«Como el ataque de los marxistas era muy violento—le dice a
María Josefina Tejera—, la reacción guardaba silencio, esperando que yo fuera a
entregarme, puesto que me estaban considerando como suyo. Pero para mostrar que
se confundían y evitar equívocos, retiré mis obras de la circulación [se
refiere sobre todo a Los días terrenales,
1949, que recibiera virulentos ataques del “estalinismo oficial” iniciados
por Pablo Neruda]. No abdiqué. El propósito que me hice fue el de estudiarme a
mí mismo, lo cual me resultó muy bueno, porque me volví más antiestalinista y
más antidogmático.»
(José REVUELTAS SÁNCHEZ; Durango, México, 20 de noviembre de 1914 — Ciudad de México, 14 de abril de 1976. En Conversaciones con José Revueltas, compiladas por Andrea Revueltas y Philippe Cheron, 2001.)

Pero no, el caso es mientras unos (como el
gran Pablo Neruda) repartían bulas y sentenciaban aislamientos desde la
estricta ortodoxia estaliniana, otros, como el benemérito José Revueltas, habían
de luchar con denuedo por mantener su integridad ético-política, proyectar una
visión crítica del mundo al servicio de la verdad y evitar que su obra fuera
objeto de usos torticeros desde intereses reaccionarios.
Evidentemente, no es lícito hacer una revisión
del valor literario (o estético en general) de una obra a partir del talante o
actitud ético-política de su autor (entre otras cosas porque sobran los
ejemplos de personajes de más que dudosa catadura moral capaces de producir
obras excelsas que engrandecen loa Humanidad tanto como los seres de dignidad personal
y voluntad solidaria irreprochables que apenas si fueron capaces de alumbrar
obras muy menores, hasta el punto de convertir la propia biografía en su
aportación más valiosa para las
generaciones futuras)... Pero no menos ilegítima es la sacralización personal fundada en la grandeza de una producción artística
(y, desde luego, ésta puede resultar, como todo “culto a la personalidad”, mucho más peligrosa socialmente por sus
inevitables derivaciones caudillistas
y sectarias).
Nacho Fernández del Castro,
10 de Mayo de 2014
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