«Resumiendo, lo que las personas tienen no es “derecho a la
libre expresión”, sino el derecho de alquilar un local y dirigirse a la gente
que cruza sus puertas. No tienen “derecho a la libertad de prensa”, sino a
escribir o publicar un folleto y venderlo a quienes quieran libremente
comprarlo (o a regalárselo a quienes quieran voluntariamente aceptarlo). Así,
pues, lo que tienen, en cada uno de estos casos, es derecho de propiedad,
incluido el derecho de libre contrato y transferencia, que es parte constitutiva
de los mencionados derechos de propiedad. No hay “derechos de libre expresión”
o libertad de prensa extras, más allá de los derechos de propiedad que una
persona puede tener en cada caso concreto.»
(Murray Newton ROTHBARD; Bronx, New York, Estados Unidos, 2 de marzo de 1926 – New York,
7 de enero de 1995. Párrafo sobre la interpretación de los derechos humanos como derechos de propiedad en The Ethics of Liberty –Ética de la libertad-, 1982 -1995 para la primera edición en castellano-.)
El ufano anarcocapitalismo tiene una ventaja
incuestionable sobre el viejo discurso
liberal que, un poco apesadumbrado y timorato ante las desmesuras asimétricas
en la construcción del capitalismo real,
no se atrevía a hablar claro y trataba de envolver todo en una moralina (bajo epígrafes como el de responsabilidad social de la empresa)
bastante etérea y un poco vacua, además de un tanto traidora a sus propias
bases económicas (Adam Smith o David
Ricardo) y filosóficas (John Locke o
David Hume) pero algunas de las prospectivas
sociales ensayadas...
Y es que el libertarismo capitalista, arrogante y sin complejos, aprovecha la
marejada de la historia que se llevó por delante el núcleo duro del socialismo real (léase capitalismo de Estado) para lanzarse a
extraer, sin tapujos ni disimulos, las consecuencias de esas viejas bases en
este presente, resultado de un cuarto de milenio del humano acontecer... Así que, dando la razón de algún
modo a Rousseau, parte del reconocimiento que en la sociedad moderna (y sobre ello nada ha hecho la posmodernidad, salvo proyectar un mundo más líquido -Zygmunt_Bauman dixit-
o, por mejor decir, no tanto licuarlo
como liquidarlo) sólo tiene sentido
articulada sobre el derecho de propiedad,
de suerte (o desgracia, según se mire) que todos los demás derechos, por muy universalmente reconocidos y sancionados
que estén, por muy humanos que los
consideremos, por muy básicos que
parezcan, sólo cobran verdadero sentido
por referencia a aquel.
Hablando en plata: los derechos son para quien pueda
pagárselos (o pueda pagarse las estructuras e instrumentos que le permitan
ejercerlos) y siempre en la medida en que pueda hacerlo...
O sea que mi libertad de expresión y la libertad
de prensa a mi alcance llegan hasta donde llega este blog. ¿No es de agradecer tanta claridad?.
Nacho Fernández del Castro,
28 de Noviembre de 2013
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