«Soy
detective privado porque... no lo sé, quizá porque soy adicto al suspense. O
quizá porque me gusta ir más allá de lo aparente. Pero eso no hace que sea un
buen tipo. Sencillamente me convierte en un hombre que odia a la gente que
esconde cosas y aparenta lo que no es.»
(Dennis LEHANE;
Dorchester, Boston, Massachusetts,
Estados Unidos, 4 de agosto de 1965.
El detective
Patrick Kenzie hablando de sí mismo en Gone,
Baby, Gone –Desapareció una noche-, 1998 -2001 para la primera edición en
castellano-.)
El afán por ir más allá de lo aparente y el desprecio
por quien simula ser lo que no es está muy bien... Pero no hace automáticamente
a quienes tratamos, en el grado que nos es dado, de hacerlo en buena gente, en mejores personas...
Porque, entre otras cosas, deriva una cierta tendencia
a la intolerancia que, por mucho que intentemos controlar, está ahí... Y un
cierto halo de posesión de la verdad que, por mucho que se desmienta con gestos
y palabras, puede resultar molesto y hasta un poco despectivo con las demás
personas.
Es lo que tiene la apuesta por la modernidad... Cuando uno trata de dueño y responsable de sus propios actos,
aceptando sólo los criterios y normas
que puede asumir racionalmente, se
verá tentado de erigirse en juez
universal. Y lo hará por mucho que profundice en una cierta actitud de sospecha ante cualquier pretensión omnicomprensiva.
Quien gusta de pensar el mundo, todo y siempre, detective ontológico al fin, por muy bien que lo haga no tiene por
que sentir y obrar necesariamente bien... Afortunadamente esa es la paradoja
que pone de manifiesto la postmodernidad
negando cualquier verosimilitud al intelectualismo
ético... Y con ella las cosas y las relaciones humanas tienen más suspense.
Nacho Fernández del Castro,
1 de Diciembre de 2013
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