«Se
dispersaron en la calle, y se quedaron los últimos Souto y Petaca. Las palabras
de este en su despedida llevaban una carga plomiza: —Botas, mételes en Madrid
el gol de la Copa
para que el hijoputa de Franco nos la tenga que entregar a los vascos.
Ante la dureza de los entrenamientos Souto llegó a pensar que si se extendieran a las categorías inferiores surgiría una legión de mitos como Yermo y Belauste. Volvía a casa tan roto que si alguna vez esperó que la madre hablara fue entonces. Sentía a Cecilio muy próximo a sus agotamientos, sobre todo desde la noche en que le oyó al retirarse a dormir: “Hoy el chico ha roto las botas”. Pero seguía cumpliendo bien en sus citas con Irune en la playa.
Souto era un gran chutador, potente y colocando el cuero. El portero Lezama le temía. En cambio, sus remates de cabeza no pasaban de normalitos y el entrenador lo sometió a palizas intensivas. Los extremos Iriondo y Gainza lo bombardeaban desde las bandas y Souto desviaba con su testa balones que por la mañana eran de cuero y al final de la jornada le parecían de piedra. El sueño del rematador consiste en colar el balón por uno de los dos ángulos superiores “quitándole las telarañas”. Si, además, este gol resulta decisivo, pasa a los anales y el nombre del jugador a las generaciones futuras. Como si el fútbol fuera un proceso matemático. Medio palmo más allá o más acá no habría gol o perdería su magia, aunque talento y esfuerzo habrían sido los mismos. Existe en proyecto la jugada perfecta, pero solo de tarde en tarde el sueño se realiza. “El fútbol es así”, se filosofa. Pero hay desmayos matemáticos cuando surge el milagro. Uno de los encantos del fútbol es la democracia de los goles, pues tiene el mismo valor uno de sueño que otro metido con el culo.»
Ante la dureza de los entrenamientos Souto llegó a pensar que si se extendieran a las categorías inferiores surgiría una legión de mitos como Yermo y Belauste. Volvía a casa tan roto que si alguna vez esperó que la madre hablara fue entonces. Sentía a Cecilio muy próximo a sus agotamientos, sobre todo desde la noche en que le oyó al retirarse a dormir: “Hoy el chico ha roto las botas”. Pero seguía cumpliendo bien en sus citas con Irune en la playa.
Souto era un gran chutador, potente y colocando el cuero. El portero Lezama le temía. En cambio, sus remates de cabeza no pasaban de normalitos y el entrenador lo sometió a palizas intensivas. Los extremos Iriondo y Gainza lo bombardeaban desde las bandas y Souto desviaba con su testa balones que por la mañana eran de cuero y al final de la jornada le parecían de piedra. El sueño del rematador consiste en colar el balón por uno de los dos ángulos superiores “quitándole las telarañas”. Si, además, este gol resulta decisivo, pasa a los anales y el nombre del jugador a las generaciones futuras. Como si el fútbol fuera un proceso matemático. Medio palmo más allá o más acá no habría gol o perdería su magia, aunque talento y esfuerzo habrían sido los mismos. Existe en proyecto la jugada perfecta, pero solo de tarde en tarde el sueño se realiza. “El fútbol es así”, se filosofa. Pero hay desmayos matemáticos cuando surge el milagro. Uno de los encantos del fútbol es la democracia de los goles, pues tiene el mismo valor uno de sueño que otro metido con el culo.»

(Ramiro
PINILLA GARCÍA; Bilbao,
Vizcaya, Euskadi, 13 de septiembre de 1923 -
Baracaldo, 23 de octubre de 2014. Aquella edad inolvidable, 2012.)

No es que el sistema que gestiona tal sociedad
nos convierta en audiencia o clientela, como sostienen los más críticos
comunicólogos... Ni siquiera eso. Nos
convierte, en realidad, en irracionales “hinchas”
dispuestos a celebrar un gol de su equipo aunque, lejos de los sueños, se haya
metido con el culo (en falta clara y flagrante fuera de juego, incluso). Es la pseudodemocratización del todo vale. Muy
falsa “democratización”, porque, en último extremo, son los gestores del sistema los que deciden qué
es lo nos debe alegrar y lo que no... Y hasta la lista cerrada en la que elegir el “club de nuestros amores”.

Nacho Fernández del Castro,
25 de Octubre de 2014
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