sábado, 9 de noviembre de 2013

Pensamiento del Día, 9-11-2013



«Porque las ideas están más vivas que los hombres, es por las ideas que los hombres viven y es por ellas que morirán sin murmurar. Ahora bien, todas nuestras ideas son mortíferas, ninguna de ellas obedece a las leyes de la objetividad, de la mesura o de la coherencia, y nosotros, que perpetuamos estas ideas, caminamos hacia la muerte como autómatas
 (Albert CARACO; Constantinopla –actual Istambul-, Imperio Otomano, 10 de julio de 1919 – París, Francia, 
22 de septiembre de 1971. Bréviaire du chaos Breviario del caos -, 1999 
-2006 para una edición en castellano-.)
Amamos las ideas, amo las ideas... Las ideas son lentas (Platón y los suyos pensaban que inmutables) y abstractas (ellos pensaban que intentar concretarlas es corromperlas), pero de muy largo recorrido (pensaban también que, de hecho, eran eternas)... Mucho mayor, desde luego, que el de cualquier ser humano, incluso que el de cualquier generación, sociedad o cultura.
Y, porque amamos las Ideas, las escribimos tantas veces con mayúsculas: Bien, Bondad, Belleza, Libertad, Justicia, Igualdad, Cooperación, Fraternidad... Tal vez intentando conjurar esa inevitable y conflictiva degeneración que se produce cuando tratamos de plasmarla en una norma o en nuestras actuaciones particulares o colectivas.
Pero, por desgracia, lo único que logramos al hacerlo es sacralizarlas... Convertir los textos normativos que tratan de acogerlas en textos sagrados pretendidamente inmutables (como nuestra Santa Constitución, sólo modificable, por los propios sumos sacerdotes de la casta política más allá de cualquier voluntad popular, con la nocturnidad y alevosía propias de los rituales más mefistotélicos, para dar satisfacción a algún dios de las sombras, la mano oscura de los mercados), convertir nuestras acciones cuando las invocan en mero ritual propiciatorio para contentar a todos los dioses de nuestros imaginarios colectivos.
Por esas ideas con mayúsculas se ha matado y se mata, se ha muerto y se muere... Tras esas ideas con mayúsculas se pueden y suelen guarecer muchos intereses minúsculos, rastreros, bastardos...
Amo las ideas, ya lo he dicho... Pero sólo en cuanto me permiten comprender mejor la realidad (más allá de cualquier pretensión de objetividad absoluta), ser radical por buscar las raíces de las cosas (no por practicar el vano espectáculo de la desmesura), desarrollar una lógica material capaz de apostar por una mejora universal de las condiciones de la vida humana (más allá de cualquier atrincheramiento tras una voluntad de razón unitaria)... Así que está muy lejos de mi intención morir o matar por ellas.
Acaso porque sé que mi idea de libertad no es la de la Atenas clásica (que no llegaba para cubrir a los esclavos o las mujeres) ni la de las gentes contemporáneas neoliberales, o que mi idea de solidaridad no es la del populismo romano del “pan y circo” ni la de Rajoy y sus secuaces...
Prefiero, en medio de este mundo caótico, que mi inevitable camino hacia la muerte sea consciente y vinculado a procesos meramente biológicos no acelerados por la patética defensa de cualquier etérea abstracción o los intereses más o menos disimulados de alguna casta.
Nacho Fernández del Castro, 9 de Noviembre de 2013

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