miércoles, 9 de octubre de 2013

Pensamiento del Día, 9-10-2013



«Yo amo los actos, no las excusas.»
 (Irvin David YALOM; Washington D. C., Estados Unidos, 13 de junio de 1931. Nietzsche conversando con Breuer en When Nietzsche Wept, Part 18 –El día que Nietzsche lloró-, 1992 -2006, por ejemplo,
para una edición en castellano-.)
Asistimos estupefactos a la llamada tragedia de Lampedusa... Y, en cuanto pensamos un poco en el asunto, en cómo se convierte esa manifestación extrema de brutal inhumanidad en espectáculo lúgubre, la estupefacción se va tornando en asco, desprecio, rabia, impotencia, indignación (una vez más)... Y dolor, mucho dolor.
Es el dolor, sí, por los más de trescientos cadáveres ya recuperados (barrera rota justo en el día en el que el Presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, la Comisaria de Interior de la Unión Europea, Cecilia Malmstrom, el Primer Ministro, Enrico Letta, y el Ministro del Interior, Angelino Alfano, italianos se dignasen a visitar el lugar de la tragedia, ¡seis días después del naufragio!, y fuesen abucheados por la población), pero, sobre todo, es el dolor por el evidente ocaso de la Europa que se pretendía abanderada de la civilización y el progreso... Porque esta Europa, desde su imaginario del “continente fortaleza” que guardaba el bienestar tras altos y herméticos muros, fue quien alentó hipócritamente la vigente ley Bossi-Fini que regula en Italia la inmigración y el asilo, dando un tono fascistoide a las exigencia de control de los flujos migratorios. ¿Resultado?: el Estado italiano concederá la nacionalidad a título póstumo a las víctimas (¡cuanto honor!) y actuará con dicha ley contra las personas supervivientes, inmigrantes ilegales y por tanto clandestinos, así como contra cuantos pescadores trataron de ayudarles en el mar, por intento de colaboración con dichos clandestinos.
Aunque, claro, la “buena Europa” ya ha prometido, avergonzada tal vez ante las condiciones inhumanas del Centro de Acogida de Inmigrantes de Lampedusa que se resistían a comprobar in situ y sólo accedieron a hacerlo ante la reiterada petición pública de la alcaldesa de Lampedusa, hasta treinta millones de euros para mejorar las condiciones de dichas instalaciones en toda Italia,,, Insisto, quienes, lejos del nihilismo radical de Nietzsche sostenemos, sin embargo, su vehemente pasión por los actos y su desdén hacia las excusas, sólo podemos sentir sonrojo, dolor e indignación ante tanto fariseísmo; porque, además, ya ni siquiera se reconoce la condición de refugiadas de las gentes que huyen de conflictos, hambrunas y persecuciones varias en Somalia, Eritrea,... O en Siria.
El mito del rapto de Europa se torna ahora en autofagia, en onanismo suicida que opta por la defensa del fuerte (cada vez más débil) en vez de por el encuentro y el refugio. Europa envejece y lo hace muy mal, su senilidad parece ya irreversible, pues cada vez evita con más afán cualquier aportación/importación de sangre joven.
Al final, resulta que no hay refugio ni humanidad en Lampedusa, símbolo del continente entero... Jorge Martínez y Los Ilegales lo captaron/cantaron ya en 1981: Europa ha muerto... Definitivamente.
Nacho Fernández del Castro, 9 de Octubre de 2013

No hay comentarios:

Publicar un comentario