«Cada vez
que entramos en una crisis es el absurdo total, comprende que la dialéctica
solo puede ordenar los armarios en momentos de calma.
La realidad se
precipita, se muestra con toda su fuerza, y justamente entonces nuestra única
manera de enfrentarla consiste en renunciar a la dialéctica. La razón solo nos
sirve para disecar la realidad en la calma, o analizar sus futuras tormentas,
nunca para resolver una crisis instantánea.»
(Julio Florencio CORTÁZAR DESCOTTE; Ixelles, Bruselas, Bélgica, 26 de
agosto de 1914 - París, Francia, 12 de febrero de 1984. Rayuela, 1963.)
Nuestros floridos juegos dialécticos para diseccionar la realidad funcionan muy
bien y son muy clarividentes cuando todo está tranquilo... Entonces, sí,
incluso parecen capaces de predecir
con alguna precisión las futuras causas de inquietud, los quebrantos venideros.
Pero en el momento
no... El momento es siempre la ocasión para quienes tienen el poder de aprovecharse desde ese “¡sálvese quien pueda!” que condena a la mayoría... Así que entre quienes
pueden y entregan todos sus afanes a sacar tajada (casi al grito de la vieja Bruja Averías, “¡viva el mal, viva el capital!”) y quienes, apurados por mil
agobiantes urgencias, sólo aciertan a intentar salvar la situación como sea,
nadie quiere ni puede poner demasiado afán en explicar lo que pasa y sacar
consecuencias para el futuro, porque entre otras cosas, por vocación los unos y
por obligación los otros, todos viven como
si no hubiera un mañana.
Nacho Fernández del Castro, 12 de Diciembre de 2013
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