viernes, 13 de diciembre de 2019

EL CENTRO MUNICIPAL INTEGRADO DEL LLANO CIERRA, EL MARTES 17 DE DICIEMBRE, LA PROGRAMACIÓN DEL TERCER CUATRIMESTRE DE 2019 DE SU FORO DE FILOSOFÍA POPULAR CON UNA REFLEXIÓN FILOSÓFICA SOBRE LA CORRUPCIÓN SISTÉMICA AQUÍ Y AHORA (¿”ENTRE PILLOS ANDA EL JUEGO”?)

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El Centro Municipal Integrado de El Llano (c/ Río de Oro, 37- Gijón), en su sesión del mes de Diciembre-2019 (Martes, 17, a las 19’30 horas),  del Foro Filosófico Popular “Pensando aquí y ahora” abordará el tema «La filosofía ante la corrupción sistémica aquí y ahora: ¿“Entre pillos anda el juego”?». La sesión se plantea como reflexión general y concreta que, inevitablemente debe partir de la vivencia inequívoca, presente cada día en todos los medios de comunicación social,  de un cierto “hedor a corrupción política” al que, por desgracia, parece que nos vamos acostumbrando (Gurtel, Púnica, Marea, ERE, son nombres que ya forman parte de esa desgracia de diccionario popular de la desvergüenza)… En la España de 2017, según los datos del Consejo Superior del Poder Judicial se abrieron 1.700 causas judiciales relacionadas con la corrupción política, resultando investigados más de medio millar de políticos (siendo las comunidades con más casos investigados Andalucía, 541 para una población de casi ocho millones y medio, y Valencia, 200 para una población de algo más de cinco millones, frente a La Rioja, con sólo 4 casos para una población de casi 325.000 habitantes)… Una situación, en fin, que, en cualquier caso, pone en solfa y bajo sospecha, ante la ciudadanía, toda dedicación voluntaria a los asuntos públicos (hasta convertir, por ejemplo, a todo concejal de Urbanismo en probable corrupto; o, en general, a las propias personas que a la política se dedican en uno de los “problemas fundamentales del país” –casi estabilizado ya en la segunda posición, tras el paro-, según revelan cada mes las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas sobre las percepciones de la ciudadanía)… En efecto, a cualquier lado que miremos, la corrupción política parece crecer cual mala hierba que impide todo atisbo de cosecha democráticaLo público se pone, sin gran rubor, al servicio de los intereses privados destrozando paisajes, mutando leyes cuando es menester según la conveniencia de los (verdaderos) poderes económicos, diezmando recursos físicos y humanos, empobreciendo pueblos e imposibilitando la vida en el medio natural…
Resultado de imagen de El Roto sobre corrupción políticaY es que el discurso de los ajustes urgentes e imprescindibles fue derivando prácticas, cuanto menos paradójicas: mientras los causantes y propagadores del crack financiero recibían cuantiosas subvenciones de dinero público para “salvar sus entidades” (que les permiten cobrar sueldos y primas astronómicos), la ciudadanía de a pie era vapuleada por el desempleo, las congelaciones y reducciones salariales, la precarización laboral, la desregulación de la jornada, los avisos de desahucio, el incremento de impuestos para la rentas del trabajo y la constante amenaza de ocaso del débil y menoscabado bienestar público... La “refundación del capitalismo” de la que todos los paladines del orden (bipartidista) establecido (de Sarkozy a Zapatero) hablaban al principio de la crisis, parece haber consistido simplemente en dejarlo campar a sus anchas, en la completa e incondicional rendición de lo político (los intereses  públicos, el cuidado del bien común) a lo económico (los intereses  privados, la multiplicación del beneficio particular a costa de lo que sea)… Y los amos del mundo parecen empeñados, en medio de una oleada ultraconservadora en la política mundial, en que esa precarización de la vida no tenga retorno, en que crezca o no el producto interior bruto mundial las desigualdades se disparen, en que mientras las cifras macroeconómicas repuntan la microeconomía cotidiana siga siendo cruel para los más… Con ello, la crisis económica va convirtiéndose (más allá de los menores o mayores repuntes) en una verdadera crisis social en la que, además de la división del planeta en Norte (países económicamente desarrollados y subdesarrollantes) y Sur (países económicamente subdesarrollados y desarrollantes), va extendiéndose en el propio mundo rico una inmensa bolsa de pobreza (eso que eufemísticamente llamamos “cuarto mundo”) que ya sólo puede sobrevivir de la limosna pública (esos 400 euros mensuales que reciben las personas paradas cuyas unidades familiares se han quedado ya sin ingreso alguno) o privada (comiendo en las Cocinas Económicas o recibiendo asistencia del Banco de Alimentos, vistiéndose en los roperos de Cáritas, durmiendo en los albergues para transeuntes,...). A su lado, el patrimonio de apenas una docena de las mayores fortunas de España bastaría para financiar todos los recortes que el gobierno ha hecho en los años más crudos de la crisis... No es nuevo el fenómeno, ya Benito Pérez Galdós, el centenario de cuya muerte será en 2020, lo retrataba con precisión en su Dinero, dinero, dinero (1865): «No es la Discordia, es la crisis. La crisis financiera, que es la más terrible de las crisis. La pobreza, mas no de uno, sino de todos los españoles, la bancarrota de una nación, la sublimidad del desfalco, el trueno reducido a su más augusta expresión».

Resultado de imagen de El Roto sobre corrupción políticaHoy, en cualquier caso, las políticas neoliberales de ajuste se imponen en todo el viejo mundo económicamente desarrollado, mientras asistimos a cierta emergencia económica de los países que, precisamente, han abandonado tales políticas… Aunque frecuentemente abortada por los intereses de los viejos poderes fácticos y el nuevo (des)orden económico mundial. Porque, digámoslo ya, los recortes drásticos del sector público, en realidad, se transforman rápidamente en disolución de derechos básicos como el acceso a la salud (ya con una disminución de la esperanza de vida en España, para contento del FMI, por primera vez en décadas), a la educación (ya con miles de personas excluidas de un sistema educativo en deterioro, por falta de apoyos o de recursos a partir de recortes en dotaciones y becas), a la protección de la dependencia (ya casi paralizada por la drástica reducción de recursos), a la vivienda (ya con cientos de miles de familias desahuciadas por unos bancos sostenidos con dinero público), al trabajo (ya con un proceso de precarización galopante que convierte el empleo digno en un artículo de lujo)... Y, en definitiva, en una privatización de los derechos (el que quiera salud, educación, pensiones o atención a sus dependencias que se lo compre en los mercados correspondientes,... si es que puede) que supone un proceso planificado de precarización de la vida para la inmensa mayoría de la población (abocada a la caridad cuando no puede acceder a esos mercados)... ¿Es aún posible, aquí y ahora, y contando con la indefensión aprendida por la ciudadanía del presente, mantener un mínimo de cohesión social?... ¿Es, en suma, posible hablar siquiera de paz social en medio de esta opresión globalizada que dinamita cualquier atisbo de bienestar universal y desanima el acceso a una participación democrática radicalmente ritualizada desde perspectivas meramente procedimentales que ahogan la esencia misma de la llamada voluntad popular?.
