viernes, 6 de diciembre de 2013

Pensamiento del Día, 6-12-2013



«La educación es el gran motor del desarrollo personal. Es a través de la educación como la hija de un campesino puede convertirse en una médica, el hijo de un minero puede convertirse en el jefe de la mina, o el hijo de trabajadores agrícolas puede llegar a ser presidente de una gran nación.»
 
  (Nelson Rolihlahla MANDELA; Presidente del Congreso Nacional Africano 1991-1997, Premio Nobel de la Paz 1993, Presidente de Sudáfrica 1994-1999, Secretario General del Movimiento de Países No Alineados 1998-1999; Mvezo, El Cabo, Unión de Sudáfrica, 18 de julio de 1918 - Johannesburgo, Gauteng, Sudáfrica, 
5 de diciembre de 2013. Long walk to freedom: The autobiography of Nelson Mandela 
–El largo camino hacia la libertad-, 1994 -1995 para la primera edición en castellano-.)
El gran Madiba, nombre de respeto dado por su clan en memoria de un viejo jefe Thembu de la región de Transkei, como Tata, verdadero padre de la democracia en Sudáfrica, y lejos ya del Nelson inglés que le adjudicara su primera maestra, la señorita Mdingane, seguramente para facilitar la pronunciación en la órdenes del futuro colono al que sirviera, creía pese a todo en la educación como única oportunidad para el desarrollo personal de las gentes más desfavorecidas... Bien sabía Mandela que la educación en abstracto no garantiza nada y que sólo puede tener verdadero valor cuando, más allá de estricciones instrumentales, se despliega con inquívoca voluntad emancipadora. Porque entonces, sí, se convierte en el instrumento básico para la construcción material de la igualdad de oportunidades en la sociedad.

Por eso, ahora que tirios y troyanos dicen rendirse al legado de Mandela, da un poco de asco... Porque uno de los detectores más sensibles de la falta de justicia, libertad material y verdadera democracia en una sociedad es, siguiendo la tradición de Madiba, el análisis estructural de su sistema educativo... Si este no tiene como primer objetivo y fundamental la articulación de una igualdad de oportunidades efectiva (o lo que es lo mismo, si no está dispuesto a poner recursos específicos y en la cuantía necesaria para crear las condiciones de posibilidad de la compensación de las desigualdades socioeconómicas y culturales de partida) el Estado está, en la práctica, configurando una sociedad muy poco democrática y libre, nada justa. Y eso es, precisamente, lo que se ha venido haciendo desde hace mucho en este país y lo que la LOMCE, aprovechando además la crisis/estafa con sus recortes, ha radicalizado y acelerado en un verdadero salto cualitativo: recortar, primero y ante todo, en los recursos (docentes y materiales) dirigidos a la superación de las desigualdades de partida (con apoyos dentro y fuera del aula, refuerzos educativos y aulas flexibles, especialistas en pedagogía terapéutica, etc.) de las poblaciones contextualmente desfavorecidas. Así que ya hasta los baremos cuantitativos externos, como el Informe PISA, lo detectan como una notoria pérdida de la equidad educativa del sistema (es decir como la pérdida de su capacidad para reducir las diferencias de partida).

Y, en el pensamiento de Madiba, un Estado que no apuesta por una educación universal y emancipadora como base para una sociedad más democrática, justa y libre, pierde toda su legitimidad (como aquel que lo mantuvo veintisiete años encarcelado).  

Pero caro, él era también, sobre todo y de nacimiento, Rolihlahla, “alborotador” o “rebelde” para la población nativa xhosa, así que, si no a un cuarto de siglo entre rejas, seguro que, aquí y ahora, la anunciada Ley de Seguridad Ciudadana le hubiese condenado a multas ingentes que le habrían llevado a la total insolvencia (como parece que les va a ocurrir a activistas por la memoria histórica y víctimas de la dictadura que se reunieron ante la Audiencia Nacional para apoyar la querella instruida en Argentina contra los crímenes del franquismo en la comparecencia de Billy el Niño y Jesús Muñecas ante el juez Ruz, viéndose acosados y hostigados por los sucesores de los comparecientes)... Así que nadie, ni esa familia extensa que, paradójicamente, no pudo educar ni armonizar, invoque su nombre en vano... O, mucho menos, con intereses bastardos.
Nacho Fernández del Castro, 6 de Diciembre de 2013

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