viernes, 20 de septiembre de 2019

EL CENTRO MUNICIPAL INTEGRADO DEL LLANO COMIENZA, EL DÍA 24 DE SEPTIEMBRE, LA PROGRAMACIÓN DEL TERCER CUATRIMESTRE DE 2019 DE SU FORO DE FILOSOFÍA POPULAR CON UNA REFLEXIÓN FILOSÓFICA SOBRE LA ENCRUCIJADA DE LAS DEMOCRACIA AQUÍ Y AHORA (MODELOS EN CONFLICTO ANTE EL PLURALISMO COMPLEJO)

Resultado de imagen de El Roto: dictadura financiera con capa de democracia liberal
El Centro Municipal Integrado de El Llano (c/ Río de Oro, 37- Gijón), en la sesión del mes de Septiembre-2019 (Martes, día 24, a las 19’30 horas), como cierre de la Programación del Primer Semestre de 2019 de su Foro Filosófico Popular “Pensando aquí y ahora”, abordará el tema «La filosofía ante la encrucijada de las democracias aquí y ahora: Modelos en conflicto ante el pluralismo complejo». La sesión se plantea como reflexión general y concreta que ha de partir necesariamente del hecho de que  eso que llamamos la ciudadanía de a pie no puede evitar su estupefacción (¿bochorno?, ¿horror?,…) ante la escena política contemporánea; y, como dice el tópico ancestral que “del asombro (incluso cuando nos da pavor) nace la filosofía” , ante ella se plantean interrogantes radicales sobre el sentido y función del gobierno de la polis... En síntesis, ¿es aún posible congeniar, aquí y ahora, en medio de la “dictarura de los mercados” que preside nuestras “sociedades del espectáculo” (véase La sociedad del espectáculo, 1996, de Guy Debord), el reflejo político de la voz del pueblo con la quiebra de las viejas utopías colectivas y la destrucción acelerada de los diversos desarrollos del bienestar social en la sociedad contemporánea?, ¿qué sentido tiene, en ese contexto, la proliferación global de una suerte, o desgracia, de populismo ultranacionalista más allá de los viejos neocon de la “era Thatcher-Reagan”?. Y es que, mientras teorías pragmáticas (y socialdemócratas) más optimistas, como la que se deriva del concepto de proyecto reflexivo del yo en Anthony Giddens (que, en último extremo, podría venir a decir que la literatura de autoayuda es la señal de que, por primera vez en  la historia de la humanidad, se sitúa la intimidad de cada sujeto ante la posibilidad real de la felicidad) o el de sociedad del riesgo de Ulrich Beck, se empecinaban en presentarnos este mundo, si no como “el mejor de los posibles”, sí, al menos, como “el de las mayores oportunidades y mejores expectativas posibles”; las evidencias se empeñaban (con un número creciente de yos imposibilitados para cualquier reflexión sobre su propio proyecto y un reparto cada vez más desigual de los riesgos en el planeta, en cada nación, en cada ciudad, en cada barrio...) en declarar periclitadas todas las condiciones de posibilidad para una implantación ética y política del bien común (incluso en la versión menguada del político socialdemócrata de sostenimiento de un cierto bienestar, que sus teorías pretendían legitimar)… ¿Cabe, pues, aún la buena ventura, individual y colectiva, en este mundo o, desdibujado el  horizonte de los derechos básicos como inherentes a la condición humana, todo es ya superchería en la mentada sociedad del espectáculo?.
Resultado de imagen de Forges sobre:  democraciaO, dicho en clave explícitamente política, ¿cómo intentar volver a la participación efectiva de la ciudadanía en la toma de decisiones que son relevantes para su vida como punto de partida para recuperar la gestión de la felicidad (individual y colectiva) posible?, ¿cómo recuperar, aquí y ahora, un demos que, más allá del maltrecho concepto (y las indignas prácticas) de la representación popular mediada por los partidos políticos, sea capaz de reconstruir su papel como agente activo de los asuntos públicos?... Porque, evidentemente, el movimiento de los indignados (según el título que recibiera del librito-llamada, Indignez-vous! -¡Indignaos!-, de Stéphane Hessel de 2010) que, especialmente en los años 2011 y 2012, mostró el hartazgo popular extendiéndose por las calles y plazas de todo el mundo,  desde el 15M y la ocupación de la madrileña Plaza de Sol (junto a las más emblemáticas de cientos de ciudades españolas) hasta Occupy Wall Street, , pasando por las cuarenta mil personas que el 29 de mayo de 2011 llenaron con sus quejas la Plaza Syntagma de Atenas, fue la sacudida que situó en primer plano la gran corrupción política, no la del dinero público malversado y robado cuyo eco estaba en los medios, sino la del robo de la propia democracia a través de sufragios ritualizados para alternar en el poder formal, en una representación de teatro de sombras, partidos políticos que actuarían (encubiertos por el patológico síntoma de la “exageración de las diferencias”) como solidarios testaferros de los intereses del verdadero poder, el económico… O, para decirlo con las siempre lúcidas expresiones de El Roto (Andrés Rábago García), un robo que dejaba la ciudadanía bajo una “dictadura financiera cubierta por una deliciosa capa de democracia liberal” (como tan vívidamente muestra, por ejemplo, la investigación de Kostas Jaritos en la novela Offshore, 2016, per Petros Márkareis).