Resultado de imagen de Forges sobre corrupción políticaSon interrogantes que se perfilan ante una ciudadanía atónita, porque, vista a pie de calle, ¿qué democracia es ésta en la que los grandes especuladores son “premiados” por los poderes públicos (cada día con menos poder real) para compensar los descalabros de sus ambiciones con el dinero de todos?, ¿qué democracia es ésta en la que el poder real va ejerciéndose (cada día con menos tapujos) por los consejos de administración de las grandes corporaciones económicas, totalmente ajenas a cualquier atisbo de control popular?, ¿qué democracia es ésta en la que los beneficios acumulados en los ciclos de bonanza económica revierten en los amos del mundo, mientras las menguas económicas de las crisis las pagan sus nuevos esclavos (o sea, todos)?, ¿qué democracia es ésta en la que la creciente desafección política (patente en la indiferencia política de la juventud, en una abstención creciente y frecuentemente mayoritaria, en la situación de la casta política como segundo o tercer gran problema del país en las encuestas, etc.) no logra ni tan siquiera obstaculizar un poco, o hacer que por lo menos se disimule, la obscena y onerosa dramaturgia de unas instituciones políticas obsoletas, nada representativas (salvo en el sentido más teatral del término) y totalmente inútiles, que viven inmersas en un juego de apariencias al servicio directo de los poderosos (a los que llaman, eufemísticamente, mercados)?, ¿qué democracia es ésta que hace de la corrupción el combustible y el lubricante necesarios para que funcionen los propios motores y  engranajes del sistema?... No es, por supuesto, cuestión fácil responder a este tipo de  preguntas; pero es un reto ineludible (aunque la “intelectualidad integrada” lo eluda continuamente con actos de omisión vergonzantes) para una filosofía política del presente. ¿Se puede sostener un espectáculo democrático vacío de poder como cortina de humo protectora del juego de intereses de los verdaderos dueños del mundo?... ¿Se debe aceptar, en suma, que “lo público” se vaya reduciendo cada vez más al sostenimiento de unas élites políticas que, lejos de representar al pueblo (o, tan siquiera, a sus votantes),  actúan como casta que se autorreproduce al servicio del poder económico?. Porque ésta, más que la meramente económica, es la verdadera corrupción de la democracia: el planteamiento del sistema como un juego de alternancias entre relatos (perfectamente compatibles, pero aparentemente irreconciliables al manejar la exageración de las diferencias en aras de la creación de una suerte de “antagonismo de los partidarios” como patológico mecanismo de reducción de la angustia social) sobre “el mejor de los mundos posibles” por parte de una élites políticas que sólo representan a los verdaderos poderes económicos (de los que ejercen como más o menos disimulados testaferros), mientras la gestión política es llevada a cabo por un alto funcionariado independiente de cualquier control democrático… Algo de esto intuía ya la bicentenaria Concepción Arenal cuando afirmaba que «la democracia, como la aristocracia, como todas las instituciones sociales, llama calumnias a las verdades que le dicen sus enemigos y justicia a las lisonjas de sus parciales» (La igualdad social y política y sus relaciones con la libertad, 1898).
Resultado de imagen de Forges sobre corrupción políticaEvidentemente el movimiento de los indignados (según el título que recibiera del librito-llamada, Indignez-vous! -¡Indignaos!-, de Stéphane Hessel de 2010) que, especialmente en los años 2011 y 2012, mostró el hartazgo popular extendiéndose por las calles y plazas de todo el mundo,  desde el 15M y la ocupación de la madrileña Plaza de Sol (junto a las más emblemáticas de cientos de ciudades españolas) hasta Occupy Wall Street, pasando por las cuarenta mil personas que el 29 de mayo de 2011 llenaron con sus quejas la Plaza Syntagma de Atenas, fue la sacudida que situó en primer plano la gran corrupción política, no la del dinero público malversado y robado (que ya estaba en los medios), sino la del robo de la propia democracia a través de sufragios ritualizados para alternar en el poder formal, en una representación de teatro de sombras, partidos políticos que actuarían (encubiertos, como decimos, por el patológico síntoma de la “exageración de las diferencias”) como solidarios testaferrros de los intereses del verdadero poder, el económico. Su grito “¡No nos representan!” situó en el debate público la crisis de las democracias representativas en un mundo globalizado que desplaza los centros de toma de decisión política desde las instituciones gubernamentales de los Estados hacia los Consejos de Administración de las grandes empresas transnacionales; y supuso una verdadera deslegitimación de unas instituciones pseudodemocráticas y, con ello, de sus instrumentos de dominio (de los medios de comunicación social comprados por el propio poder económico –para construir cosmovisiones e imaginarios colectivos que “naturalicen” el estado de cosas y criminalicen cualquier alternativa-, al uso de las porras y las togas al servicio de normas como la nueva Ley de Seguridad Ciudadana española que condenan y castigan toda disidencia y/o resistencia ante lo considerado “políticamente correcto”)...
Resultado de imagen de Forges sobre corrupción políticaAhora bien, ¿cómo pasar de ese grito sabiamente deslegitimador al combate directo del modelo elitista que caracteriza las democracias parlamentarias (y bipartidistas) existentes sin caer en sus vicios internos (burocratización de procesos selectivos ajenos al debate político como medio para la consagración de castas al servicio de lobbies) y externos (representación real de los intereses de esos grupos de presión con olvido de la ciudadanía de a pie)?... ¿Cómo encontrar una “filosofía a pie de calle” (reclamada en un sentido originario, por ejemplo, por Marina Garcés desde su Filosofía inacabada, 2015, que va ya abriendo ya un camino -Fuera de clase: Textos de filosofía de guerrilla, 2016, o Nueva ilustración radical, 2017- en su intento de recuperar Un mundo común, 2013) capaz de alentar el debate público en ese combate redemocratizador?... En esa apuesta parecían estar nuevos partidos que, con buenas –sorprendentes, a veces- expectativas electorales, se encuadraron, de algún modo, en este fenómeno crítico de la escena política (buscando formas para resetear el sistema, que dirían Joan Subirats y Fernando Vallespín –España/Reset: herramientas para un cambio de sistema, 2015-, aún cuando las posibilidades de que desde las instituciones se pueda articular cambio radical alguno sean mínimas, como argumenta lúcidamente Slavoj Žižek –Acontecimiento, 2014-), como SYRIZA (Coalición de la Izquierda Radical) en Grecia o Podemos en España?... Y la evolución de las cosas parece dar la razón al mediático Žižek: ¿quiénes querrán, podrán y sabrán siquiera contribuir a la necesaria y urgente reconstrucción participativa de la democracia para convertirla en una “revolución ciudadana” que devuelva las instituciones al eso que, tantas veces con descarada demagogia, se da en llamar “pueblo” para que pueda manifestar y ejercer su voluntad de bien común?.
Porque esa es la gran cuestión a la hora de plantearse cómo pueda hoy, aquí y ahora, el pensamiento crítico enfrentarse a esas prácticas políticas corruptas legitimadas por el multiforme eco del discurso único de la democracia elitista: ¿cómo traducir la desafección política generalizada en impulso hacia otra concepción de la gestión pública, hacia una participación efectiva, constante y exigente de cada cual en lo que son asuntos de todos?...
Ya el propio Pérez Galdós lo veía muy problemático en su tiempo, como muestra los diálogos de los personajes de Cánovas (Episodios Nacionales, Quinta serie, 1912):
«- Segismundo: Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz razapobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte. No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos... Si nada se puede esperar de las turbas monárquicas, tampoco debemos tener fe en la grey revolucionaria. ¿Crees tú, Titilo, en la revolución?
- Titilo: Yo no -contesté resueltamente- No. No creo ni en los revolucionarios de nuevo cuño ni en los antediluvianos [...] La España que aspira a un cambio radical y violento de la política se está quedando, a mi entender, tan anémica como la otra. Han de pasar años, tal vez lustros, antes de que este régimen, atacado de tuberculosis ética, sea sustituido por otro que traiga nueva sangre y nuevos focos de lumbre mental».
Resultado de imagen de Faro sobre corrupción políticaNada nuevo bajo el sol… Porque, en definitiva se trata de lo de siempre: ¿cómo renovar el anhelo que, en una situación similar (que culminó con la condena y muerte de Sócrates), llevó precisamente al mismísimo Platón (según confiesa en su Carta VII, 325d: «Al ver esto y al ver a los hombres que dirigían la política, cuanto más consideraba yo las leyes y las costumbres, y más iba avanzando en edad, tanto más difícil me fue pareciendo administrar bien los asuntos del Entado. (...) La legislación y la moralidad estaban corrompidas hasta tal punto que yo, lleno de ardor al principio para trabajar por el bien público, considerando esta situación y de qué manera iba todo a la deriva, acabé por quedar aturdido. (...) Finalmente llegué a comprender que todos los Estados actuales están mal gobernados, pues su legislación es prácticamente incurable sin unir unos preparativos enérgicos a unas circunstancias felices. Entonces me sentí  irresistiblemente movido a dedicarme a la verdadera filosofía, y a proclamar que sólo con su luz se puede reconocer dónde está la justicia en la vida pública y en la vida privada. Así, pues, no acabarán los males para el ser humano hasta que llegue la raza de los auténticos y puros filósofos al poder, hasta que los jefes de las ciudades, por una especial gracia de la divinidad, no se pongan verdaderamente a filosofar.»  ) a “fundar” la filosofía?.
Resultado de imagen de Faro sobre corrupción políticaTodo ello será desarrollado por el propio coordinador del Foro, José Ignacio Fernández del Castro, que, como siempre, facilitará a las personas participantes un dossier con documentación sobre el tema abordado (incluyendo el guión de la sesión, recomendaciones bibliográficas y cinematográficas, e informaciones de interés). Tras su intervención (e, incluso, durante la misma) habrá un debate general entre todas las personas presentes. La sesión, qye se celebra en relación con el Día Internacional contra la Corrupción (9 de Diciembre),  tendrá lugar en el Aula 3 de la Segunda Planta, con asistencia libre.

jueves, 21 de noviembre de 2019

EL CENTRO MUNICIPAL INTEGRADO DEL LLANO CONTINÚA LA PROGRAMACIÓN DEL TERCER CUATRIMESTRE DE 2019 DEL FORO DE FILOSOFÍA POPULAR (26 DE NOVIEMBRE) CON UNA REFLEXIÓN SOBRE LA FILOSOFÍA FRENTE A LOS MICROMACHISMOS AQUÍ Y AHORA (SER MUJER EN UN MUNDO DE HOMBRES –A LA DEFENSIVA-) EN LA QUE PARTICIPARÁ NIEVES FERNÁNDEZ GONZÁLEZ


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El Martes, 26 de Noviembre de 2019, a las 19’30 horas,  en el Centro Municipal Integrado de El Llano (c/ Río de Oro, 37- Gijón), se desarrollará la sesión mensual del Foro Filosófico Popular “Pensando aquí y ahora” en la que se abordará el tema«La filosofía frente a los micromachismos aquí y ahora: Ser mujer en un mundo de hombres (a la defiensiva)». La sesión se plantea como reflexión general y concreta sobre la permanencia y efectos de la insoportable violencia patriarcal que constituye un verdadero feminicidio socialmente perpetuado en muchas de nuestras sociedades “avanzadas” (ya más de mil mujeres muertas por el mero hecho de serlo en el Estado español en lo que va de siglo)… Pero también sobre la influencia que la toma de conciencia sobre este hecho ha tenido en la reciente renovación, extensión y diversificación del hálito feminista en las nuevas generaciones de mujeres (y hombres), mientras por otro lado salen la luz ufanas las voces de un “fascismo sociológico” radicalmente heteropatriarcal y supremacista… Y es que, mientras se transmiten intergeneracionalmente cosmovisiones de las relaciones intersexuales perversas (véase, por ejemplo, Putas insumisas. Violencias femininas y aberraciones de género: reflexiones en torno a las violencias generizadas, 202017, de de Irene Sánchez, Neus Olivé, Lorena Martín y Laura Macaya), se prolongan (y aún recrudecen) prácticas de violencia (real –violencia de género en todas sus manifestaciones más visibles- y simbólica –asentada sobre las grandes industrias de producción cultural-, pública y privada-) para, en último extremo, seguir volcando el ámbito de lo doméstico (con valores que van de la ternura a la abnegación, presididas siempre por la “sumisión al macho”, al que se debe satisfacer) sobre mujeres (y otros colectivos “vulnerabilizados” como infantes y personas ancianas, que sólo merecerán consideración social en cuanto sean capaces de realizar actos de consumo significativos en distintos tipos de mercado o prestar servicios –gratuitos- de cuidado de la prole), manteniendo unas vergonzantes formas de precarización selectiva femenina  en el ámbito de lo laboral (véanse las tesis de Silvia Federici, por ejemplo, en su reciente El patriarcado del salario. Críticas feministas al marxismo, de 2018)… Son, en fin, características y consecuencias inerciales de esa sociedad patriarcal que, con sus mecanismos específicos de opresión/sumisión y los instrumentos de legitimación inherentes, deriva y legitima hoy, aquí y ahora, diferentes modos específicos de explotación laboral (como las maquilas) y doméstica, así como fenómenos  de exclusión (la prostitución o la precarización laboral, hasta llegar a los extremos del feminicidio –como ocurre, por ejemplo, en Ciudad Juárez-) y una permanente “resistencia ante los discursos de género” por parte de “minorías de notables” (como quienes lideran Vox) que los tachan como una imposición del pensamiento políticamente correcto (como se ve, por ejemplo, en el hecho de que la Ley Integral contra la Violencia de Género española esté continuamente en el debate público, con constantes propuestas de modificación restrictiva de sus supuestos y sus ya menguadas dotaciones económicas)… Frente a tales hechos, el movimiento feminista (acaso de modo sólo comparable con el ecologista) ha sido el que mayores logros ha conseguido en materia de incidencia política en los países económicamente desarrollados con democracias parlamentarias (véase, por ejemplo, Dos siglos de feminismo: Los ejemplos más significativos, los problemas más actuales…, 2017, de Cinzia Arrutza y Lidia Cirillo)… El impulso dado a la igualdad formal (legal) de género en la última mitad del siglo XX ha sido evidente (pensemos que hoy hace menos de noventa años del reconocimiento del voto femenino en España, el doble aún así que en países tan “desarrollados” como Suiza; o en que no hay ya partido político con aspiraciones parlamentarias reales –salvo los explícitamente fascistas- que no incluya en sus estructura y programas referencias de algún tipo a la “promoción de la mujer”)… Y, sin embargo, un patriarcado material de fondo sigue provocando sangrantes desigualdades entre hombres y mujeres (desde las salariales o de ejercicio del poder hasta las de atención a las tareas domésticas o a las generaciones anteriores y posteriores, en general, a las tareas de cuidado, poco o nada remuneradas y con reconocimiento social débil e hipócrita)... 
Resultado de imagen de El Roto sobre micromachismosSin duda, por todo ello cuajaron aquellos lemas como #NosParamos, #WeStrike, «Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras», «Eso que llaman amor es trabajo, no pago», en la convocatoria de  un paro laboral, estudiantil, de cuidados y de consumo el 8 de Marzo de 1818 (repetido en 2019) por una pléyade de grupos y activistas desde el feminismo organizado, que se dirigían universalmente tanto a mujeres asalariadas como no asalariadas, y de todas las orientaciones e identidades sexuales. El núcleo reivindicativo central era la apuesta por una sociedad libre de violencia machista, entendida ésta como la agresión (física o verbal) y el asesinato de mujeres por el mero hecho de serlo, pero también se incluían los derechos laborales de las mujeres precarizadas, la lucha contra la desigualdad salarial o contra el acoso sexual en el centro de trabajo;  y se hacía una denuncia pública de la pobreza, la violencia racial, la persecución a inmigrantes o los recortes en programas sociales y de salud que hacen este mundo y este tiempo más inhóspitos e insoportablemente injustos… Esas movilizaciones abarcaron a más de setenta países desde impulsos nacionales o locales y, en el marco  global, fueron articuladas por grandes coaliciones como la Internacional Feminista y Paro Internacional de Mujeres (International Women Strike), auspiciando asambleas preparatorias locales (en espacios públicos) de las marchas y diversas acciones en centenares de ciudades de todo el orbe, mientras el respaldo sindical era desigual y reticente (ante la propuesta de un paro específicamente femenino, para visibilizar nítidamente la relevancia del papel de la mujer tanto en el ámbito productivo como de los cuidados, con los hombres realizando un acompañamiento con asunción de las taréas laborales y de atención e incorporándose a otro tipo de acciones complementarias del paro), siendo, por ejemplo, en España los llamados “no mayoritarios” (CNT, CGT, CIG, CoBas y otros más o menos sectoriales) los que convocaron huelga general de veinticuatro horas en todos los centros de trabajo (en 2018) para dar cobertura legal a la convocatoria (los mayoritarios convocaron paros parciales y universales de dos horas por la mañana y dos horas por la tarde, caso de UGT y CCOO, o cuatro horas al mediodía, caso de USO;​ entre amenazas de la patronal por “secundar una huelga política” que no acabaron en los tribunales).
Resultado de imagen de El Roto sobre micromachismosSin duda, por todo ello habían surgido controvertidos grupos de acción simbólica directa como Femen (Фемен en su origen ucraniano), fundado el 10 de abril de 2008 por la economista Anna Hutsol en Kiev como impulso hacia una «Nueva Ética»… Sus integrantes femeninas realizan acciones de protesta, casi siempre con el torso desnudo y escrito con lemas contra distintas formas de opresión (contra el turismo sexual, las instituciones religiosas, las agencias matrimoniales internacionales o, en general, el sexismo en sus manifestaciones locales o globales), en actos e instituciones que son la punta de lanza simbólica del patriarcado (como ha sucedido recientemente, el 20 de Noviembre de 2018 en la Plaza de Oriente de Madrid, en un acto de exaltación fascista, convocado por la Asociación para la Derogación de la Memoria Histórica, en el que las activistas de Femen fueron agredidas y toqueteadas por los “machos ultra” ante la mirada de la policía, hasta que a ésta le pareció que ya se estaban pasando y decidió intervenir para evitar males mayores). Con centenares de personas activas (incluyendo algunos hombres), han extendido sus protestas por todo el mundo, más allá de Kiev y de Ucrania a partir de la cración de una sede en Clichy-sous-Bois, cerca de París, y representaciones en países como AlemaniaSuizaPaíses BajosPoloniaSueciaBrasilCanadáEstados Unidos o Italia
Resultado de imagen de El Roto sobre micromachismosSin duda, por todo ello surgió de forma viral, como hashtag en las redes sociales, el movimiento #MeToo  (Yo también), tras la sucesión de denuncias en octubre de 2017 de las constantes agresiones y acosos sexuales perpetradas por el productor de cine y ejecutivo hollywoodiense Harvey Weinstein… La expresión, cuyo sentido venía siendo habitual en las intervenciones de la activista social Tarana Burke, se popularizó a partir de las intervenciones de la actriz Alyssa Milano animando a las mujeres de todo el mundo a tuitear sus experiencias de acoso para mostrar la perversa naturaleza y gran extensión de las conductas misóginas (¡más de medio millón de mujeres, muchas de ellas con notoria presencia pública, han usado ya dicho hashtag!). 
Resultado de imagen de Forges sobre micromachismosEn fin, ya que de cine hablamos, aunque el imaginario social (patriarcal) representado en nuestras pantallas, pongamos por caso, el por el Rhett Butler (incorporado por Carl Gable ante la Scarlett O’Hara interpretada por Viven Legh) de Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, George Cukor, Sam Wood, 1939 –sobre la novela de Margaret Mitchell de 1937-) aparenta una evolución “liberalizadora”, que podríamos simbolizar en la Anastasia Steele (interpretada por Dakota Johnson, dispuesta a someterse en el cuarto rojo a la “magia dominadora y caprichosa” del Christian Grey interpretado por Jamie Dornan) de 50 sombras de Grey (Sam Taylor-Johnson, 2015 –con novela de E.L. Dames, 2011-), muy poco hay de nuevo, en realidad, en esta historia: recordemos, sin ir más allá, como en los años setenta del pasado siglo el refinamiento del imaginario patriarcal respondía al impulso de “alegre libertad femenina” (en el marco de una revolución sexual básicamente femenina y juvenil de la que autores como Wilhelm Reich ya venían hablando desde los años treinta –véase, por ejemplo, La lucha sexual de los jóenes, de 1932-), presente en movimientos contraculturales (v.gr., el hippie) y políticos (v.gr., Mayo del 68) con nuevos arquetipos de la racionalización para un “androcentrismo voluntariamente aceptado”, como  el del Mario incorporado Alain Cuny para aleccionar a Emmanuelle/Silvia Kristel en Emmanuelle (Just Jaeckin, 1974 –novela de Emmanuelle Arsan, 1959-), o el del Rene interpretado por Udo Kier para “ilustrar” a O/Corinne Cléry en Historia de O (Just Jaeckin, 1975 –novela de Dominique Aury como Pauline Réage, 1954-)… Y es que, ahora, en los tiempos de la universalización neoliberal y la precarización de la vida (véase, por ejemplo, Mujeres en la era global. Contra un patriarcado neoliberal, 2003, de Victoria Sendón de León) Christian Grey le dice a Anastasia Steele (y al mundo) “¡Sé libre!: ¡emancípate de las cadenas de las conquistas sexuales!”, del mismo modo que un gurú neocon gritaba desde una tribuna a las masas “¡Sed libres!: ¡emancipaos de las cadenas de las conquistas sociales!” en un chiste de El Roto. Perversión simbólica, en fin, nada inocente ni, por supuesto, liberadora, que trata de reintroducir la naturalización de la desigualdad de género, perdida ya la batalla en el campo epistemollógico/ontológico, por la vía del deseo y la voluntad en una mistificación del discurso de lo femenino que pide a las mujeres que, ante la imposibilidad ya de fundamentar científicamente su inferioridad y tendencia a la sumisión, lo hagan por la vía pascaliana de demostración subjetiva de la existencia de Dios, como una apuesta para vivir mejor, con mayor tranquilidad y en armonía con su propio deseo.
Resultado de imagen de Chistes sobre micromachismosPero, ¿tiene algo que ver todo eso con el sentir y decir de las mujeres concretas y diversas?, ¿es toda fémina que no se muestre bien dispuesta a la sumisión gozosa y voluntaria alguien que inevitablemente siente y dice como varón, o sea, que participa de buena gana en el discurso y las prácticas de una suerte (o desgracia) de patriarcado transgenérico?.
Resultado de imagen de Chistes sobre micromachismosEs imposible aceptarlo, y, por ello, lo verdaderamente necesario (y urgente) es una política genérica (compartida por mujeres y hombres) de “compensación de las desigualdades injustas”, capaz de reconstruir la sociedad y sus instituciones desde una perspectiva de mayor equidad social y más auténtica libertad sexual más basada en el encuentro (simétrico) de deseos que en el dominio (asimétrico) de voluntades  ¿Puede admitirse, en fin, que, so pretexto de la libertad sin barreras, se promocione el dominio sexual de las voluntades como ámbito natural de expresión del deseo (incluyendo fenómenos de “violencia de clase”, como los vientres de alquiler)?... ¿Es, en algún sentido, compatible dicha concepción del “discurso de lo femenino” con el impulso material hacia la igualdad social entre los géneros aquí y ahora?.
Resultado de imagen de Chistes sobre micromachismosEstos interrogantes nos sitúan, sin duda, ante la urgencia de reconducir la mirada postmoderna de ese “todo vale” legitimador de los procesos de dominio/sumisión intergenéricos para dirigirla a los procesos dialécticos que median entre los suelos pringosos y los techos acristalados del ´territorio femenino real, porque ahí viven la inmensa mayoría de las mujeres del planeta (y de los hombres, claro), esas mujeres concretas y diversas, en lucha cotidiana contra tantas violencias físicas y psicológicas, frente a tantas cadenas reales y simbólicas que les impiden despegar. Porque no hay duda de que la discriminación de género aun existe; y, lo que es peor, con frecuencia lo hace desde una “naturalización inconsciente”…  A veces casi imperceptible, como en el caso de ese marido que afirma que “ayuda a su esposa en los quehaceres de la casa” cuando ambos trabajan (también las propias mujeres que preguntan a sus amigas “¿tu marido te ayuda en la casa?“); como tantas personas que siguen pensando (y diciendo) que   las mujeres que juegan fútbol son unos marimachos“; como todos esos graciosillos (casposos) a los que parece tan ocurrente afirmar que  “las mujeres estudian MMC (Mientras Me Caso)“; como tanta gente que llena su boca de tópicos como “mujer que no cocina no consigue marido“ o repiten a sus hijos varones que “los hombres no lloran, pareces niña“…¿Quién no ha oído cientos de veces, en cientos de bocas (masculinas y femeninas) frases como estas?. Porque considerar que hacer tareas domésticas para el varón es “ayudar a la mujer” es, ni más ni menos, que considerar que esos quehaceres son inherentes a la condición femenina, cosa, en fin, “de mujeres”… ¿Hay algo realmente en la “esencia masculina” que incapacite a los hombres para manejar con eficacia una escoba o para atender adecuadamente y educar a una prole que es suya también?.
Resultado de imagen de Chistes sobre micromachismosEsa “naturalización de las diferencias de género” que deriva roles y adjudica valores diferenciales a los mismos, es una “violencia de baja intensidad” que está en la base del gran iceberg cuya pequeña parte visible son las agresiones y asesinatos… Y se manifiesta en lo que podemos llamar micromachismos. No es éste un término todavía acogido por el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, para lo que quedarán años de uso, pero podemos situar el origen de su uso en el psiquiatra Luis Bonino Méndez (véase, por ejemplo, su aportación “Asistencia en salud mental y problemática del género ” en la obra colectiva Los estudios sobre la mujerde la investigación a la docencia : Actas de las VIII Jornadas de investigación interdisciplinaria de 1991) para señalar una práctica de violencia en la vida cotidiana tan sutil que pasa desapercibida, pero que, sin embargo, refleja y perpetúa las actitudes machistas y la desigualdad de las mujeres respecto a los hombres. Por su parte, el psicólogo Javier Miravalles, acaso centrándose demasiado en las relaciones de pareja en detrimento de la sociedad en general, (por ejemplo, en la entrada “Sexismo ambivalente” de su sitio web, http://www.javiermiravalles.es/Sexismo%20ambivalente.html)
 señala como, en definitiva, los micromachismos son prácticas de dominación y violencia masculina en la vida cotidiana, esos pequeños y cotidianos controles, imposiciones y abusos de poder de los varones en las relaciones de pareja, al que diversos autores (Miller, Bourdieu, Glick, Castañeda, etc.) han llamado pequeñas tiranías, terrorismo íntimo, violencia “blanda”, ”suave” o de “muy baja intensidad”, tretas de la dominación, machismo invisible o sexismo benévolo…
Resultado de imagen de Chistes sobre micromachismosY, como no podemos aceptar un sexismo benévolo, si queremos transformar las estructura patriarcales que provocan el  gélido iceberg de la violencia de género, debemos derretirlo desde sus bases menos visibles… Y para ello, de las mujeres concretas y organizadas de forma diversa ha de ser la voz transformadora (tal como alienta, por ejemplo, el colectivo @CervantesFAQs FEM, surgido en Twitter en 2012 y que acaba de publicar en Noviembre de 2018 su primer libro: #Acción #Contradicción #Revolución).
Resultado de imagen de Chistes sobre micromachismosEl discurso de la “mistificación voluntarista de lo femenino”, como adecuación del viejo patriarcado a una versión extendida y diversificada en "imaginarios colectivos del género" para tiempos de globalización de la precariedad vital y la negación de lo común, legitima, pues, lo que hay y apuesta por una falsificación de la historia y del presente desdibujando, tras el denso humo del "dominio masculino", cualquier posible aprovechamiento de la igualdad formal para avanzar en la lucha material contra la feminización de fenómenos sociales tan incuestionables como el aumento de la pobreza y la desigualdad socioeconómica (por vías como el paro, la precarización laboral, el trabajo no cualificado, el empleo asistencial, la discriminación salarial, ...).
Resultado de imagen de Forges sobre micromachismos¿Cómo combatir esto?... ¿Son suficientes o útiles medidas como la discriminación positiva o las políticas de cuotas para deslegitimar los imaginarios de dominio/sumisión patriarcales?. ¿Cómo “desnaturalizar las diferencias de roles intergenéricos” que se manifiestan en los micromachismos?... ¿Y cómo dar pasos hacia una política de género (compartida por mujeres y hombres) que genere una sociedad y unas instituciones capaces de crear las condiciones de posibilidad de un desarrollo personal completo y satisfactorio para todo ser humano en el que todo tipo de relaciones intergenéricas se basen en un principio den encuentro de los deseos en un plano de igualdad?. Porque esa, a fin de cuentas, será la clave de una verdadera revolución ciudadana de los deseos y sus manifestaciones en una sociedad verdaderamente inclusiva más allá de voluntarismos y opresiones en el ser de la mujer (y del hombre). Una revolución que será con (y desde) las mujeres concretas y diversas, realmente existentes… O no será.
Resultado de imagen de Forges sobre micromachismosTodo ello será introducido en sus aspectos conceptuales y problemáticos básicos por el propio coordinador del Foro, José Ignacio Fernández del Castro, para abrir paso a las aportaciones de la ponente invitada, Nieves Fernández González (que fuera, hasta fechas recientes, profesora del Departamento de Filosofía y directora del IES “El Piles” de Gijón, cofundadora y expresidenta de la Tertulia Feminista “Les Comadres”, especialmente preocupada por la hermenéutica feminista y la coeducación, como se puede apreciar en artículos -en revistas especializadas como Círculo Hermenéutico- y libros -como Unidades Coeducativas, 2003, del que es coautora, o Sobre discípulas, estudiantes y damiselas. Lo que algunos filósofos filosofaron, 2011-)  Como siempre, se facilitará a las personas participantes documentación sobre el tema abordado (incluyendo el guión de la sesión, recomendaciones bibliográficas y cinematográficas, informaciones de interés, chistes, etc.), en un dossier elaborado por el coordinador del Foro.
Resultado de imagen de Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (25 de Noviembre)
Tras sus intervenciones (e, incluso, durante las mismas) habrá un debate general entre todas las personas presentes. La sesión, celebrada en relación con el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (25 de Noviembre),  tendrá lugar en el Aula 3 (Segunda Planta), con asistencia libre.

viernes, 25 de octubre de 2019

EL CENTRO MUNICIPAL INTEGRADO DEL LLANO CONTINÚA, EL DÍA 29 DE OCTUBRE, LA PROGRAMACIÓN DEL TERCER CUATRIMESTRE DE 2019 DE SU FORO DE FILOSOFÍA POPULAR CON UNA REFLEXIÓN FILOSÓFICA SOBRE LAS SOMBRAS DEL PRESENTE AQUÍ Y AHORA (SOBRE RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS Y NO VIOLENCIA)


Resultado de imagen de Gandhi por Banksy
El Centro Municipal Integrado de El Llano (c/ Río de Oro, 37- Gijón), en la sesión del mes de Octubre-2019 (Martes, día 29, a las 19’30 horas), continuando con la Programación del Tercer Cuatrimestre de 2019 de su Foro Filosófico Popular “Pensando aquí y ahora”, abordará el tema «La filosofía ante las sombras del presente aquí y ahora: Sobre resolución de conflictos y no violencia». La sesión se plantea como reflexión general y concreta que ha de partir necesariamente de la vivencia cotidiana de un multiculturalismo, diverso en su origen pero siempre creciente en nuestras suciedades, que debe ser capaz de someter a crítica los diversos tratamientos y propuestas políticas para abordar dicho fenómeno y trascenderlo en aras de un pluralismo que facilite una convivencia enriquecedoraPorque, en efecto, los países económicamente desarrollados (y subdesarrollantes), el llamado Norte, se convierten en un foco de atracción irresistible (fuertemente mediado por por el “espejismo” que pergeñan los nuevos mass media globalizados) para millones de seres humanos que apenas pueden sobrevivir precariamente en los países económicamente subdesarrollados (y desarrollantes) del llamado Sur … Esta migración económica, unida a otras de franco refugio frente a los estallidos del caos de este mundo en sus territorios de origen, se suman al propio carácter plurinacional y poliétnico de la constitución de los Estados-nación contemporáneos, para convertir las sociedades del presente en un abigarrado muestrario de diversidad humana, en un ámbito radicalmente multicultural y potencialmente generador de conflictos… ¿Cómo garantizar entonces, hoy, aquí y ahora, el sostenimiento de la cohesión social indispensable para una buena y próspera convivencia?, ¿cómo asumir, desde las naciones y culturas hegemónicas, desde las “sociedades receptoras”, la diferencia normativa, radical en tantas ocasiones, sin renunciar a la esencia misma de su pluralismo constitutivo?. ¿Cómo asumir por las naciones y culturas periféricas, por las “sociedades emisoras”, la frustración de sus aspiraciones y esperanzas en una perpetuación de la miseria relativa (y hasta absoluta)?... ¿Cómo armonizar, en fin, la tolerancia, como condición de posibilidad de la convivencia pluralista, con las tensiones fundamentalistas que, con uno u otro signo, tratan de negarla?.  
Resultado de imagen de Banksy y la desobedienciaY es que el propio sentido de la tolerancia ante la diversidad entra en crisis en este tiempo y este mundo donde las bases ética y étnicamente plurinacionales que dieron lugar a la constitución, moral y política, de los Estados modernos, hace poco más de dos siglos, se van viendo desbordadas por la polietnicidad derivada de sus prácticas colonialistas a lo largo del siglo XIX que hoy derivan en la generalización en las antiguas metrópolis, el llamado Norte, de flujos migratorios económicos y bélico-políticos masivos procedentes de las viejas colonias, los países del llamado Sur, configurando una suerte de multiculturalismo por superposición, que se añade al conflicto cultural propio de las sociedades complejas (con fenómenos contraculturales que rechazan y dinamizan la cultura dominante; con subculturas, como la rural, la femenina o la de las opciones sexuales minoritarias, que tratan de resistir y modificar el carácter urbano, masculino y heterosexual de la cultura hegemónica; con tensiones identitarias que se radicalizan frente a las contradicciones y malestares derivados la vieja homogeneización cultural y la nueva globalización económica…). Paralelamente, cada yo que forma parte de la ciudadanía de estas sociedades se torna múltiple tanto en sus identidades dadas (género, etnia, clase social, opción sexual…) como en las de adscripción voluntaria (relaciones sociales, religión, ideología, consumo,…), de tal suerte que sus manifestaciones identitarias (y su gestión de la alteridad) podrán ser muy diversas en el devenir del tiempo según la situación, el contexto de relaciones o el propio ánimo subjetivo… Vivimos, pues, un lugar y una hora donde las principales percepciones, actitudes y comportamientos ante “los otros” no pueden ya afrontarse desde una tolerancia discursiva al servicio de una gestión interesada y/o comercial del “juego de las alteridades” bajo las presiones homegeneizadoras del ser y el estar en nuestro mundo (que, por ejemplo, tratan de reducirlas a “identidades de consumo” o de integrarlas/someterlas a los discursos y prácticas de la tolerancia cero que, en realidad, sirven para legitimar el incremento del control social sobre mentes y cuerpos bajo distintas formas y grados de demonización y criminalización –véase, por ejemplo, Tolerancia Cero: Estrategias y prácticas de la sociedad de control, 2000, de Alessandro de Giorgi, o, en un plano más actualizado y local, In-tolerancia Cero: Un mundo con menos normas y sanciones también sería posible y quizás nos gustaría más, 2009, de Santiago Redondo Illescas). Y, por ello, debemos someter a crítica los propios procesos de construcción formal (normativa) de la tolerancia en nuestras sociedades, en cuanto se ven presididos, con demasiada frecuencia y tanto a nivel material como simbólico, por una concepción meramente mecánica (tolerancia como “desviación funcionalmente admisible de la norma”) al servicio de los intereses hegemónicos del mercado (como se ve nítidamente, por ejemplo, en propuestas viejas y nuevas ante la inmigración pluriétnica, como el llamado “contrato de integración”)… Sólo así podremos contribuir al debate y la reflexión compartida sobre la moralidad y viabilidad humana de las consecuencias políticas y sociales de esas orientaciones y prácticas (más allá del mero cálculo económico: “Todo necio / confunde valor y precio” diría Antonio Machado –“Proverbios y Cantares: LXVIII” en Nuevas Canciones, 1917-1930 en su edición de 1936-), intentando alumbrar algunas vías de resistencia material posible ante la sinrazón perpetuadora de esa cada día más visible e insoportable injusticia excluyente (que, por ende, es el caldo de cultivo más propicio para el odio, la violencia y el terror, como, por desgracia, se demuestra cada día).
