«Sentí una parte de
densa congoja, nueve de fuerte acojono, unas gotas de amarga desesperación,
hielo picado hasta el borde del alma y una guinda verde de rencor: pésimo trago.»
(Juan BAS; Bilbao, 19 de
diciembre de 1959. Alacranes en su tinta, 2002.)
El cóctel que nos sirven, aquí y ahora, cada
día, es un pésimo trago... La congoja más densa, el acojone más extremo y la más amarga desesperación se combinan, enfriados
como nuestros anhelos y adornados
por un rencor paralizante, hasta
provocarnos una resaca de miedo.
.Y
lo tienen bien montado... Suyo es el poder
y la fuerza (como dicen los cristianos de su dios), suyos son los voceros
que construyen el imaginario colectivo
que más les conviene, suyo es el tugurio y quienes lo atienden. Así que casi no
queda otro remedio: te lo bebes (y te alienas) o mueres de sed.
Se
trata, pues, de volver la vista para redescubrir el agua fresca de los mejores
torrentes, tan alejados de los palacios que hasta ellos los ignoran... De
replantar los territorios más perdidos de la manos del poder con las uvas que
den sabrosos vinos sin pretensiones, sin “homologaciones” de supuestos orígenes...
De buscar, en suma, tragos alternativos, hoy muy modestos, pero mucho menos
enajenadores. Acaso se llaman, se siguen llamando, lucha, solidaridad, cooperación, amistad... Voluntad de ser con
los demás, resistiendo y disintiendo.
Nacho Fernández del Castro, 1 de Junio de 2012
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