«...La gran crisis económica que empezó en 2008 como una especie de
equivalente de derechas de la caída del muro de Berlín aportó la inmediata
percepción de que el Estado era esencial para una economía en apuros.»
(Eric John Ernest HOBSBAWM; Alejandría, Egipto, 9 de
junio de 1917 - Londres, Inglaterra,
1 de octubre de 2012. How to Change
the World: Tales of Marx and Marxism 1840-2011
-Cómo cambiar
el mundo: Marx y el marxismo 1840-2011-, 2011.)
Entre otros curiosos (léase paradójicos) espectáculos que nos ha dejado la crisis-estafa en la que aún estamos, destaca muy especialmente el
carácter esencial que han descubierto
en el Estado sus eternos detractores,
esos neoliberales que dicen ser
herederos de los fisiócratas del “laissez faire, laissez passer”... En efecto, impulsados y avalados por
los amos del mundo, actuando como sus
auténticos testaferros políticos, los
ocupantes de las poltronas del poder
formal han articulado, desde el Estado, las providencias para que, con dinero público, se desarrolle el nuevo principio de “privatización de las ganancias, socialización de las pérdidas”.
Así
que, vista la utilidad residual del Estado-nación
para salvaguardar políticamente los
intereses económicos de los poderosos, éstos han optado por situarlo en un imaginario de necesidad social pese a su
franca agonía, vacío ya de capacidades reales para administrar la producción y distribución de bienes y servicios de cara
a una mejor convivencia de una ciudadanía plural, de cara, en suma, al bien común.
El
Estado, inútil ya para garantizar bienestar alguno a sus gentes (cada día
más súbditas, aunque de otros amos), pasa, pues, a ser un elemento nuclear en el control de las poblaciones a través una intermediación pseudopolítica entre éstas
(condenadas a elegir entre una casta
estructuralmente corrupta supuestos males
menores) y quienes realmente tienen poder de decisión en el mundo, las
grandes corporaciones transnacionales
(o, si lo preferimos, lo que se suele llamar eufemísticamente mercados).
Lamentablemente,
ayer se apagó una de las voces, la de Hobsbawm, que nos enseñó mucho sobre la
historia de todo esto.
Nacho
Fernández del Castro,
2 de Octubre de 2012
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