«No sé si soy así, ni si me
llamo
así como me llaman diariamente;
sé que de amor me lleno dulcemente
y en voz a borbotones me derramo.
Lluvia sin ocasión, huerto sin amo
donde el fruto se cae sobradamente
y donde miel y tierra, juntamente,
suben a mi garganta, tramo a tramo.
Suben y ya no sé donde coincide
mi angustia con mi júbilo, ordenando
esta razón sonora y sucesiva.
Y estoy condecorado, aunque lo olvide,
por un antiguo nombre en que cantando
voy a mi soledad definitiva.»
así como me llaman diariamente;
sé que de amor me lleno dulcemente
y en voz a borbotones me derramo.
Lluvia sin ocasión, huerto sin amo
donde el fruto se cae sobradamente
y donde miel y tierra, juntamente,
suben a mi garganta, tramo a tramo.
Suben y ya no sé donde coincide
mi angustia con mi júbilo, ordenando
esta razón sonora y sucesiva.
Y estoy condecorado, aunque lo olvide,
por un antiguo nombre en que cantando
voy a mi soledad definitiva.»

(José GARCÍA NIETO; Oviedo, 6 de
julio de 1914 – Madrid, 27 de febrero de 2001; Premio Cervantes 1996. “No sé si soy
así, ni si me llamo...” en Poesía,
1944.)
Así que, cuando
tenemos la necesidad de echarlas a borbotones para relatar nuestra visión del
mundo, pueden resultar peligrosas.
Por mucho que las
lancemos desde el amor abstracto o concreto, desde la voluntad de dar frutos de
angustia o de júbilo, desde una razón sonora (casi sintáctica) que nos
condecora en sí misma más allá (o más acá) del reconocimiento de nuestro
nombre.
Nacho Fernández del Castro, 28 de Junio de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario