miércoles, 5 de febrero de 2014

Pensamiento del Día, 5-2-2014



«Elegimos para este discurso el tema de la arquitectura y de la naturaleza, que podemos traducir, en términos estrictamente arquitectónicos y críticos correspondientes a arquitectura orgánica y arquitectura no orgánica, o arquitectura clásica y arquitectura romántica. (...) ¿Qué se entiende por arquitectura orgánica, natural?. Se entiende una arquitectura que no se limita a priori, una arquitectura “abierta” que acepta la naturaleza, que se acomoda a ella, que busca mimetizarse con ella, como un organismo vivo, una arquitectura que llega a asumir formas de un mimetismo, como un lagarto sobre las piedras al sol. (...) ¿Qué se entiende por arquitectura no natural, arquitectura que encuadra la naturaleza sin formar parte de ella?. Una arquitectura delicadamente apoyada en la naturaleza, (...) una arquitectura que vigila la naturaleza pero que no le da confianza y puede estar tanto aqui como allá. (...) La primera posición en íntimo contacto con la naturaleza y la segunda suficiente en sí, separada de la naturaleza. (…) ¿Qué hay de real en estas dos categorías?. ¿Existe realmente un compartimiento estanco orgánico-natural y racional-no-orgánico?. (...). Cualquier obra de arte válida es orgánica en cuanto responde a principios verdaderos, naturales, orgánicos. (...) Ninguna obra válida huye de la ley de la organicidad en tanto que es natural y no modificable por el hombre. (...) La arquitectura orgánica fascina, pero en la no orgánica nosotros sentimos una profecía: (…) el plano no existe en la naturaleza, pero el hombre lo ha pensado y puede usarlo.»
(Lina BO BARDI, nacida Achillina BO; Roma, Italia, 5 de diciembre de 1914 — São Paulo, Brasil, 
20 de marzo de 1992. “Arquitetura ou Natureza ou Natureza e Arquitetura”, discurso pronunciado en la Casa de França de Salvador de Bahía y no publicado, Arquivo ILBPMB, 27-09-1958.)
Hace cien años nacía en Brasil una de las arquitectas de mirada más limpia y estimulante... Sus digresiones sobre la relación entre Arquitectura y Naturaleza (así, con abstracción mayúscula) nos muestran en muchos sentidos como esas relaciones se hacen verdaderamente humanas (cobran dimensión humana, desbordan el falaz antagonismo entre naturaleza y cultura) cuando se establecen entre arquitectura y naturaleza (así, con concreción minúscula)...
¡Qué hermosa enseñanza  para tantos discursos secuaces y vasallos del poder que tratan de establecer “la necesaria conversión de la Política (institucional y alejada de las calles y plazas) en mera Economía (o, para ser más precisos, en una lectura ideológica, ultraliberal de la Economía)”!. Porque, como en el caso de la arquitectura y la naturaleza, las relaciones entre política (la de todos los días, la que organiza y repercute en la vida concreta de la ciudadanía, tan alejada de primas de riesgo y valores bursátiles) y economía sólo se hacen verdaderamente humanas tienen por único objetivo (desde su consideración minúscula que se abre a posibilidades) la mejora de la vida humana concreta. Sin apriorismos que aplastan la ciudadanía de a pie bajo los grandes manejos macroeconómicos que sólo a una minoría benefician (precisamente a quienes pueden imponer la socialización de sus pérdidas, mientras privatizan las ganancias de toda la comunidad).
Pero, en fin, a buena parte de la casta política, como a la economía liberal, a los poderes económicos o a las arquitecturas inhumanas, lo que realmente les molesta es precisamente la ciudadanía.
Nacho Fernández del Castro, 5 de Febrero de 2014

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