«No
te preocupes, no te avergüences de sentir lo que sientes, Es más, deberás
eternizar este tiempo, no olvidar jamás como eres en esto momento, como fuiste,
como deberías ser siempre. No se trata de que no olvides a determinada persona
sino de que no olvides cómo eras tú en este tiempo, por mucho que llegue a
convertirse en pasado remoto… Resulta esperanzador que estas cosas no dejen de
ocurrir.»
(Ramiro PINILLA;
Bilbao, Vizcaya, Euskadi, 13 de septiembre de 1923 - Baracaldo, 23 de
octubre de 2014.
La tierra convulsa –Verdes valles, colinas rojas. Parte I-, 2004 -1986-.)
Así que leer a Pinilla
es encontrarnos de frente con la más fluida y excelsa, la más transparente y
humilde, la más asombrosa y resca fuente de nuestro devenir colectivo del
pasado siglo... Hermosas palabras que, desde la honradez sin sombras de un
aislamiento rural buscado (después de máquinas navales, fábricas de gas o álbumes
de cromos), observan con calmada necesidad expresiva la contribución de los maketos a la consolidación del tejido
industrial, el auge del nacionalismo, los males de toda guerra o, en general, las pequeñas venturas y grandes desventuras
personales de la buena gente de a pie.
Pinilla fue, es, un
ejemplo vital incuestionable para quienes pensamos que cada cual debe poner
todos sus talentos a disposición de la lucha por un mundo más humano, más capaz
de acoger y dar abrigo a cada cual, menos dado al olvido y mucho más presto a
la hora de reconocer la diversidad como fecundo cimiento (necesario) de la
convivencia del mañana...
Leer a Ramiro
Pinilla (recuperado en sus últimos años por una editorial de prestigio y amplia
distribución) es el mejor homenaje que se le puede hacer... Porque la voz
literaria del entrañable Roque Altube de su trilogía sea eterna, aunque Samuel
Esparta, el detective que creara al final de su vida para resolver un crimen sin
esclarecer en esa magna obra (Sólo un muerto más, 2009) y, de
hecho, cerrara su producción narrativa (El cementerio vacío, 2013), ya no
podrá resolver(nos) más casos.
Nacho Fernández del Castro,
23 de Octubre de 2014
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