«Gracias a nuestros lectores, a los que habéis estado a nuestro
lado y nos habéis ayudado a llegar hasta esta orilla. Los motivos
son conocidos. La crisis ha pasado una enorme factura, la pérdida
de ingresos ha sido constante y la venta en el quiosco también ha
sufrido estos malos augurios.
Hoy no salen las palabras, hoy sólo queda el rincón de la tristeza
para recordar a todos los trabajadores.
Muchas gracias y hasta siempre.»
(Juan Carlos
CUESTA; Mieres, Asturias, 1974. Final de su artículo “Fin de toda una vida” en la
edición
digital, tras el cierre de la de papel, de
La Voz de Asturias, http://www.redasturias.com/, 19-4-2012.)
No es la dichosa crisis... O, al menos, no la dichosa crisis económica como algo genérico que afecta a la generalidad de
las actividades y personas con fuerza y extensión genéricas.
De
hecho, en este tiempo de crisis, hay
quien “está haciendo su agosto”... Por ejemplo, los discursos y prácticas de esa
nebulosa que, bajo el principio de “privatizar
ganancias, socializar pérdidas”, hemos dado en aceptar bajo el nombre de neoliberalismo.
De
hecho, en este tiempo de crisis, unos
pocos logran que cualquier mínimo decremento (o expectativa de decremento) en
sus cuantiosos beneficios sea compensado por todos con dinero público.
De
hecho, en este tiempo de crisis, los medios de comunicación que sirven de
voceros al poder real, los heraldos
de lo políticamente correcto, los
adalides de lo posible y plausible, los
difusores del espectáculo de la
insignificancia, ven fortificada su posición relativa en el mercado de la (des)información para gozo
de los jerarcas y oligarcas.
Pero,
sí, en este tiempo de crisis, los recortes del incipiente Estado del bienestar
se llevarán por delante muchos empleos, condenarán a muchas personas enfermas a
la desesperada espera de la muerte, a muchas dependientes a la desatención más
insolidaria, a muchas estudiantes con dificultades al fracaso, a muchas
universitarias sin recursos al abandono de las aulas... Y, claro, a algunos medios de comunicación que intentan un mínimo
discurso alternativo, más solidario y
menos sumiso, a la desaparición en
medio del ahogamiento por la retirada de publicidad y la pérdida de recursos
económicos de su población destinataria natural.
Las
políticas de ajuste neoliberal, como
hicieran en la Latinoamérica
de los años setenta y ochenta del pasado siglo, están reconfigurando nuestras
sociedades como un “rincón de la tristeza donde ya ni salen las palabras”... Pero
lo están haciendo, con ceguera cortoplacista, a costa de la cohesión social. ¿Hasta cuándo (y cuánto)
podemos seguir concediéndoles el beneficio
de un futuro?.
Nacho Fernández del Castro, 21 de Abril de 2012
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