«...Enseñar la vida sin haberla vivido era el crimen de
ignorancia más detestable.»
(Albert
COSSERY; El Cairo, Egipto, 3 de noviembre de 1913 - París, Francia,
22 de junio de 2008.
El profesor Gohar
justificando su opción por la pobreza en Mendiants et orgueilleux -Mendigos y
orgullosos-, 1955 -1989 para la edición en castellano-.)
Casi todas las personas dedicadas, con
esfuerzo más taimado que loable, a decirnos cómo
debemos vivir resultan inevitablemente sospechosas...
Nos
lo suele decir la casta política
cuando nos pide esfuerzos personales y
colectivos o nos anima a consumir,
cuando exige que nos apretemos el cinturón
o que ayudemos con nuestra liberalidad en
el gasto a que prosperen los negocios
de sus colegas, cuando nos afea el “haber
vivido por encima de nuestras posibilidades” o cuando trata de vendernos las bondades de eso que llaman “la
cultura emprendedora”... Nos lo suele decir, claro, algún gurú de guardia, religioso o quiromante,
desde sus increíbles credos o supersticiosas supercherías... Nos lo suele decir
incluso, con mejor o peor voluntad y menos énfasis cada día, gente dedicada al “magisterio de los valores” (entendidos
como entes eternos e inmutables o normas sacralizadas por consensos nada explícitos)
en los que “debemos ser instruidos”
para que, como decía textualmente la Ley Orgánica de Participación, Evaluación y
Gobierno de los centros docentes (1995) del efímero ministro pixueto
Gustavo Suárez Pertierra, “sepamos a qué
atenernos”.
Nos lo dicen, en fin, seres con cierta tendencia,
casi “profesional”, a representar lo que no son y a quien no deben, al fingimiento, al discurso vacuo e, incluso, a la interesada
mendacidad... Seres, en fin, que hablan de creencias en las que no creen, de hábitos nada habituales en su día a día, de formas de vida según las cuáles nunca han vivido. ¿Cómo fiarnos,
pues, de quienes no dudan en cometer “crimen
tan detestable de ignorancia e hipocresía”?.
Nacho Fernández del Castro, 5 de Febrero de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario