«Tu amor me será hoy
dos veces grato.
No soy, lo has visto,
la doncella sagrada
y ocupo por lo tanto
de tus buenos oficios
para soltar los cascos de la especie
por mi cuerpo.
Imprímeme en la boca
tus aceites marinos
y en la palabra madre
la palabra deseo.»
dos veces grato.
No soy, lo has visto,
la doncella sagrada
y ocupo por lo tanto
de tus buenos oficios
para soltar los cascos de la especie
por mi cuerpo.
Imprímeme en la boca
tus aceites marinos
y en la palabra madre
la palabra deseo.»
(Ana ISTARÚ, pseudónimo literario de Ana SOTO MARÍN; San José,
Costa Rica, 3 de febrero de 1960. “No soy la doncella sagrada” en Verbo madre, 1995.)
Ajena, aquí
y ahora, por suerte o por desgracia, a cualquier doncellez la ciudadanía toda espera, acaso inerte, la
voz que la sacuda con los anhelos nuevos que, tal vez, le recuerden que no
siempre fue esclava porque aspiró a tener dignidad
y derechos que otros hoy le recortan
junto con la esperanza...
¿Quién pudo sospechar que los fatuos aceites
de mares liberales barrerían la playa de todos los deseos imponiendo, sin
fuero, la condición de madre, la condición de sierva, la condición de nada?...
¡Sólo queda la luz de las palabras rotas
detrás de tantos sueños!... Con ellas es posible que encontremos un día el
discurso fecundo de auroras solidarias donde
aún sea posible gritar la libertad
sin asentar con ello las desigualdades,
donde aún sea posible sentir cuanta justicia
haga bella la vida de cada ser humano,
donde aún sea posible hasta decir te
quiero...
Nacho Fernández del Castro,
9 de Mayo de 2014
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