sábado, 22 de febrero de 2014

Pensamiento del Día, 22-2-2014



«Durante los últimos dos mil años, individuos y sectas han estado fijando fechas para la Segunda Venida. Cuando el Señor no se presenta, lo más frecuente es que no se reconozca el fallo total.
En lugar de eso, se encuentran errores en los cálculos y se fijan nuevas fechas. En New Harmony (Indiana), George Rapp fundó una secta adventista llamada de los rappitas. Cuando Rapp se puso enfermo, declaró que si no estuviera seguro de que el Señor quería que él y su rebaño contemplaran el retomo de Jesús, pensaría que aquélla era su última hora. Y diciendo eso, murió.»
 
 (Martin GARDNER; Tulsa, Oklahoma, Estados Unidos, 21 de octubre de 1914 – Norman, 22 de mayo de 2010. Did Adam and Eve have Navels. Debunking Pseudoscience -¿Tenían ombligo Adán y Eva?. 
La falsedad de la seudociencia al descubierrto-, 2001 -también para la edición en castellano-.)
Curioso personaje Martin Gardner, tan paladín de la ciencia y el escepticismo y, a la vez, tan deísta (incluso tan teísta cuando se trata de abrir su imaginario más íntimo a la contemplación de los mortales)...
¿Cómo se puede apostar por un acto de voluntad creadora en el origen de todo (por mucho que luego parezca dudarse de cualquier providencialismo permanente)?. Por supuesto, desde la estricta racionalidad de un verdadero (y sano) escéptico, de ninguna manera... Toda creencia de esa índole se mueve necesariamente (como bien vieran Pascal o Unamuno) en el ámbito del deseo. O sea, de la ilusión. Y aquí está mucho más justificado considerar iluso a quien la alberga que en el caso de la estadísticamente estéril confianza en la obtención del premio más improbable en el más inalcanzable de los sorteos.
¿Puede un “iluso de corazón” ser verdaderamente escéptico?... Evidentemente no, desde una perspectiva de coherencia y sensatez. De hecho esa combinación de iluso deseo y escéptico talante resulta tan absurda y propia para el chascarrillo como el sostenella y no enmendalla de los cálculos y precogniciones de los más iluminados sectarios que tan bien ilustra la anécdota de la muerte de George Rapp, gran gurú de la secta adventista de New Harmony.
Nacho Fernández del Castro, 22 de Febrero de 2014

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