«La soledad, el sentimiento y
conocimiento de que uno está solo, excluido del mundo, no es una característica
exclusivamente mexicana. Todos los hombres, en algún momento de sus vidas, se
sienten solos. Y lo están. Vivir es separarse de lo que fuimos para acercarnos
a lo que seremos en el futuro. La soledad es el hecho más profundo de la
condición humana.»
(Octavio PAZ
LOZANO; Ciudad de México, México, 31 de marzo de 1914 -19 de abril de
1998;
Premio Cervantes 1981, Premio Nobel
de Literatura 1990, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades
1993 por su revista Vuelta.
El Laberinto de la Soledad, 1950.)
Sentimos la soledad, fecunda, cuando, en contacto exclusivo con nuestra propia experiencia y saber, nos llega un atisbo de luminosa comprensión del mundo... Y nos juzgamos capaces de expresar ese entendimiento de algún modo, en algún
soporte que, a la postre, siempre resultará insuficiente y un poco frustrante.
La soledad
nos define para bien o para mal... Pero la construcción
de la particular soledad de cada cual sólo puede hacer se a partir de y en
referencia al mundo, a los demás.
La soledad
es, sí, la condición misma del tránsito entre nuestras costumbres y nuestras expectativas,
entre nuestro yo construido y nuestro
yo deseado... Un itinerario que, para
hacerse consciente, necesita, paradójicamente, del mundo, de los demás.
Por eso sentir
la soledad nos hace humanos... Pero más humanos cuanto ese sentimiento nos
remita más claramente a una soledad en
(buena) compañía.
Nacho Fernández del Castro,
2 de Abril de 2014
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