martes, 8 de julio de 2014

Pensamiento del Día, 8 de Julio de 2014



«Cuando entraron los nacionales, en venganza, fusilaron más de un ciento entre hombres y mujeres. Los formaron en la Plaza del Caudillo y se los llevaron andando hasta el cementerio.
Allí les hicieron cavar dos fosas mientras don Dámaso les daba la absolución. A unos les dieron a comer sopas de pan y ricino. Y se iban por las piernas abajo, con perdón. A las mujeres les cortaron el pelo al cero, pero les dejaron un mechón largo, igualito que las colas de las mulas, y les pusieron un lazo con la bandera monárquica. Se tenían que presentar en el cuartelillo, para luego ir a barrer las calles del pueblo. Por los dos lados se hicieron cosas malas
(Armando LÓPEZ SALINAS; Madrid, 31 de octubre de 1925 - 25 de marzo de 2014. Aída López a Matías en 
La Mina, 2013 –primera edición completa que incluye los párrafos censurados en las cinco ediciones publicadas entre 1961 y 1984-.)
El gran espectáculo de la maldad desatada y la venganza se expresa, en ocasiones (como la guerra o la posguerra), con furia tan tenebrosa como precisa... Pero claro, nunca con equidistancia, o sólo con la “equidistancia prudencial” con la que el bueno de Armando López Salinas (muerto este mismo año) intentaba hacer “tragables” para la censura franquista, en el tránsito de los años cincuenta a los sesenta del pasado siglo, las dolorosas historias que contaba en La mina (finalista del Premio Nadal 1959).
Uno no puede ser equidistante ante el oprobio ejercido por el más fuerte frente la rebeldía y resistencia más o menos violentas del más débil, cuando aquél se hace consciente de esa fuerza y la usa sin límites contra éste con voluntad inequívoca de generar sumisión bajo el lema “silencio o muerte”... Y no puede serlo llámese esa fuerza nacionalcatolicismo franquista, sionismo institucionalizado o mayoría absoluta en el gran teatro de sombras de un “Parlamento representativo” cualquiera (más o menos dilapidada y cuestionada socialmente)...
Uno no puede soportar racionalmente esa eterna y continuada estrategia del poder dirigida a la estigmatización de la disidencia como delito, crimen o locura.
Pero lo cierto es que, ante tantas causas que imposibilitan la equidistancia y hacen el entorno racionalmente insoportable, uno, a veces, se agota... Y hasta echa de menos aquellos veranos infantiles en los que nuestras vivencias estaban abiertas al tedio y el aburrimiento.
Nacho Fernández del Castro, 8 de Julio de 2014

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