Resultado de imagen de El Roto:  democracia liberalAhora bien, ¿cómo pasar de ese grito sabiamente deslegitimador (el famoso “¡No nos representan!”, que tan evidente se hace en estos tiempos en los que son quienes pretenden ejercer la función pública los que obligan a la ciudadanía a reperir su paso por las urnas hasta que ofrezcan un resultado “homologable por los poderes fácticos del momento, eso que llamamos “los mercados”… y sus comisarios) al combate directo del modelo elitista que caracteriza las democracias parlamentarias (y bipartidistas) existentes sin caer en sus vicios internos (burocratización de procesos selectivos ajenos al debate político como medio para la consagración de castas al servicio de lobbies) y externos (representación real de los intereses de esos grupos de presión con olvido de la ciudadanía de a pie)?.
Resultado de imagen de Forges sobre:  democraciaPorque, si su emblemático grito situó en el debate público la crisis de las democracias representativas en un mundo globalizado que desplaza los centros de toma de decisión política desde las instituciones gubernamentales de los Estados hacia los Consejos de Administración de las grandes empresas transnacionales, y supuso, por ende, una verdadera deslegitimación de unas instituciones pseudodemocráticas y, con ello, de sus instrumentos de dominio (de los medios de comunicación social comprados por el propio poder económico –para construir cosmovisiones e imaginarios colectivos que “naturalicen” el estado de cosas y criminalicen cualquier alternativa- al uso de las porras y las togas al servicio de normas, como la tristemente famosa Ley de Seguridad Ciudadana española, aun vigente, que condenan y castigan toda disidencia y/o resistencia ante lo considerado “políticamente correcto”), la falta de capacidad para traducirlo en cambios materiales en la vida pública institucional, ha llevado pendularmente al surgimiento de demandas de “salvadores” que encarnen el espíritu tradicionalista y autoritario de un nuevo populismo ultraconservador...
Resultado de imagen de El Roto sobre:  democraciaEn esa paradoja parece derivar este fenómeno crítico de la escena política: buscando formas, ya bastante fallidas, para resetear el sistema, que dirían Joan Subirats y Fernando Vallespín (España/Reset: herramientas para un cambio de sistema, 2015), aún cuando las posibilidades de que desde dentro o fuera de las instituciones se pueda articular cambio radical alguno sean mínimas, como argumenta Slavoj Žižek (Acontecimiento, 2014), como bien lo pueden atestiguar las trayectorias de SYRIZA (Coalición de la Izquierda Radical) en Grecia o Podemos en España… Mientras otros se dedican a ir recogiendo el nuevo “desencanto con lo políticamente correcto” (y su incapacidad para desprecarizar la vida) en una ambigua deriva ultraconservadora –que va tiñendo todo ese sector del viejo espectro político-... ¿Podrá salir de la relativa “repolitización de la ciudadanía”, que derivó el 15-M y, a través de los movimientos sociales, extendió ese contraste, la necesaria y urgente reconstrucción participativa de la democracia en una “revolución ciudadana” que devuelva las instituciones al pueblo para que pueda manifestar y ejercer su voluntad de bien común?.
Resultado de imagen de Forges sobre nosotros o el caosDe momento, lo patente y palpable es una pérdida de entusiasmo democrático con las instituciones públicas, aumentada por la vacua recursividad a las urnas (véanse, por ejemplo, La urna rota. La crisis política e  institucional del modelo español, 2014, del colectivo Politikon, o Contra las elecciones. Cómo salvar la democracia, 2013, de David Van Reybrouck), a la vez que se da una creciente exigencia ciudadana hacia unos servicios públicos menguados en sus recursos: la abstención (con su amalgama de variopintas motivaciones) se ha consolidado por encima del 30% (salvo fenómenos reactivos concreto y muy coyunturales) y es, casi siempre, el no-partido más votado; las encuestas (por ejemplo, las del Centro de Investigaciones Sociológicas) señalan, ya de forma estable, a los representantes políticos como uno de los mayores problemas de este país (por encima del terrorismo o las tensiones territoriales); la corrupción política crece sin parar, con más de mil políticos de diversas adscripciones condenados o imputados en diversas causas (en las últimas elecciones generales, por primera vez, alguno de los “partidos con aspiraciones de gobierno” ha tenido el dudoso honor de tener más políticos encarcelados que escaños en el parlamento) y todos los responsables locales de Urbanismo bajo sospecha; los políticos, por otra parte, cada vez se atrincheran más en una suerte (o desgracia) de casta, conformando élites que se van alternando, según sus propios rituales, en las instituciones del poder formal tras otra casta de burócratas independiente de todo control popular; el fenómeno de las llamadas “puertas giratorias”, paso de las responsabilidades públicas a otras en sectores de la economía privada más o menos directamente relacionados con las antiguas ocupaciones, sigue sin ningún freno real (volviendo a la ironía de El Roto, pare ce que la única perspectiva al respecto es que los políticos acaben diciendo algo como “Vamos a eliminar las puestas giratorias: administración y empresas compartirán despachos”); los servicios públicos son interesadamente menoscabados desde las administraciones mediante una merma de recursos, que se transfieren directa o indirectamente a los negocios privados, aumentando la desmotivación de un funcionariado “abandonado a su suerte”; la ciudadanía responde, con frecuencia creciente, ante esta situación neurotizante con violencia, verbal o física, dirigida a la cara visible de los servicios, el funcionariado que los desempeña; etc. La política parece haber dejado de ser, así, el noble arte dedicado a la mejor organización de la vida en la polis para garantizar el bien común, tornándose en refugio de pícaros y truhanes de diverso pelaje dispuestos, sin demasiados escrúpulos, a garantizar su propia mejor vida a costa del patrimonio común de la polis, dejando a un funcionariado desanimado y cada vez más precario (en recursos y en condiciones laborales) como barrera ante la extensión del descontento ciudadano, capaz sin embargo de captar la necesidad de unos servicios públicos de calidad para el desarrollo de una convivencia en condiciones mínimas de igualdad y cohesión social. Y es que, en efecto, a cualquier lado que miremos, la oscura connivencia entre lo público y lo privado parece crecer cual mala hierba que impide todo atisbo de cosecha democráticaLo público se pone, sin gran rubor, al servicio de los intereses privados destrozando paisajes, mutando leyes cuando es menester según la conveniencia de los (verdaderos) poderes económicos, diezmando recursos físicos y humanos, empobreciendo pueblos e imposibilitando la vida en el medio natural… El discurso de los ajustes urgentes e imprescindibles deriva, así, prácticas, cuanto menos paradójicas: mientras los causantes y propagadores del crack financiero reciben cuantiosas subvenciones de dinero público para “salvar sus entidades” (que les permiten cobrar sueldos y primas astronómicos), la ciudadanía de a pie es vapuleada por el desempleo, las congelaciones y reducciones salariales, la precarización laboral, la desregulación de la jornada, los avisos de desahucio, el incremento de impuestos para la rentas del trabajo y la constante amenaza de ocaso del débil y menoscabado bienestar público... La “refundación del capitalismo” de la que todos los paladines del orden (bipartidista) establecido (de Sarkozy a Zapatero) hablaban al principio de la crisis, parece haber consistido simplemente en dejarlo campar a sus anchas, en la completa e incondicional rendición de lo político (los intereses  públicos, el cuidado del bien común) a lo económico (los intereses  privados, la multiplicación del beneficio particular a costa de lo que sea). Con ello va extendiéndose en el propio mundo rico (ese 20% de la población muncial que disfruta, disfrutamos, del 80% de los recursos) una inmensa bolsa de pobreza (eso que eufemísticamente llamamos “cuarto mundo”, que supera ya los cuarenta millones de personas en la vieja “Eurpa del bienestar”) que ya sólo puede sobrevivir de la limosna pública (esos 400 euros mensuales que reciben algunas personas paradas cuyas unidades familiares se han quedado ya sin ingreso alguno) o privada (comiendo en las Cocinas Económicas o recibiendo asistencia del Banco de Alimentos, vistiéndose en los roperos de Cáritas, durmiendo en los albergues para transeuntes,...); mientras, a su lado, el patrimonio de apenas una docena de las mayores fortunas de España bastaría para financiar todos los recortes que el gobierno ha hecho en los años más crudos de la crisis...
