«—...Era el culto del placer de los sentidos, libre de toda moral.
—Es todo lo contrario... No es un culto, sino una victoria de la razón
sobre el mito. No es un movimiento de los sentidos, es un ejercicio
del espíritu. No es el exceso del placer, sino el placer del exceso.
No es la licencia, sino una regla.»
(EMMANUELLE ARSAN, pseudónimo literario de Marayat
Rollet-Andriane, nacida como Marayat
Bibidh; Bangkok, Tailandia, 1932. Diálogo entre Emmanuelle y Mario, su “profesor
de erotismo”, sobre
“el sentido de Eros”
en Emmanuelle, 1959.)
Vivimos tiempos de temor y temblor, no hace falta decirlo... Los amos
del mundo, esas pequeñas élites que conforman el verdadero poder económico transnacional, han
convertido las democracias parlamentarias
en su particular teatro de títeres en
el que mueven los personajes de la casta
política a su antojo: recortan lo público
y desmantelan derechos universales, se
apropian del dinero de todos en favor de sus propios intereses, incorporan buena parte del ya menguado
bienestar colectivo a sus patrimonios personales, transmutan el bien común en beneficio privado... Y, claro, las
simples gentes de a pie permanecen atónitas,
paralizadas por el miedo, ante tan lúgubre espectáculo (más teatro de sombras que marionetas) y sólo aciertan a responder,
lejos del aplauso o el pateo, con sumiso
silencio (el de esa “mayoría
silenciosa” de la que tanto hablan y a la que tanto ensalzan Mariano Rajoy
y sus huestes). O sea, sumidas en un kierkegaardiano
temor y temblor.
¡Y
así ni siquiera hay manera de recuperar y refugiarse en la exploración del sentido del Eros!... Porque hasta las
leves formas del pretencioso discurso softcore sobre el erotismo,
tan propias de los años setenta del pasado siglo, se desvanecen ante nuestra
mirada... Como lo ha hecho la única auténtica Emmanuelle, Sylvia Kristel (Utrecht, Holanda, 28 de
septiembre de 1952 - Ámsterdam, 17 de octubre de 2012).
Nacho Fernández del Castro,
20 de Octubre de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario