viernes, 28 de febrero de 2014

Pensamiento del Día, 28-2-2014



«No espero que ninguno de mis libros, y tampoco éste, altere la manera de pensar de nadie, pero si alguna vez ayudan a un lector receptivo a descartar una creencia insensata, habrán servido para algo más que para proporcionar entretenimiento y risas a los escépticos.»
 (Martin GARDNER; Tulsa, Oklahoma, Estados Unidos, 21 de octubre de 1914 – Norman, 22 de mayo de 2010. Did Adam and Eve have Navels. Debunking Pseudoscience -¿Tenían ombligo Adán y Eva?.  
La falsedad de la seudociencia al descubierrto-, 2001 -también para la edición en castellano- .)
Es curioso como Martin Gardner fue capaz de alentar, desde la fina ironía, el divertido planteamiento de retos lógicos y el rigor en el análisis de las supercherías de las pseudociencias, el mejor aliento escéptico...
Acaso no fue su tarea transformadora de las cosmovisiones, representaciones sociales e imaginarios colectivos de quienes lo leímos, pero fue un brillante luchador en la batalla contra el ascenso de la insignificancia.
Lo fue, sí, porque sus argumentos bien fundados contribuyeron a dinamitar creencias insensatas.
Pese a que él mismo (como esos políticos que predican democracia sabiendo que no van a hacer otra cosa que poner el sistema al servicio de sus amos), y no sentía (a diferencia, esos sí, de tales políticos) empacho ni rubor al confesarlo, las tenía.
Nacho Fernández del Castro, 28 de Febrero de 2014

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