«Si tengo salud y ganas y algo nuevo que decir de mí y puedo
provocar sorpresa, creo que tengo que seguir. Pero depende de mi
naturaleza y de cómo me sienta.»
(Francisco Sánchez Gómez, conocido artísticamente
como PACO DE LUCÍA; Premio
Nacional de Guitarra de Arte Flamenco 1992, Medalla de Oro al Mérito en las
Bellas Artes 1992, Distinción de Honor en los Premios de la Música 2002, Premio Príncipe
de Asturias de las Artes 2004; Algeciras, Cádiz, 21 de diciembre de 1947 - Playa
del Carmen, Quintana Roo, México, 25 de febrero de 2014. Declaraciones a propósito de la concesión del Premio Príncipe de Asturias de las Artes, Octubre de
2004.)

Las más espléndidas plumas, los más
maravillosos pinceles o los creadores de las armonías sonoras más sutiles son
presionados por las industrias culturales,
una vez se les ha concedido un premio
de relumbrón, para convertir den mercancía
en el mercado correspondiente hasta
sus redacciones escolares, sus dibujillos infantiles o sus viejos sones balbucientes
con tal de contribuir al ascenso de la
insignificancia y, claro, hacer caja. ¡Todo sea por el negocio!.
Y son muchas las privilegiadas manos domadoras de musas (manos, en
realidad, siempre callosas por su pelea constante con palabras, formas y
colores, acordes y cadencias) que tras un gran reconocimiento no han podido ya
volver a crear una obra que estuviese en consonancia con su esplendorosa
producción pasada... En realidad, lo que les ha faltado es tiempo, acelerados por
los mercachifles de la cultura para mantener
un ritmo de producción que “animase
el mercado” a costa de convertir en producto
vendible cualquier esbozo de idea.
Pocos ejemplos hay de férrea resistencia a
esas presiones, de mantenimiento de la distancia prudente frente el alboroto mundano y mediático que exige
todo acto de (re)creación artística,
de contención del (rentable) “vertido de obras” que poco o nada tenían ya que
decir...
Por eso destaca con tanta fuerza el ejemplo
de Paco de Lucía... Porque quien, siguiendo los míticos pasos del Niño Ricardo y de Sabicas, se convirtiera en exponente máximo de la extensión mundial
del reconocimiento al flamenco (recibiendo,
por ello, los galardones más sonados) supo gestionar siempre su arte desde la consideración personal del posible valor
de lo que tenía que decir y frente a lo que otros, mercaderes o puristas,
querían que dijese (en base al precio y los potenciales beneficios).
Nacho Fernández del Castro,
26 de Febrero de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario