«[...]Cada uno acepta lo que va descubriendo de sí mismo en las miradas de los demás, se va formando en la convivencia, se confunde con el que suponen los otros y actúa de acuerdo con lo que se espera de ese supuesto inexistente.»
(Juan Carlos Onetti; Montevideo, 1 de julio de 1909 - Madrid, 30 de mayo de 1994.
La vida breve, 1950)
Tendemos, para bien y para mal, a darle a los demás lo que de nosotros esperan... O, dicho de forma más precisa, vamos conformando nuestro modo de actuar a lo que percibimos, como imagen propia y como expectativa, en las miradas ajenas. Nuestro querido yo, en suma, acaba por ser más un producto de lo exterior que de lo interior, algo que, sin existencia aislada, sólo se puede determinar en la convivencia, en la relación con los otros... La escuela, como núcleo clave de la socialización secundaria, como lugar donde cada cual se topa masivamente, por vez primera, con quienes nos son iguales y, a la vez, con una jerarquía normativa, debiera cuidar exquisitamente la bondad de esas miradas, de esas expectativas, evitando forjar que quienes "todo el mundo espera que se comporten mal" acaben constituyéndose en malvados...
;Nacho Fernández del Castro, 9 de Abril de 2011.
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