lunes, 10 de febrero de 2014

Pensamiento del Día, 10-2-2014



«La escuela organizada según ese modelo, éxito/fracaso, permite que unos triunfen y otros no, pues ya se dice y se repite que no todos pueden triunfar.»
 (Gonzalo AÑAYA SANTOS; Burgos, 1914 - Valencia, 11 de junio de 2008. Que otra escuela.
Análisis para una práctica, 1983.)
La escuela, desde su origen ilustrado, a centrado su actividad ceremonial y ritualizada, más allá de episódicos anhelos emancipatorios, en una tarea de normalización y clasificación... Es decir, en separar éxitos y fracasos para generar el “tejido social” de quienes estarán en las inmediaciones del poder y quienes pasarán a formar parte de la mano de obra menos cualificada.

O sea que, en realidad, aunque con la boca pequeña se hable de combatir el fracaso escolar, desde siempre los gestores del sistema educativo han sabido que ese fracaso es inherente al mismo, porque es imprescindible para que el sistema social legitime la forzosa dedicación de ciertos colectivos a las tareas menos gratas, más penosas, e incluso la derivación “exclusiva” de una parte de los mismos hacia procesos de exclusión.

En suma, la escuela clasifica porque parte del apriorismo de que su tarea es clasificar, del supuesto de que en el ámbito educativo no todo el mundo puede triunfar.

Un apriorismo y un supuesto, desde luego, bastante discutible, pues se asienta sobre la base de que, se haga lo que se haga, siempre habrá infantes que, aún no teniendo  anomalías constitutivas específicas, son incapaces de aprender lo más elemental, lo que el sistema considera, en suma, una condición de diudadanía.

Esa es la gran contradicción... ¿Cómo se puede establecer una condición educativa de ciudadanía tal que quien la establece parte del convencimiento de su imposible distribución con carácter universal?... Y, más aún, ¿cómo aceptar que estadísticamente la práctica totalidad de personas excluidas del éxito educativo estén marcadas por características homogéneas de estatus económico y sociocultural?.
Nacho Fernández del Castro, 10 de Febrero de 2014

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