«...Mañana
sin
duda
no
habrá historias
tan
tristes a la medida
del
sentimiento viejo
lógicamente
las
lavaderas estarán sindicadas
la
tuberculosis desterrada
y las
contradicciones
entre
lo abstracto y lo concreto
serán
síntesis
la
fuerza de un hombre
será
la fuerza
de
los hombres
inútiles
los
buenos propósitos
la
nostalgia
los
remordimientos
el
recuerdo.»
(Manuel VÁZQUEZ MONTALBÁN; Barcelona, 14 de junio de 1939 - Bangkok, Tailandia,
18 de
octubre de 2003. Final del poema Coplas a la muerte de mi tía Daniela,
1973.)
Siempre
cabe la esperanza en los tiempos de la desesperación... Y uno,
sobre todo ante la presencia de lo inadmisible e irremediable (los ajustes que
condenan y matan, las muertes que niegan cualquier salida) acaba por darse a la
metafísica lúgubre que todo lo
envuelve en sombras a la vez que rastrea desesperados consuelos en cualquier
atisbo de mañana...
Así que siempre podemos agarrarnos al clavo
ardiendo del determinismo dialéctico
y pensar, lejos de las Coplas de Manrique, cerca de las de
Montalbán (o Labordeta), que habrá un día
en que todos veremos el final de tanta historia
triste como agobió nuestras emociones, porque cada cual pondrá su afán y
sus talentos al servicio del bien común
logrando la síntesis definitiva de
todas las contradicciones entre la teoría
y la praxis para que cada ser
concreto cuente tras de sí con el
impulso y la voluntad colectiva de todos
los seres humanos (presentes, pasados y futuros).
¿Qué bonito no (al menos si uno no pertenece
a la casta opresora)?... Es una lástima
que, en esta suerte de nostalgia del futuro
en que consiste casi todo pensamiento
estrictamente determinista (de San Agustín a Marx), acabe por resultar un
residuo desdeñable cualquier tentación de remordimiento
por los yerros del ayer o cualquier buen
propósito de la enmienda... Porque inútiles resultan entonces hasta los
recuerdos.
Nacho Fernández del Castro, 14 de Diciembre de 2013
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