«Tempo de solidão e de incerteza
Tempo de medo e tempo de traição
Tempo de injustiça e de vileza
Tempo de negação.
Tempo de covardia e tempo de ira
Tempo de mascarada e de mentira
Tempo que mata quem o denuncia
Tempo de escravidão.
Tempo dos coniventes sem cadastro
Tempo de silêncio e de mordaça
Tempo onde o sangue não tem rastro
Tempo de ameaça.»
Tempo de medo e tempo de traição
Tempo de injustiça e de vileza
Tempo de negação.
Tempo de covardia e tempo de ira
Tempo de mascarada e de mentira
Tempo que mata quem o denuncia
Tempo de escravidão.
Tempo dos coniventes sem cadastro
Tempo de silêncio e de mordaça
Tempo onde o sangue não tem rastro
Tempo de ameaça.»
«Tiempo de soledad e incertidumbre
Tiempo
de miedo y tiempo de traición
Tiempo
de injusticia y de vileza
Tiempo
de negación.
Tiempo
de cobardía y tiempo de ira
Tiempo
de mascarada y de mentira
Tiempo
que mata a quien lo denuncia
Tiempo
de esclavitud.
Tiempo
de desleales sin registro
Tiempo
de silencio y de mordaza
Tiempo
donde la sangre no deja rastro
Tiempo
de la amenaza.»
(Sophia
de Mello BREYNER ANDRESEN; Oporto, 6 de noviembre de 1919 —
Lisboa, 2 de julio de 2004; Prémio Camões 1999, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2003. “Data [à maneira de Eustache
Deschamps] ” en Livro Sexto –“Fecha [a la memoria de Eustache Deschamps]”, por ejemplo, en Antología Poética- , 1962 -2005 para la edición citada en castellano, con traducción y
prólogo de Rodolfo Alonso-.)
No es
sencillo afrontar los retos de este tiempo, hora en que la confusión desborda cualquier certeza
y el ansia de construir algo nuevo (y
mejor) hace que se olvide a veces la necesidad de eliminar antes drásticamente
las vigas carcomidas del edificio de una vida,
un mundo, una sociedad podridas en el patetismo de su ya estéril voluntad de poder... Porque, ¿qué pueden
realmente quienes ya sólo representan las
sombras tras las que intuimos los intereses de los dueños del mundo?, ¿qué pueden más allá del raudo y sumiso
acatamiento de la voz de su amo?.
Por eso, en este tiempo en el que la inmensa
mayoría de los seres humanos se siente sola en medio de la incertidumbre ante el mañana, la insoportable evidencia de tantas traiciones, públicas y privadas, hacen
que florezca el miedo ante una opresión
globalizada capaz de las mayores vilezas
para garantizar el imperio de la injusticia
distributiva... Porque cada cual, dentro de esa inmensa mayoría desvalida, padece formás específicas de negación por ser lo que su yo múltiple condensa (mujer o negro,
gitano o vieja, desempleada o sarasa,...) ante las que sólo puede responder con
cobarde aceptación o ira frecuentemente irreflexiva en medio de la gran mentira, la gran impostura de esta mascarada de penumbras... Porque el patetismo
final de esos actos vacíos de poder (“No
al principio de autoridad sin principios” dice uno de los lúcidos
disidentes de El Roto) dictados por la tiniebla (donde están quienes manejan
realmente la tramoya) siempre pretende doblegar las disidencias y resistencias,
matar (física o socialmente, mediante su demonización)
a quienes se sienten urgidos a la denuncia
de tanto oprobio...
En este tiempo, en fin, de deslealtades
multiformes que taimadamente procuran no dejar huella, se nos quiere esclavizar en cuerpo y alma para,
silentes o (si fuere menester) con mordaza, servir sin trabas al progreso de la
cultura del emprendimiento...
Pero esto se agota... Y hay ya mucha gente,
cada día más, que no traga. Así que este tiempo convierte sus grotescos actos finales de poder interpuesto en un reguero de sangre mediática, tan incógnito
(“se dice que...”) como ejemplarizante
(“mira lo que pasa si...”). Tiempo, a
fin de cuentas, de la amenaza.
Nacho
Fernández del Castro, 3 de Diciembre de 2014
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