lunes, 28 de octubre de 2013

Pensamiento del Día, 28-10-2013



«Yes I'm Mother Nature's son.
And I'm the only one:
I do what I want and I want what I see.
Could only happen to me.
I'm so free...
I'm so free...
Oh please, Saint Germaine...
I have come this way.
Do you remember the shape I was in?,
I had horns and fins.
I'm so free...
I'm so free...
Do you remember the silver walks?,
You used to shiver and I used to talk.
Then we went down to Times Square
And ever since I've been hanging around there.
I'm so free...
I'm so free...»
«Sí, soy hijo de la madre naturaleza.
Y soy el único:
hago lo que quiero y quiero lo que veo.
Solo me puede pasar a mí.
Soy tan libre...
Soy tan libre...
Oh, por favor, Saint Germaine...
Vine hasta aquí.
¡Te acuerdas del estado en el que estaba?,
tenía cuernos y aletas.
Soy tan libre...
Soy tan libre...
¿Recuerdas los paseos plateados?,
Tú temblabas y yo hablaba.
Después bajamos a Times Square,
Y desde entonces estoy dando vueltas por allí.
Soy tan libre...
Soy tan libre...»

 (Lewis Allen, Lou, REED; Freeport, Long Island, New York, Estados Unidos, 2 de marzo de 1942 – 

27 de octubre de 2013. “I’m so free” –“Soy tan libre”-, corte 5 de la Cara B del álbum Transformer, 1972.)

El padre (o, al menos, un genitor muy relevante) del rock alternativo y experimental, desde los tiempos compartidos con John Cale, Nico, Moe Tucker, Doug Yule y Sterling Morrison en esa The Velvet Underground (bendecida por Andy Warhol), que coquetease con el glam ya desde su segundo disco en solitario, Transformer (1972), y encontrase una cierta serenidad vital postrera al lado de la polifacética minimalista Laurie Anderson (proyecto de vida común que derivaba hacia proyectos artísticos compartidos tan curiosos, y new age, como conciertos urbanos con sonidos tan altos -por encima de los 20.000 Hz o vibraciones por segundo- que sólo eran audibles para los perros, pero no para los humanos), ha muerto... Y ya es milagroso que su hígado, despues de tantos excesos de todo tipo y tantos contactos con el lado oscuro de todas las cosas, haya aguantado (aunque fuera con algún intento de restauración) setenta y un años.
O sea, que, contra el consejo del entorno de Nicholas Ray (que no de James Dean, pues, pese a la creencia extendida, “Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver” es una parte de los diálogos, responsabilidad de John Monks Jr. y Daniel Taradash, adaptando la novela homónima escrita por Willard Motley en 1947, en su película Knock on any doorLlamad a cualquier puerta-, de 1949), Lou Reed vivió muy rápido (y de forma muy radical en sus visitas a los más diversos abismos), pero no murió tan joven... Y, pese a todo, se ha convertido en un cadáver, si no bonito, sí indudablemente exquisito... El de la obra magna de un artista capaz de reinventarse para renovar panoramas, de salir continuamente de las sombras para, cual benemérito zombi, arrojar al mundo una luz llena de matices y aristas, sin complacencias ni trampas, con la ironía suficiente para reírse de sus ansias vanas (metafísicas) de libertad, de sus propios paseos por el lado salvaje.
Todo un ejemplo en esta creciente sociedad del espectáculo y la impostura que, tanto y desde hace tanto tiempo, él denunciara...
Nacho Fernández del Castro, 28 de Octubre de 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario