«Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.»
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.»
(Leopoldo María PANERO BLANC; Madrid, 16 de
junio de 1948 - Las Palmas de Gran Canaria,
5 de marzo de 2014. “Dedicatoria” en Last river together, 1980.)
5 de marzo de 2014. “Dedicatoria” en Last river together, 1980.)
Y tenía cierta razón, porque él había elegido la locura como forma casi
refinada de enfrentarse a un mundo loco,
de posibilitar la implantación estética
de un malditismo voluntario en un tiempo y un lugar donde lo maldito, por no servir al negocio del ascenso de la significancia
en la sociedad de la enajenación consumista y el imperio de la apariencia, era preterido,
soslayado, excluido, confinado.
Y en esta sociedad alienada y alienante ha exhalado su último aliento
(seguramente un verso quebradizo y cortante, pero lleno de sorprendente lucidez) otro, el tercero (segundo de “La coqueluche” en menos de una semana,
tras Ana María Moix), de los nueve novísimos
señalados por Castellet (muerto este mismo año un par de meses antes).
Una áspera vida familiar bajo el patriarca y
entre poetas, tan bien retratada en las pantallas por Jaime Chávarri (El
desencanto, 1976) y Ricardo Franco (Después de tantos años,
1994), que acabó en un deambular por distintos psiquiátricos desde donde iba
alumbrando dolorosamente su obra.
Una ubicación insólita, en fin, donde, “más allá de dónde aún se esconde la vida”
siempre supo aprovechar los instantes preclaros para “hacer florecer la sucia flor de la agonía”... Hasta “prostituir su muerte y hacer de su cadáver
el último poema” en un acto de coherencia postrera.
¿Estaremos caminando hacia el florecimiento
de una agonía de España que prostituya el cadáver del Estado como su
último poema?.
Nacho Fernández del Castro,
7 de Marzo de 2014
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