miércoles, 12 de febrero de 2014

Pensamiento del Día, 12-2-2014



«Afortunadamente en este libro no hay por qué echar un cuarto a espadas en favor de la técnica, ni sentirse predicador científico, ni moralista utilitario. Porque el contenido de los estudios que lo componen se refiere a un estadio ya vetusto de la técnica misma, que es el que puede comprender un humanista con poca preparación físico-matemática: la necesaria para entender lo que es un arado, un molino de viento o una noria. Los ingeniosísimos "inventos" de que aquí se trata constituirían el "atraso" o el "antiprogreso" para los "progresistas de misa y olla" de que hablaba antes y que en cada provincia son legión. Porque también es bueno esto de que, en los últimos tiempos, toda la gente chapada a la antigua que nos amargó la juventud por su conservadurismo teórico, haya abrazado la causa del "Progreso", que consiste en afear y aún emporcar el país sistemáticamente, para ganar unos cuartos.»
 (Julio CARO BAROJA; Madrid, 13 de noviembre de 1914–Vera de Bidasoa, Navarra, 18 de agosto de 1995. Tecnología popular española, 1996.)
Es sorprendente y hasta paradójico... Los viejos conservadores de “buena cuna” (esa cuna desde la que sus antepasados, y hasta ellos mismos en cuanto tuvieron capacidad mimética suficiente y ocasión, nos insultaba y despreciaba por anticonvencionales o, como ahora dicen, antisistema) abrazan ahora la ficción del “progreso” (tecnológico, económico) para legitimar, por un lado, sus insultos hacia quienes seguimos viendo el mundo de un modo parecido, bastante ajeno a convenciones y normas hechas para salvaguardar el interés del más fuerte, y, por otro y sobre todo, para dar un “toque de postmodernidad” a su afán usurero de rapiña que no duda en destruir y convertir en basura cuanto de belleza natural y humana hay en su entorno.
En sus bocas, manchadas por la hiel del despotismo y la sangre de tanta buena gente que sufre (y muere) por sus actos y decisiones, somos pensamiento cadudo y trasnochado.
Pero, claro, cuando las viejas fuerzas vivas que asentaron el poder de los suyos llegan con peticiones y exigencias de “volver impositivamente a la moral tradicional” se ven obligados al mayor (y más evidente) de los trucos de mago de feria: hacer pasar por progreso los recortes de libertades y derechos.
¿Hasta cuándo estaremos dispuestos a consentir que lo que para ellos son simple pecado (perdonable en un confesionario cualquiera o en el diván de un psicoanalista) lo conviertan para quienes carecemos de cuna y fortuna en delito (penalizado por sus leyes)?.
Nacho Fernández del Castro, 12 de Febrero de 2014

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