lunes, 12 de mayo de 2014

Pensamiento del Día, 12-5-2014



«¿Qué oscura fuerza, madre, o qué te determina?.
Algo hay, sin duda, cuando ya no oigo tu celeste gravedad.
No, y era un río tu cuerpo.
No, y la manzana de tus ojos.
Pregunto tocando los contornos,
la piel espesa de la noche
y si respondes no es tu voz, sino otra dura.
Nunca te he tenido mía, individual,
úsaliéndome tú del cuerpo, sino cóncava como una iglesia,
profunda como una nave,
madre como el mar.
Lloras y tus lágrimas caen como torres derribadas
una a una en Guernica, en Teruel,
en el Bajío de mi patria donde diariamente
un campesino cae o un maestro queda ciego.
Como tu llanto por la nieve sangrienta de Smolensk,
como en cada joven sin labios caídos sobre el hemisferio.
No recuerdo si rezabas y no sé, creo que no.
San Andrés de la Sierra era tu poesía
y desde ahí soñabas como hijos, un músico, un pintor…
No recuerdo si junto a mí, en la penumbra de una habitación,
rezabas algo; y no, no quiero recordarlo;
una vez caíste de rodillas. Me llevaban preso.
Levanta tu enorme rostro gigantesco
donde ha penetrado el mármol y crecen las flores.
Abre los huesos de tus ojos
donde cada ocho días penetra el agua de jardinero.
Estamos aquí compareciendo ante la luz.
Ya tus lágrimas triunfan.»
 
(José REVUELTAS SÁNCHEZ; Durango, México, 20 de noviembre de 1914 — Ciudad de México, 
14 de abril de 1976. “La cosecha”, escrito en Mayo de 1942 yrecopilado en la Tercera parte: Poemas de  
Las cenizas (Obra literaria póstuma), 1981 –incluido luego en el volumen independiente con toda su poesía  
El propósito ciego, 2009-.)
En último extremo los sueños de la humanidad, como nuestros propios sueños, nunca triunfan porque siempre apuntan un horizonte, algo que está necesariamente más allá, un poco más allá... Porque ante los sueños venturosos, aquellos que alientan el bien común, la búsqueda de una emancipación universal, nuestros logros personales y colectivos languidecen inevitablemente, se marchitan, palidecen... Y nos provocan más desencanto que entusiasmo.
Por eso la única verdad, la única verdadera redención, la única esperanza redentora, está en las lágrimas vertidas por quienes nos precedieron en la lucha por los sueños de la humanidad ante los incesantes desastres de este mundo... Porque esas lágrimas (como nuestras propias lágrimas para las generaciones venideras) son el alimento de las resistencias ante el oprobio permanente (el de ayer, el de hoy, el de mañana), el estímulo para la voz disidente ante ante el discurso legitimador del amo (que llena de palabras mercenarias cada página de los medios de comunicación, se proyecta en porras y togas en las calles y los tribunales).
En cada resistencia ante la barbarie y en cada disidencia ante la legitimación de una desigualdad injusta, más allá de los resultados concretos, estamos realizando el triunfo de las lágrimas de quienes nos precedieron.
Y es un consuelo.
Nacho Fernández del Castro, 12 de Mayo de 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario