«Lo verdaderamente importante es
que estamos haciendo algo positivo. La vida, en contra de nuestros deseos, nos
ha llevado a este profundo y oscuro túnel en que estamos inmersos. ¿Cuál es
nuestra obligación?. Buscar la salida y hallar la luz. Y, para tu tranquilidad,
te aseguro que la vamos a encontrar.»
(Emilio Alberto ARAGÓN BERMÚDEZ, conocido
artísticamente como MILIKI, dentro de la saga de
la familia Aragón que popularizó “Los Payasos de la Tele” dentro del programa
de TVE
Había una vez un circo,
1972-1983; Carmona, Sevilla, España, 4 de noviembre de 1929 -
Madrid, España,
18 de noviembre de 2012. Mientras
duermen los murciélagos
De alguna (o de muchas) formas la verdadera piedra angular del paso “razonable” de
la casposa sociedad tardofranquista a
la incipiente libertad del inicio de
los años ochenta del pasado siglo fueron Los
Payasos de la Tele
(no en vano su irrupción en la única pantalla televisiva de la época tuvo lugar
justo antes del ascenso de Luís Carrero Blanco al sillón de la Presidencia del
Consejo de Ministros de España, primero, y a los cielos, después y con la
colaboración de ETA; y su desaparición se produciría poco después de que el
socialista Felipe González ocupase la Presidencia del Gobierno).
O
sea que Había una vez un circo fue la presencia común en la fase
postrera de la dictadura, conocida
como aperturismo, y en la fase
inicial de la restauración democrática,
conocida como transición. Pero su
valor de bisagra esencial no radica sólo ni fundamentalmente en un albur cronológico,
sino en que ellos supieron, en esos tiempos
inciertos de cambio (y tal como decía la canción del programa, “alegrarnos siempre el corazón”.
Y
lo hicieron con una sabia pedagogía
social que mezclaba, con una sutileza
a duras penas escondida tras una feroz naturalidad,
un distanciamiento irónico surrealista
con la inocencia del caos, los toques
de leve picaresca ancestral con el impulso irresistible de lo joven y nuevo...
Una especie de ensayo general, vamos, para lo que, visto en perspectiva, serían
los tiempos de mayor libertad (caótica libertad, quizás, pero hermosísima libertad, en cualquier caso)
de nuestra común historia... Una educación
sentimental de las masas constituida en preámbulo majestuoso de los que sería
la movida.
Gaby,
Fofó y Miliki nos enseñaron a vivir,
como los titiriteros perseguidos por la Gestapo nazi de la novela postrera de éste, positivamente en medio de las sombras. a
buscar y aprovechar la luz que ellos
(y otra gente como ellos) nos brindaban.
Porque
hoy, cuando ha desaparecido de esta tierra el último de Los Payasos de la Tele,
hay que gritar más que nunca tras su estela, con y por la que está cayendo, que
¡la risa es un arma cargada de futuro!.
Nacho Fernández del Castro, 19 de Noviembre de 2012
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