martes, 4 de febrero de 2014

Pensamiento del Día, 4-2-2014



«No sabemos dar mucho crédito a la palabra felicidad, pero donde ella falta las cosas están como llenas de humedad y de telarañas, y los seres segregan un vago olor a placenta podrida, y las cosas que dicen contienen algo purulento y esquivo, y los ojos les brillan no por la fuerza de la vida, sino por el empuje de un ansia de autocastigo o de venganza: eso le vi en los ojos a la joven esposa de mi amigo, y supe que no había nada sobre la tierra lo suficientemente casto y honorable como para impedir que esa mujer y yo nos lamiésemos la cara, los hombros, el sexo, las manos, la sangre.»
 (Félix GRANDE LARA; Premio Nacional de Poesía 1978, Premio Nacional de Flamencología 1980, Premio Nacional de las Letras Españolas 2004; Mérida, Badajoz, 4 de febrero de 1937 - Madrid, 30 de enero de 2014. “Sara”, capítulo inicial de Lugar siniestro este mundo, caballeros, 1980.)
La vida nos hace trampa muchas veces... De hecho se porta con la mayoría de la humanidad como una vulgar trilera siempre capaz de hacer que parezca que somos nosotros mismos los que elegimos el trile vacío... O, más aún, el trile que encierra todo lo siniestro del mundo.
Es como esas voces políticas y/o mediáticas que nos declaran culpables de una crisis financiera que “les obliga” a castigarnos con recortes de salarios, de derechos, de vida, por “haber vivido por encima de nuestras posibilidades”, o sea justamente en las posibilidades que ellas se encargaron de pregonar como su gran logro y las ávidas manos del poder financiero de gestionar con voluntad usurera.
Pero, bueno, el caso es que, presas en lo siniestro de este mundo, cada día más buenas gentes se alejan de la más mínima expectativa de felicidad. Y, sea esto lo que sea y por poco crédito que le otorguemos al concepto, sin un impulso hacia la felicidad (que, decía Aristóteles, podría definir la esencia misma de lo humano) el yo se llena de ansias de venganza contra el mundo y contra uno mismo mientras la atmósfera que lo envuelve se torna pútrida y fétida.
Y, ya sin dioses (con el permiso de Rouco Varela y sus representantes en el gobierno; y por más que, como diría Manolo Vázquez Montalbán, nos quede la televisión), todo está permitido mucho más allá de cualquier criterio de burguesa y bien pensante honorabilidad.
Y Félix Grande supo intuirlo con quejío profundo que sólo encontraba remanso en sus pasiones, la palabra, el cante, la mujer... Lugar siniestro este mundo, caballeros.
Acaso por eso se fue... Y porque muchos y con mucha fuerza pretenden impedirnos ya hasta ese solaz, acaso un poco masoquista y un mucho vindicativo, que hace mofa y befa de todo lo casto y honorable.  
Nacho Fernández del Castro, 4 de Febrero de 2014

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