Resultado de imagen de El Roto sobre Desobediencia civilTodo ello ha de permitirnos tanto comprender (y denunciar) los peligros que acechan tras ese tipo de discursos y prácticas relativos a la gestión instrumental de la alteridad, como debatir de forma radical (yendo a las raíces) el papel del reconocimiento del otro en la problemática reconstrucción política de un verdadero pluralismo sociocultural capaz de desarrollar una auténtica voluntad de resolución (material) de los conflictos derivados. Porque la evolución histórica de los fenómenos migratorios y cuantos han contribuido y contribuyen a la configuración de una realidad multicultural, en cuanto a la percepción de los mismos y de sus reflejos en el tratamiento por el discurso de lo políticamente correcto (tan presente en la concepción, guías y manuales de la educación en valores o la  Educación para la Ciudadanía, convertidas hoy, Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa –LOMCE- por medio, en una educación para la cultura emprendedora que introduce/refuerza en las enseñanzas medias materias como "Iniciación a la actividad emprendedora y empresarial", "Economía", "Tecnologías de la Información y la Comunicación", "Economía de la empresa", "Fundamentos de administración y gestión", insertándose incluso en otras materias mediante objetivos o criterios de evaluación como, por ejemplo, el de "comprender y apreciar la función axiológica de la Ética para establecer un sistema de valores que permita mejorar el clima laboral, comprendiendo que los valores éticos son clave para lograr el equilibrio entre innovación, sostenibilidad y competitividad", para la Filosofía de Primero de Bachillerato) no apunta precisamente en tal sentido… O sea que nuestra perspectiva crítica ante las formas, teóricas y prácticas, de afrontar la diversidad, como hecho, para buscar el pluralismo, como objetivo, ha de cuestionar también la supuesta necesidad de una (re)educación en valores (abstractos) de tolerancia o solidaridad, en tanto que su enfoque se encuentra firmemente asentado en las necesidades estructurales (demanda creciente, para empleos residuales de baja cualificación, de mano de obra precarizable y sumisa) del sistema de desarrollo económico neoliberal, que, por ejemplo, pasa del concepto “Europa fortaleza” a replantearse una “gestión de los flujos migratorios”; no, desde luego, al debate sobre el reconocimiento universal de la libertad de tránsito y asentamiento de las personas, sino como respuesta instrumental ante las necesidades acuciantes de personal (precariamente) dedicado al trabajo de fuerza o a la atención a distintas formas de dependencia para compensar nuestros bajos índices de natalidad y el acelerado envejecimiento de la población… Hechos que cierran tristemente el círculo (muy vicioso), de nuevas necesidades de mano de obra para trabajos asistenciales “de bajo estatus” en el mundo rico…
Resultado de imagen de Eneko sobre Desobediencia civil¿Cabe pues, aquí y ahora, el mero filtrado u obstaculización de los “flujos de la desesperación” que ahora practica la, otrora acogedora y hoy descompuesta, Europa con quienes huyen del hambre o del terror cotidianos), el mero enfrentamiento manu militari, a los conflictos derivados de la construcción histórica de colectividades complejas?... ¿Estamos aún a tiempo para buscar respuestas al conflicto que, partiendo del (re)conocimiento del otro, busquen la realización material de las condiciones objetivas para el desbordamiento de la alteridad en un pluralismo complejo capaz de entender y posibilitar la convivencia a partir del propio conflicto inherente?... Y, ¿no sucede lo mismo con las tensiones identitarias que amenazan las ya deshilachadas costuras de los declinantes Estados-nación?...

Resulta evidente la vinculación de estos planteamientos a la no violencia, como ideología y práctica ético-política que rechazando el uso de la la agresión, en cualquier forma, como medio para “cambiar las cosas” (bajo la convicción de que “todo acto violento genera más violencia”) ha tenido éxitos históricos evidentes, como las luchas de Mahatma Gandhi en la India (véanse sus escritos recogidos en castellano en Política de la No Violencia en 2008) o Martin Luther King (véase, por ejemplo, su famoso discurso “Tengo un sueño”, pronunciado ante doscientas mil personas en Washington el 28 de agosta de 1963, https://www.elmundo.es/especiales/2013/internacional/martin-luther-king/texto-integro.html) en Estados Unidos, o Desmond Tutu en Sudáfrica (véase, por ejemplo, su Sin perdón no hay futuro, con edición en castellano de 2018) o el movimiento sufragista que llenó en 1913 las cárceles inglesas con más de mil mujeres (buena parte de ellas en huelga de hambre), o los movimientos que en la España (y el mundo) de 2012 fueron respondiendo desde la desobediencia a los cambios normativos restrictivos (en materia sanitaria, de vivienda, atención a los inmigrantes, etc.) tras la crisis… Pero el propio Gandhi reconocía que, aunque «la violencia es el miedo a los ideales de los demás», «si hay violencia en nuestros corazones es mejor ser violentos que ponernos el manto de la no violencia para encubrir la impotencia»; Martin Luther King advertía que «no habrá ni descanso ni tranquilidad en Estados Unidos hasta que el negro tenga garantizados sus derechos de ciudadano: los remolinos de la revuelta continuarán sacudiendo los cimientos de nuestra nación hasta que emerja el esplendoroso día de la justicia»; y Desmond Tutu nos apunta claramente que «si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor»… Así que la opción de la no violencia, por mucho que  pretenda (re)humanizar la sociedad, apostando por el poder de la vida para afrontar los conflictos (al fin y al cabo el poder de los gobernantes depende, en último extremo, del consentimiento de la población) señalando como la legitimación de una “organización para la violencia” (que gasta tiempo y recursos en generar una cultura de la guerra basada en valores etnocéntricos, androcéntricos, de competitividad excluyente y destructiva) contribuye en el fondo a desdibujar socialmente el quién y el por qué de las verdaderas víctimas del sistema socioeconómico y político, por lo que difícilmente puede frenar, en esta sociedad postpolítica del control simbólico (completado con porras y togas cuando es menester), lo que ya señalaba Herbert Marcuse (véase, por ejemplo, El hombre unidimensional de 1964, que tuvo edición en castellano ya en 1965): «por muy pacíficas que sean o vayan a ser nuestras manifestaciones, hemos de contar con que se les opone la violencia de las instituciones» (ahí está la interpretación del delito de sedición que hace el Tribunal Supremo en su sentencia del procès, que nos convierte, de hecho, a casi todos en sediciosos) porque, a fin de cuentas,  «una ausencia de libertad cómoda, suave, razonable y democrática, prevalece en la civilización industrial avanzada» (como bien muestra la Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de Protección de la Seguridad Ciudadana, todavía en vigor). Y es que, por más que se valore la potencia de los mecanismos tanto voluntarios como condicionados de cohesión social, que se distinga entre la persona y el personajes frente a la construcción de la figura del enemigo, por más que se incida en la importancia de facilitadores de la inclusión frente a la