«¿Hasta qué punto puede un héroe deshonrarse?. ¿Tanto como para perder su
alma?. Dhamon Fierolobo, un antiguo Héroe del Corazón, se ha sumido en una
amarga vida de crimen y sordidez. Ahora, mientras poderosos dragones, señores
supremos de la Quinta Era,
conspiran fríamente para consolidar su dominio y destruir a sus enemigos,
Dhamon debe encontrar la fuerza de voluntad para redimirse. Aunque tal vez ya
sea demasiado tarde.»
(Jean RABE; Ottawa, Illinois, Estados Unidos, 19 de junio de 1957.
Downfall, the Dhamon Saga I -El héroe caído-, 2002.)
El viejo canto
de los héroes se torna, en estos tiempos
sumisos, simple susurro vergonzante... Las antiguas glorias de las almas nobles se transmutan en nostalgias inútiles en la hora
de los oprobios globales... Los latidos
rebeldes de corazones prístinos apenas son un eco lejano y confuso ante el
advenimiento de la gran estafa criminal
que llaman crisis.
Y
la mayoría, esa a la que siempre le toca llorar mientras unos pocos ríen, comienza,
fragmentada y marchita, a autoconvencerse de que todo está ya perdido, de que todo
es ya inútil, de que ya es demasiado
tarde... O, lo que acaso es peor, a confiar su suerte al albur de alguna oscura y oculta fuerza de voluntad redentora.
Pero
el dilema es muy otro... O todos,
tirando lastres y recelos por la borda, o, efectivamente, nada.
Nacho Fernández del Castro, 14 de Junio de 2012
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