«La meta del filósofo [...]
consiste en contaminar el pensamiento de la gente, en introducirse allí con las
mismas intenciones que un gusano cibernético.»
(Felipe BENÍTEZ
REYES; Rota, Cádiz, España, 25 de febrero de 1960.
El pensamiento de los monstruos, 2002.)
En un
sentido estricto, no habría filosofía posible
sin un decidido afán de verdad... Por
lo tanto, dado que una cierta eticidad
debe presuponerse (como el valor a
los militares) en toda forma de vida filosófica, resulta impensable que de la
misma no se derive un afán similar (en voluntad y permanencia) por comunicar
esa verdad a los demás (aunque pueda
no considerarsed definitiva, aunque se sepa un simple avance).
Convencer
al mundo de lo que debe ser es, pues, un deber inexcusable de todo filósofo, con independencia de su sexo,
del color de su piel, de su lugar de nacimiento y residencia o del tipo de
sistema operativo que prefiera en su ordenador... Y, en ese sentido, su tarea
es el abordaje del pensamiento ajeno para transformarlo desde el propio. Es un
pirata de las cosmovisiones, de los imaginarios colectivos, de las representaciones
sociales.
Tengan pues, cuidado quienes habitualmente
esto lean... Aunque, afortunadamente, los filósofos son hackers del pensamiento que gustan de la buena argumentación como única arma y herramienta.
Nacho Fernández del Castro, 24 de Abril de 2012
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