«El arte descubre su verdadero uso
social, no en el plano ideológico, sino que abriendo el paso del sentimiento al
significado, no para todos, dado que sería imposible, pero para todo aquel que
desee intentarlo. Ese impulso parece ser inmortal. Ciertamente ha existido
desde los orígenes mismos de la sociedad humana y, a pesar de la apabullante comercialización
del mundo del arte, de su fuga hacia la ética empresarial, de su adopción de
las estrategias comerciales y de su gradual evacuación del espíritu, sigue
existiendo también en estos momentos.»
(Robert Studley
Forrest HUGHES; Sídney, Australia, 28 de julio de 1938 - New
York, Estados Unidos,
6 de agosto de 2012. “The Future That Was” –“El Futuro que fue”-,
Capítulo VIII del libro
The Shock of the New: Art and the century of change –El impacto
de lo nuevo: Arte en el siglo XX-,
1981 -2000 para la edición en
castellano-.)
Entre los clamorosos silencios que nos ha
dejado el estío, duele en el arte la ausencia de una de las principales voces
críticas orientada por el saber del
sentido común... Robert Hughes supo enseñarnos, con impulso diario que
cuajaba en periódicas reflexiones más serenas, la verdad estética sorprendente de
unas obras transtemporales capaces de hacernos extraer, ayer y hoy, significados de los sentimientos que provocan a través los sentidos abiertos y limpios,
totalmente ajenos a tantas mentiras
derivadas de una banalización de la producción artística sometida a un
proceso de vacua comercialización en el
mercado capitalista global.
Ser
tozudos en esa voluntad de buscar sentimientos
en la percepción de propuestas artísticas
de ayer, de hoy y de mañana, para desbordarlos en significados vitales no universalizables, es también una forma de resistencia en y ante este mundo de mercachifles ansiosos por extender y vender la insignificancia.
Nacho Fernández del Castro, 2 de Septiembre de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario