«Cada intento audaz de provocar un gran cambio en las condiciones existentes, toda visión elevada de
nuevas posibilidades para la especie humana, ha sido etiquetado siempre como utópico.»
(Emma GOLDMAN; Kovno, Imperio Ruso, 27 de junio de 1869 – Toronto, Ontario, Canadá,
14 de Mayo de 1940. "Socialism : Caught in the Political Trap”, 1912, publicado en Red Emma Speaks, Part 1 por Alix Kates Shulman, 1972.)
Cada voz que se levanta frente a la sinrazón existente, cada gesto que
alienta rebeldías contra el oprobio globalizado, cada mirada que
sueña horizontes para otros mundos
posibles, es inmediatamente descalificada por los testaferros políticos de los dueños del mundo y por sus voceros mediáticos como vana utopía...
Es
lógico, ellos (dueños, testaferros y voceros) son quienes más tienen que perder
con cualquier cambio: unos el control
directo del pastel, otros las porciones residuales y otros las mejores migajas.
Están con el todo o, al menos, maman del todo y no están dispuestos a
arriesgar su mayor o menor participación en este banquete en el que,
curiosamente, cuanto más lejos se está del poder
real (económico), más grande es el precio
que, en forma de sumisión (política,
intelectual, vital), hay que pagar a algún amo.
Pero
¿qué pasa con la inmensa mayoría, con quienes, entre ahogos y dolores multiformes, se ven forzados a sobrevivir en la nada?... Evidentemente,
de momento, parecen conformarse con la mera posibilidad
de sentir, por lo menos, esos ahogos
y dolores. De algún modo, parecen “naturalizarlo”
como su misma esencia, como su condición de ser y su forma de estar en el mundo.
Pero,
claro es difícil aceptar el discurso del formalismo
igualitario que hacen los mercachifles
de la democracia, los profesionales del fraude representativo, y no
cuestionarse el fatalismo esencialista
del dolor y del ahogo... Así que comienzan a sonar algunas voces, a
aparecer algunos gestos, a perfilarse algunos sueños alternativos. Los defensores de su propia participación en lo
establecido siguen descalificándolos como endebles, ingenuos, contradictorios, utópicos, incluso peligrosamente quiméricos. Pero ya
comienzan a dar un paso más, demonizándolos
y criminalizándolos en pleno uso del estrategia del miedo como instrumento de control.
Pero
ya hay quienes, frente al ahogo y el dolor, comienzan a sentir que a lo único que hay que tener verdadero miedo
es a caer en la trampa ese miedo instrumentalizado.
Así
que estamos en tiempos de conflicto...
¿Parsimonioso preámbulo de cambios?.
Nacho Fernández del Castro,
28 de Mayo de 2013
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