«La conquista de la tierra en su mayor parte no consiste más que en arrebatársela a aquellos que tienen una piel distinta o la nariz ligeramente más achatada que nosotros.»
(Józef Teodor Konrad Korzeniowski, Joseph Conrad; Berdyczów, Polonia, actual Ucrania,
3 de diciembre de 1857 – Bishopsbourn, Inglaterra, 3 de agosto de 1924. El corazón de las tinieblas, 1899)
Muchas veces hemos leído historias épicas sobre los grandes conquistas (siempre realizadas por varones de piel inmaculadamente blanca como Colón, los puritanos del Mayflower o James Cook) de territorios ignotos y hostiles, habitados por peligrosas hordas de salvajes... Hoy sabemos, con una historiografía más precisa que incorpora la voz heredada de tantos aborígenes masacrados, que, más que épica, hubo robo y rapiña bajo la falacia de una "toma de posesión legal" de lo que habían sido asentamientos intemporales de esas "tribus", no tan hostiles ni belicosas, casi inermes e indefensas... Sabemos también que la escuela, creación de unos sistemas educativos nacionales que determinan sus objetivos y ceremonias, nos ha mentido sobre ese asunto para legitimar la grandeza del espíritu conquistador, evangelizador, civilizador, de la patria correspondiente, para normalizar unas cosmovisiones que diesen carta de naturaleza al injusto reparto de la tierra y la riqueza. ¿En cuántos asuntos más nos ha mentido?, ¿en cuántos nos miente?.
Nacho Fernández del Castro, 23 de Abril de 2011.
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