lunes, 10 de marzo de 2014

Pensamiento del Día, 10-3-2014



«Més val
Que ajustis la finestra,
Les veus que ara et somriuen
No tenen res a veure
Amb els discos ratllats
On vas a gravar
Tan malament
La teva vida.
No miris més
Les fulles verdes
Ni les mans juntes
Del qui comencen
A estinar-se.
Feixuc de diòptries
No tens dret
Ni a una mica de cel
D’aquesta tarde clara.
Desconecta el pick-up,
Desa al fons de l’armari
Aquest apunts ridículs
De poesia nova,
I deixa que els records,
Més fidels que la vida,
Et facin companyia.
Torna al teu centre:
La capsa dels retrats,
Les postals en relleu,
Els cromos de batalles
I els vells intents de versos
Que no vas saber escriure
I que ja hauries
D’haver llençat al foc
Fa tant de temps.
Deixa que a poc a poc
La sang se’t torni espessa
I t’endormisqui
La son del fer-se vell,
Qui sap si a l’hora dolca
De començar a mori.»

«Más vale
Que ajustes la ventana,
Las voces que ahora te sonríen
No tienen nada que ver
Con los discos rayados
Dónde vas a grabar
Tan mal
Tu vida.
No mires más
Las hojas verdes
Ni las manos juntas
De quienes comienzan
A quererse.
Lleno de dioptrías
No tienes derecho
Ni a un poco de cielo
De esta tarde clara.
Desconecta el pick-up,
Guarda en el fondo del armario
Estos apuntes ridículos
De poesía nueva,
Y deja que los recuerdos,
Más fieles que la vida,
Te hagan compañía.
Vuelve a tu centro:
La caja de los retratos,
Las postales en relieve,
Los cromos de batallas
Y los viejos intentos de versos
Que no vas saber escribir
Y que ya deberías
Haber arrojado al fuego
Hace tanto tiempo.
Deja que poco a poco
La sangre se te vuelva espesa
Y te adormile
El sueño del hacerse viejo,
Quién sabe si a la hora dulce
De empezar a morir.»
(Joan VERGÉS I CALDUCH; Barcelona, 21 de marzo de 1928 - 24 de febrero de 2014. “La finestra” en  
Vida nova, 1970 –incluido en la Antologíapoética de 2006 y en la Obra completa de 2012; traducción propia-.)
Entre la poesía que se nos va apagando está la de Joan Vergés, el gran cirujano, psiquiatra, homeópata y vate de la Nova cançó (cantado por Toti Soler, María Cinta, Joan Manuel Serrat, María del Mar Bonet, Ovidi Montlior, Marc Parrot, Ester Formosa y Adolfo Osta, o hasta las bandas Uc y Om) que, con su voz llena de un seny tan rotundo como musical, fue capaz de desarma hasta el oído más impenetrable.

Él nos recomendó cerrar bien la ventana a los embates y glorias del mundo para, cuando llega el sueño de hacerse viejo y empezar a morir, poder buscar refugio seguro y fiel (mucho más seguro y fiel que la azarosa vida que ya nos desborda) en los recuerdos.

Tan irónica y pesimista propuesta de renuncia a la primavera cuando se anticipa el otoño, puede parecer mero escapismo... Pero ¿cabe algo más que un honorable escapismo (al fin y al cabo, un “¡paren el mundo, que yo me bajo!” marxista, sección Groucho) a través de la memoria entrañable ante una sociedad que acelera constantemente el ritmo de la huída de sí misma?, ¿cabe más que volver la vista a cuanto nos hizo gozosa y humildemente como somos frente a todo cuanto en el mundo, ufana e implacablemente, nos niega?.

Probablemente no... Y para mostrarlo, en un macabro guiño final de este mundo, de esta sociedad, de esta vida, Joan Vergés acabó por morir el mismo día en el que, tras un quehacer con reconocimiento público muy desigual y variable,  en Barcelona, su ciudad, la Institució de les Lletres Catalanes le había organizado un acto de homenaje.
Nacho Fernández del Castro, 10 de Marzo de 2014

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