«Quiero ser un corazón pensante.»
(Ester, Etty,
HILLESUM; Middelburg, Holanda, Países Bajos, 15 de enero de 1914 –
Auschwitz, Polonia,
Tercer R$eich, 30 de noviembre de 1943. Das denkende Herz der Baracke –Una vida
interrumpida-, 1983 -1985
para la primera edición en castellano-.)
Hace un
siglo (y unos meses) nació, holandesa, Etty
Hillesum, una de tantas judías que
nunca pudo asumir su tópica condición
errante porque el horror nazi la
condenó a un único y definitivo tránsito: el que la conduciría al matadero de
Auschwitz... Pero, ella, a diferencia de tantas otras personas (judías, pero
también negras, gitanas, homosexuales,...) silentemente exterminadas por ser lo que eran (eso que Emilio Lledó,
por ejemplo, considera el verdadero núcleo de cualquier sistema educativo que aliente algún resto del ideal emancipador), quiso y supo dejar esforzada y vívida huella,
casi mística, de su breve y durísimo
paso por la vida.
Hoy hace también setenta y cinco años que,
en el estudio de Radio Nacional de España en el salmantino Palacio de Anaya, Fernando
Fernández de Córdoba leyera a las 22’30 horas, procedente con urgencia del
burgalés Palacio de la Isla
(sede del gobierno franquista durante la contienda), el único parte bélico
firmado y cuidadosamente revisado por el futuro y longevo dictador: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el
Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos
militares. La guerra ha terminado. El Generalísimo Franco. Burgos 1º abril 1939”.
Evidentemente, entre ambos hechos hay
conexiones obvias que van, incluso, mucho más allá del “espíritu del fascismo”... En
ambos casos muchos millones de personas, gentes
de a píe totalmente ajenas a los desafueros fascistas, carecieron de fuerza
(mística, moral o política) para ser un corazón
pensante.
Así les lució el pelo... Así nos sigue luciendo
hoy, aquí y ahora.
Nacho Fernández del Castro, 1 de Abril de 2014
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