«No espero que ninguno de mis libros, y tampoco éste, altere la manera de
pensar de nadie, pero si alguna vez ayudan a un lector receptivo a descartar
una creencia insensata, habrán servido para algo más que para proporcionar
entretenimiento y risas a los escépticos.»
(Martin
GARDNER; Tulsa, Oklahoma, Estados Unidos, 21 de octubre de 1914 –
Norman, 22 de mayo de 2010. Did Adam
and Eve have Navels. Debunking Pseudoscience -¿Tenían ombligo Adán y Eva?.
La falsedad de la seudociencia al descubierrto-, 2001 -también
para la edición en castellano- .)
Es curioso
como Martin Gardner fue capaz de alentar, desde la fina ironía, el divertido
planteamiento de retos lógicos y el rigor en el análisis de las supercherías de
las pseudociencias, el mejor aliento escéptico...
Acaso no fue su tarea transformadora de las cosmovisiones, representaciones sociales e
imaginarios colectivos de quienes lo leímos, pero fue un brillante luchador
en la batalla contra el ascenso de la
insignificancia.
Lo fue, sí, porque sus argumentos bien
fundados contribuyeron a dinamitar creencias
insensatas.
Pese a que él mismo (como esos políticos que
predican democracia sabiendo que no
van a hacer otra cosa que poner el
sistema al servicio de sus amos), y no sentía (a diferencia, esos sí, de
tales políticos) empacho ni rubor al confesarlo, las tenía.
Nacho Fernández del Castro,
28 de Febrero de 2014
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