
El
Centro Municipal Integrado de El
Llano (c/ Río de Oro, 37- Gijón) desarrollará el Martes, 22 de
Marzo del 2016, a las 19’30 horas,
la sesión mensual del
Foro Filosófico Popular “Pensando aquí y ahora” para abrir su
programación del Primer Semestre de 2016
abordando el tema «La Filosofía ante la mistificación del discurso de “lo
femenino” aquí y ahora: Sobre la mujer como esencia y como existencia»... La sesión se plantea como reflexión
general y concreta que, partiendo de las derivas de la sociedad patriarcal (con sus mecanismos
específicos de opresión/sumisión y los instrumentos
de legitimación inherentes tanto en el plano del conocimiento teórico
–v.gr., el psicoanálisis- como en el de la práctica social –v.gr., el hipócrita
mantenimiento de la discriminación
salarial-), analice fenómenos que siguen siendo demasiado evidentes e
imponen cosmovisiones perversas y prácticas de violencia (real –violencia de
género en todas sus manifestaciones- y
simbólica –asentada sobre las grandes industrias de producción cultural-) para, en último extremo, seguir
volcando el ámbito de lo doméstico (con
valores que van de la ternura a la abnegación, presididas siempre por la
“sumisión al macho”, al que se debe satisfacer) sobre mujeres (y otros
colectivos “vulnerabilizados” como infantes y personas ancianas, que sólo
merecerán consideración social en cuanto sean capaces de realizar actos de
consumo significativos en distintos tipos de mercado), manteniendo unas
vergonzantes formas de precarización
selectiva femenina en el ámbito de lo
laboral…. Y todo ello pese al hecho incuestionable de que el movimiento feminista (acaso de modo sólo
comparable con el ecologista) ha
sido, sin duda, el que mayores logros ha conseguido en materia de incidencia política en los países económicamente desarrollados con democracias burguesas… El impulso dado a
la igualdad formal (legal) de género
en la última mitad del siglo XX ha sido impresionante (pensemos que hoy hace
tan sólo 85 años del reconocimiento del voto femenino en España, el doble aún
así que en países tan “desarrollados” como Suiza), y no hay ya partido político
con aspiraciones parlamentarias reales que no incluya en sus estructura y
programas referencias de algún tipo a la “promoción de la mujer”… Y, sin
embargo, un patriarcado material de
fondo sigue provocando sangrantes desigualdades entre hombres y mujeres (desde
las salariales o de ejercicio del poder hasta las de atención a las tareas
domésticas o a las generaciones anteriores y posteriores –en general, a las tareas de cuidado, poco o nada
remuneradas y con reconocimiento social
débil e hipócrita-). Así que, en el imaginario
social represtntado, por ejemplo, en nuestras pantallas los viejos modelos
patriarcales de, pongamos por caso, el Rhett Butler (incorporado por Carl Gable
ante la Scarlett O’Hara interpretada por Viven Legh) de Lo que el viento se llevó
(Victor Fleming, George Cukor, Sam Wood, 1939 –sobre la novela de Margaret
Mitchell de 1937-) aparenta una evolución “liberalizadora” que podríamos simbolizar
en la Anastasia Steele (interpretada por Dakota Johnson, dispuesta a someterse
en el cuarto rojo a la magia
dominadora y caprichosa del Christian Grey interpretado por Jamie Dornan) de 50
sombras de Grey (Sam Taylor-Johnson, 2015 –con novela de E.L. Dames,
2011-)… Poco hay de nuevo en esta historia; recordemos como en los años setenta
del pasado siglo el refinamiento del imaginario
patriarcal respondía al impulso de alegre libertad femenina (en el marco de
una revolución sexual básicamente femenina y juvenil de la que autores como Wilhelm Reich ya venían hablando desde
1936), presente en movimientos contraculturales
(v.gr., el hippie) y políticos
(v.gr., Mayo del 68) con nuevos arquetipos de la racionalización para un “androcentrismo
voluntariamente aceptado” como el del
Mario incorporado Alain Cuny para aleccionar a Emmanuelle/Silvia Kristel en Emmanuelle
(Just Jaeckin, 1974 –novela de Emmanuelle Arsan, 1959-), o el del Rene interpretado
por Udo Kier para “ilustrar” a O/Corinne Cléry en Historia de O (Just Jaeckin,
1975 –novela de Dominique Aury como Pauline Réage, 1954-).

Pero,
¿tiene algo que ver todo eso con el sentir y decir de las mujeres concretas y
diversas?, ¿es toda fémina que no se muestre bien dispuesta a la sumisión gozosa y voluntaria alguien que
inevitablementesiente y dice como varón, o sea, que participa de buena gana en
el discurso y las prácticas de una
suerte (o desgracia) de patriarcado
transgenérico?.
Es
imposible aceptarlo, y, por ello, lo verdaderamente necesario (y urgente) es
una política genérica (compartida por
mujeres y hombres) de “compensación de
las desigualdades injustas”, capaz de reconstruir la sociedad y sus
instituciones desde una perspectiva de mayor equidad social y más auténtica libertad
sexual más basada en el encuentro de
deseos que en el dominio de
voluntades… ¿Puede admitirse, en
fin, que, so pretexto de la libertad sin
barreras, se promocione el dominio
sexual de las voluntades como ámbito natural de expresión del deseo?...
¿Es, en algún sentido, compatible dicha concepción del “discurso de lo femenino”
con el impulso material hacia la igualdad
social entre los géneros aquí y ahora?.
El
discurso de la “mistificación voluntarista
de lo femenino”, como adecuación del viejo patriarcado a una versión
extendida y diversificada en "imaginarios colectivos del
género" para tiempos de globalización
de la precariedad vital y la opresión
de lo común, legitima, pues, lo que
hay y apuesta por una falsificación
de la historia y del presente desdibujando, tras el denso humo del "dominio masculino", cualquier
posible aprovechamiento de la igualdad
formal para avanzar en la lucha
material contra la feminización de fenómenos sociales tan incuestionables
como el aumento de la pobreza y la
desigualdad socioeconómica (por vías como el paro, la precarización
laboral, el trabajo no cualificado, el empleo asistencial, la
discriminación salarial, ...).

¿Cómo combatir esto?... ¿Son suficientes o útiles medidas como la discriminación positiva o las políticas de cuotas para deslegitimar los imaginarios de dominio/sumisión patriarcales?. ¿Cómo dar pasos hacia una política genérica (compartida por mujeres y hombres) que genere una sociedad y unas instituciones capaces de crear las condiciones de posibilidad de un desarrollo personal completo y satisfactorio para todo ser humano en el que todo tipo de relaciones intergenéricas se basen en un principio den encuentro de los deseos en un plano de igualdad?. Porque esa, a fin de cuentas, será la clave de una verdadera revolución ciudadana de los deseos y sus manifestaciones, más allá de voluntarismos y opesiones en el ser de la mujer (y del hombre)… Una revolución que será con las mujeres concretas y diversas, realmente existentes, o no será.

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