martes, 1 de julio de 2014

Pensamiento del Día, 1-7-2014



«...La mujer cogió un puñado de arena y observo como se escurría entre sus dedos...



—¿Cuál es tu nombre? -le pregunto Esteban.



—Te lo dire si llegamos a ser amigos -respondio ella-. ¿Por qué debes matar al jaguar?.



Esteban le habló del televisor y después, sorprendido, se encontró describiéndole sus problemas con Encarnación y explicándole cómo pretendía adaptarse a sus nuevas costumbres... No eran temas adecuados para comentar con una persona desconocida, pero Esteban se sintió impulsado a tales intimidades; creyó percibir una afinidad entre ambos...» 




 (Lucius SHEPARD Taylor; Lynchburg, Virginia, Estados Unidos, 21 de agosto de 1947 − Portland, Oregón, 
18 de marzo de 2014. “The Jaguar Hunter” en la antología de cuentos del mismo título 
–“El cazador de jaguares”-, 1987 –edición en castellano de 1990-.)



Con cierta frecuencia nos sorprendemos hablando de cosas que probablemente ni  siquiera nos habíamos confesado a nosotros mismos con personas perfectamente desconocidas (o, si se quiere, recién y coyunturalmente conocidas)... Ocurre que ciertos halos intangibles son capaces de crear una atmósfera indefinible de afinidad personal que propicia la confidencia, la búsqueda de otro ser humano como espejo...



Es, al fin y al cabo, la base de la psicoterapia rogeriana... Ofrecer una alteridad como espejo que nos facilita la posibilidad de poner en palabras nuestras cuitas y, con ello, nos sitúa ante nuestras vivencias, temores y pensamientos más recónditos y privados (en un doble sentido, porque son íntimamente nuestros y porque llevamos tiempo impidiendo, con mayor o menor consciencia, que afloren) como paso imprescindible para una gestión personalmente más fructífera de los mismos.



Afortunadamente, esas personas que, en la vida cotidiana y aún sin pretenderlo, crean espacios y tiempos óptimos para una “comunicación sin límites del yo”, no cobran... Es su ventaja sobre los humanistas seguidores de Carl Rogers: valor sin precio.



Nacho Fernández del Castro, 1 de Julio de 2014

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