado por el propio coordinador del Foro, José Ignacio Fernández del Castro, que, como siempre, facilitará a las personas participantes un dossier de elaboración propia con documentación sobre el tema abordado, incluyendo el guión de la sesión, recomendaciones bibliográficas y cinematográficas, artículos e informaciones de interés, chistes, etc.. Tras su intervención (e, incluso, durante la misma) habrá un debate general entre todas las personas presentes (recordamos que, en relación con este Foro se habrá proyectado ya, el jueves, 15 de Diciembre, en el Cine-Forum “Imágenes para pensar”, la película Amélie, 2001, de Jean-Pierre Jeunet). La sesión, se celebra en relación con el Día Internacional de la Solidaridad Humana  (20 de Diciembre) y tendrá lugar en el Aula 3 (Segunda Planta), con asistencia libre.