Por otra parte, en las sociedades de “nuevos ricos”, donde el consumo se va constituyendo como guía única de hábitos y costumbres, los niños tiranos son la simple consecuencia
de la proyección de ese patrón (el de una especie de neurosis experimental generalizada por la que los sujetos nos vemos
sometidos a una continua estimulación del
deseo hasta situarlo siempre un poco
más allá de las posibilidades materiales
de respuesta, lo cual resulta
especialmente frustrante en infantes y adolescentes, con esas posibilidades más
limitadas y dependientes, así como con una capacidad
de gestión de las emociones en fase de formación) en el ámbito de las
relaciones familiares… No es nuevo todo esto; la configuración del tránsito de
la infancia a la adolescencia como un tiempo tormentoso de complejos, amargura
y violencia comenzaba a ser una evidencia en las sociedades industriales
desarrolladas de principios del siglo XX, así el prestigioso Franz Boas recalcaba en su “Prólogo” que
había ya, en el momento de la publicación de Adolescencia, sexo y cultura en Samoa (1928), muchos
norteamericanos en pleno debate sobre los problemas afrontados por la juventud
(especialmente las mujeres) al vivir la adolescencia como "períodos inevitables de ajuste" (algo que acabaría
encontrando su icono cinematográfico en el James Dean de Rebelde sin causa, 1955
de Nicholas Ray), lo que convertía un estudio de esos problemas en otra
cultura, como el que venía a continuación, en iluminador… Un esencial estudio cuyo objetivo, su discípula y
autora del mismo, Margaret Mead, centraba señalando que había "..tratado de dar respuesta a la
cuestión que me envió a Samoa:
¿Los disturbios que angustian a nuestros adolescentes son debidos a a la
naturaleza misma de la adolescencia o a la civilización?. ¿Bajo diferentes
condiciones la adolescencia presenta diferentes circunstancias?"… Ella
llegó a la conclusión de que así era.
¿Cómo
desbordar entonces, hoy, aquí y ahora, ese horizonte sombrío de esa violencia intergeneracional?, ¿cómo denunciar
el sinsentido de nuestro modelo consumista,
que todo lo convierte en recurso humano productivo o unidad potencial de demanda, sin caer en la tentación de un neotradicionalismo o del inútil recreo
en una suerte de nostalgia del paraíso
perdido (samoano)?, ¿cómo forzar un cambio en las relaciones personales que
las resitúe, desde sus componentes emocionales, más allá de un fácil paternalismo paidocéntrico y de una mera
instrumentación de las respuestas a los
caprichos?... ¿Cómo recuperar, en fin, para la posibilidad (y extensión) de una “vida humana buena”, el fomento de relaciones vinculadas a la transmisión de la herencia social en un marco facilitador
del desarrollo personal más adecuado, con
la infancia y con los infantes concretos?..
Todo ello
será introducido, en sus aspectos conceptuales básicos y desarrollado
problemáticamente por el propio coordinador del Foro, José
Ignacio Fernández del Castro que a su vez, como siempre,
facilitará a las personas participantes un dossier de elaboración propia
con documentación sobre el tema abordado, incluyendo el guión de la sesión,
recomendaciones bibliográficas y cinematográficas, artículos e informaciones de
interés, chistes, etc.. Tras su
intervención (e, incluso, durante la misma) habrá un debate general entre todas
las personas presentes (recordamos que, en relación con este Foro se ha
proyectado ya, el miércoles, 22 de Junio, en el Cine-Forum “Imágenes para pensar”, la película El fin de la
inocencia, 2006, de
Michael Cuesta. La sesión, celebrada en
relación con el Día Internacional de los Niños Inocentes Víctimas de
Agresión (4 de Junio), tendrá lugar en el Aula 3 (Segunda Planta), con asistencia libre.
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