martes, 16 de abril de 2013

Pensamiento del Día, 15-4-2013



«...Verás como el pueblo se ha ido rebelando, rebelando aquí con los remensas, allá con los comuneros, con las germanías, acullá con los segadores y los rabassaires y, más modernamente, con el impulso revolucionario de las clases trabajadoras catalanas y vascas, de los mineros asturianos...»
 (Luis GOYTISOLO GAY; Barcelona, 17 de marzo de 1935. Antagonía I: Recuento, escrita originalmente en1963 y publicada por primera vez diez años después -en 2012 se publicó por primera vez la tetralogía Antagonía [Recuento, Los verdes de mayo hasta el mar, Publicado originalmente en 1976, La cólera de Aquiles, 179, y Teoría del conocimiento, 1981] como obra unitaria-.)
Cincuenta años después de que Luís Goytisolo comenzara a escribir su monumental Antagonía  estamos aún peor... Aquí y ahora los hijos y nietos de oligarquía franquista sigue controlando el cotarro desde sus nuevas alianzas estratégicas con las fuerzas vivas globales, con la rastrera intermediación de una casta política siempre presta a servirles de testaferros, con unos  voceros mediáticos que ya forman parte directa de su nómina... Así que hasta lo que fueron hitos históricos de la rebelión popular van configurándose en el nuevo imaginario oficial como el delirio de pobres parias ofuscados por una mezcla peligrosa de romanticismo y locura.
La historia de los remensas, de los comuneros, de las germanías, de los segadores, de los abassaires, de los obreros vascos y catalanes, de los mineros asturianos y tantos otros brotes del anhelo revolucionario acaban por integrarse hasta con cierta simpatía en una cosmovisión hegemónica que los verá, parapetada tras la distancia temporal y los mitos como la modernidad y el progreso, como unos pobres locos acaso muy bienintencionados pero incapaces de leer el mundo desde los códigos del signo de los tiempos... Y, además, como los modernos escraches, molestamente violentos.
Porque, claro está, la violencia de la nobleza del antiguo régimen, como la de las élites que se han adueñado de las estructuras de los Estados contemporáneos, era y es contextualmente legítima (por mucho que provocase y provoque hambre, dolor, precarizaciones diversas de la vida, suicidios u otras formas, más o menos rápidas, de muerte)... Pero, ¿qué derecho tenían y tienen las gentes hambrientas, dolientes, precarizadas o situadas ante el abismo de la muerte, a responder con una violencia sin fundamento, particularmente molesta y estéticamente perjudicial para los intereses nacionales (o sea, los de eso que llaman “la marca España”)?.  
Nacho Fernández del Castro, 15 de Abril de 2013

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