jerarquización social, se refuerce el valor de la legitimidad (material) frente a la mera legalidad (formal), por más que se adopte una perspectiva activa de lucha social comprometida (con métodos no violentos de rechazo y denuncia de y no colaboración con toda forma de discriminación o violencia, de desobediencia civil frete a todo acto de violencia institucionalizada, de fomento de la organización y movilización voluntaria para la solidaridad entre iguales, de apoyo a todos los factores que favorezcan la extensión de una resistencia no violenta y activa frente a las injusticias, o, incluso, de superación de las tendencias violentas en uno mismo) frente a la pasividad (lo que nos sitúa ante una perspectiva de la práctica de la resistencia no violenta que bien puede abarcar desde la desobediencia civil –tan tematizada desde el Henry David Thoreau del Ensayo sobre la desobediencia civil de 1849, con versiones múltiples en castellano hasta la actualidad-, hasta la huelga de hambre, el boicot a productos de consumo o empresas, las manifestaciones pacíficas, los bloqueos con uso del propio cuerpo u objetos auxiliares de actividades nocivas y/o violentas, la no colaboración en actos violentos impuestos, o incluso la creación de estructuras alternativas con vocación de gobiernos paralelos), se encuentra con el hecho de que la sociedad aporta mucha más formación e información sobre coerción violenta que no violenta, que la resistencia ética puede derivar injusticias concretas, o que las vías hacia la negociación (o hacia el mero arbitraje ante el conflicto) aparecen frecuentemente cortadas por la primacía social de la razón de la fuerza sobre la fuerza de la razón  Es, en definitiva, lo que, en su mejor vertiente ilustrada, señalaba Jovellanos (en sus Cartas del Viaje a Asturias –Cartas a Ponz- escritas hacia 1782): «porque trabajar mucho, comer poco y vestir mal es un estado de violencia que no puede durar»…  Lo que, con hálito paradójicamente poético, confirmaba Bertolt Brecht: «sólo la violencia ayuda donde la violencia impera». Ahora bien, si consideramos la desobediencia civil en un sentido estrictamente thoreauniano (ajeno al egoísmo de tantas manifestaciones actuales de una concepción particularista de la objeción de conciencia)  vinculada a los actos de oposición pública y activa a leyes, políticas y actuaciones de gobiernos instituidos cuando quien desobedece tiene conciencia (manifiesta en argumentos racionales) de que de su dudosa legalidad y/o clara ilegitimidad, su esencia se constituye precisamente en torno al logro de un fin, el cambio social que reinstaure la justicia, con medios perfectamente compatibles con los más vívidos y hermosos manifiestos radicales contra la violencia que han producido, por ejemplo, episodios tan tristes de la Humanidad como la Segunda Guerra Mundial, pongamos por caso  la Crítica de la violencia (con reciente edición en castellano de 2010) de Walter Benjamin o Sobre la violencia que Hannah Arendt escribiera en 1970 (con edición en castellano en 2005). Acaso por ello, en tiempos confusos y hasta oscuros como el presente (véase, por ejemplo, Contra todo. Cómo vivir en tiempos deshonestos, 2016 -2018 en la edición en castellano-, del vigoroso ensayista thoreauniano Mark Greif) se multiplican en las redes sociales los llamamientos a distintas formas de desobediencia civil en actos calificados de ilegales por el poder realizados con carácter público y plena consciencia de sus causas y consecuencias (como, blanco sobre negro, refleja el Ensayo de un científico sobre la desobediencia civil, 2016, del biólogo Fernando Cervera Rodríguez). Y es que si, en definitiva, las leyes no deben sino regular la convivencia en paz, cuando la dificultan o impiden deben ser combatidas: es un contrasentido la “no convivencia pacífica” (no en vano afirmaba Thoreau que «bajo un gobierno que encarcela a alguien injustamente, el lugar que debe ocupar el justo es también la prisión»)… Pero hay cierta inocencia (podríamos decir que es víctima de las esperanzas de su tiempo, el siglo XIX) en Thoreau cuando considera que «el gobierno por sí mismo, que no es más que el medio elegido por el pueblo para ejecutar su voluntad, es igualmente susceptible de originar abusos y perjuicios antes de que el pueblo pueda intervenir», porque ignora todos los procesos que llevan a establecer nítidas servidumbres del poder formal (gobierno) hacia el poder material (económico) que dejan fragmentado, equívoco, difuso y confuso el propio concepto de “pueblo” (véase, por ejemplo, las vívidas reflexiones sobre ¿Qué es el pueblo? de Alain Badiou, Pierre Bordieu, Judith Butler, George Didi-Huberman, Sadri Khiari y Jacques Rancière publicadas en 2013 -2016 para la edición en castellano-).

Resultado de imagen de Eneko sobre Desobediencia civilTodo parece apuntar, pues, a una legitiEscuelamidad de la coerción no violenta (aunque pueda violentar a algunos) a los ataques violentos con los que los gobiernos aplastan los derechos ciudadanos, muy especialmente cuando la ciudadanía siente en su aliento toda esa impotencia (ya percibida por Gandhi) derivada de la inutilidad de llamar a tantas puertas institucionales selladas para las esperanzas y demandas humanas… La voluntad de resolución pacífica de los conflictos implica la articulación de cauces para una comunicación no violenta y simétrica en la que las partes sean capaces de articular una observación (distanciada) para el análisis de la situación que permita reconocer el conflicto en todas sus dimensiones, atender a los sentimientos y a las necesidades objetivas implicadas y formular racionalmente las condiciones y demandas que deben entrar en un diálogo para la resolución. Porque sólo desde esa voluntad y práctica podremos enfrentarnos a la tentación excluyente en ese mundo globalizado e interconectado, que tanto gusta de publicitar  el pensamiento neoliberal pero tan eficiente es en la producción de “excedentes humanos”… Tentación que, en todo caso, parece vana y absurda considerada a medio y largo plazo, pues, entre otras cosas, exigirá el continuo reforzamiento de una manu militari (a la vez que se levantan muros cada vez más altos con “concertinas” cada vez más hirientes para los cuerpos desvalidos y los valores de la humanidad toda) que, ante la radical injusticia en el reparto mundial de la riqueza, resista por la fuerza la presión de los más desfavorecidos… El reto es entender y posibilitar la convivencia a partir del “reconocimiento del otro” y del propio conflicto... Porque, ya lo decía Desmond Tutu: «reparar injusticias sin crear justicia siempre termina empeorando la realidad». Lo vemos cada día.
Resultado de imagen de Día Mundial de la No ViolenciaEste planteamiento será desarrollado, desde un enfoque participativo y problematizador, por el propio coordinador del Foro, José Ignacio Fernández del Castro, que, como siempre, facilitará a las personas participantes un dossier con documentación sobre el tema abordado (incluyendo el guión de la sesión, recomendaciones bibliográficas y cinematográficas, e informaciones de interés). Tras su intervención (e, incluso, durante la misma) habrá un debate general entre todas las personas presentes. La sesión, que se celebra en relación con el Día Internacional de la No Violencia (2 de Octubre),  tendrá lugar en el Aula 3 (Segunda Planta), con asistencia libre.