Resultado de imagen de Chistes sobre promesas electoralesAsí que algunas de estas sombras de la crisis de las democracias representativas en un mundo globalizado derivan necesariamente en un cuestionamiento de las propias bases modernas del Estado-nación (desde las teorías clásicas del contrato social ´Hobbes, Locke o Rousseau- hasta el neocontractualismo, el comunitarismo o el enfoque dialógico contemporáneos), las fuentes de legitimación del dominio al uso y el modelo elitista que las caracteriza (apuntando vislumbres de pasos posibles para una reconstrucción participativa radical de la democracia desde lo local hacia lo global)…  ¿Cómo encontrar, entonces, una “filosofía a pie de calle” (reclamada en un sentido originario, por ejemplo, por Marina Garcés desde su Filosofía inacabada, 2015, que va ya abriendo ya un camino -Fuera de clase: Textos de filosofía de guerrilla, 2016, o Nueva ilustración radical, 2017- en su intento de recuperar Un mundo común, 2013) capaz de alentar el debate público en ese combate redemocratizador?...  Porque esa es la gran cuestión a la hora de plantearse cómo pueda hoy, aquí y ahora, el pensamiento crítico enfrentarse a esas prácticas políticas corruptas legitimadas por el multiforme eco del discurso único de la democracia elitista: ¿cómo traducir la desafección política generalizada en impulso hacia otra concepción de la gestión pública, hacia una participación efectiva, constante y exigente de cada cual en lo que son asuntos de todos (siguiendo, de algún, modo la estela dejada por la indignación hesseliana en el ¡Comprometeos!, 2011, de la conversación de Gilles Vanderpooten con el propio Stéphane Hessel, o el Reacciona, 2011, que pergeñaron en España Sampedro, Mayor Zaragoza, Baltasar Garzón, Torres López, Angels Martínez i Castells, Rosa M. Artal, Ignacio Escolar, Carlos Martínez, López Facal, Pérez de Albéniz y Lourdes Lucía)?... ¿Cómo renovar, en suma, el anhelo que, en una situación similar (que culminó con la condena y muerte de Sócrates), llevó precisamente al mismísimo Platón (según confiesa en su Carta VII, 325d: «Al ver esto y al ver a los hombres que dirigían la política, cuanto más consideraba yo las leyes y las costumbres, y más iba avanzando en edad, tanto más difícil me fue pareciendo administrar bien los asuntos del Entado. (...) La legislación y la moralidad estaban corrompidas hasta tal punto que yo, lleno de ardor al principio para trabajar por el bien público, considerando esta situación y de qué manera iba todo a la deriva, acabé por quedar aturdido. (...) Finalmente llegué a comprender que todos los Estados actuales están mal gobernados, pues su legislación es prácticamente incurable sin unir unos preparativos enérgicos a unas circunstancias felices. Entonces me sentí  irresistiblemente movido a dedicarme a la verdadera filosofía, y a proclamar que sólo con su luz se puede reconocer dónde está la justicia en la vida pública y en la vida privada. Así, pues, no acabarán los males para el ser humano hasta que llegue la raza de los auténticos y puros filósofos al poder, hasta que los jefes de las ciudades, por una especial gracia de la divinidad, no se pongan verdaderamente a filosofar.» ) a “fundar” la filosofía?.
Resultado de imagen de El Roto sobre las urnasTodo ello, en suma, habrá de situarnos ante un dilema central: ¿es posible aún la regeneración de las instituciones representativas de las democracias realmente existentes como garantes del ejercicio colectivo del bien común o, por el contrario, cualquier paso hacia una verdadera recuperación de la democracia exige el hallazgo, desarrollo y fomento de nuevos cauces de participación ciudadana adaptados al aquí y al ahora para un pacto social efectivo que determine la esencia y articulación de ese bien común en el presente?... Y ¿es aún posible, en tal contexto y contando con la indefensión aprendida por la ciudadanía del ahora, revitalizar una concepción y una práctica del servicio público que contribuya a la cohesión social?...
Resultado de imagen de El Roto sobre partidos genericosEste planteamiento será desarrollado, desde un enfoque participativo y problematizador, por el propio coordinador del Foro, José Ignacio Fernández del Castro, que, como siempre, facilitará a las personas participantes un dossier con documentación sobre el tema abordado (incluyendo el guión de la sesión, recomendaciones bibliográficas y cinematográficas, e informaciones de interés). Tras su intervención (e, incluso, durante la misma) habrá un debate general entre todas las personas presentes. La sesión, que se celebra en relación con el Día Internacional de la Democracia (15 de Septiembre),  tendrá lugar en el Aula 3 (Segunda Planta), con asistencia libre.

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