martes, 11 de febrero de 2014

Pensamiento del Día, 11-2-2014



«Toda máquina está en proceso de extinción.»
 (Adolfo BIOY CASARES; Buenos Aires, Argentina; 15 de septiembre de 1914 – 8 de marzo de 1999. Guirnaldas con amores, 1959.)
Nos gusta hablar de progreso técnico... Pero, en realidad, eso que aquí y ahora se llama progreso técnico no es más que un proceso infinito de obsolescencia planificada.
Hablando en plata, toda máquina (como todo sistema operativo) está en proceso de extinción porque el mercado (¡siempre “los mercados”, en cualquiera de sus acepciones!) necesita crear nuevos productos (un poco más caros) que, aunque no respondan a nuevas necesidades, acabarán por desplazar a los viejos por dos razones... Una inmaterial, la creación artificiosa (publicitaria) de prestigio (el prestigio de lo nuevo en el tiempo del ascenso de la insignificancia)... Otra muy material, la retirada en el mercado de los elementos que pudieran posibilitar el sostenimiento a corto y largo plazo de lsa viejas máquinas y los viejos sistemas (porque, a fin de cuentas, no hay que fiarse de que la “comedura de tarro” vaya a funcionar siempre, que ahí está también el ecologismo con su mantra de las tres erres exigiendo reciclar, reutilizar y reducir).
Y esto nos sitúa ante un nuevo problema mucho más grave... Ahora que el clero y los ministros de eso que llaman justicia (y no lo es) parecen dispuestos a tratarnos como meros objetos, como máquinas que sólo tienen valor en función de su utilidad para el que el sistema siga funcionando (sobre todo las mujeres, simples máquinas de parir y dar satisfacción al macho que, en consecuencia, nada pueden decidir sobre su estructura, componentes y funciones corporales), ¿no están, de hecho, situándonos, como a toda máquina, en pleno proceso de extinción?.
A fin de cuentas, pensar y producir se ha quedado obsoleto en la era del imperio de la economía financiera.
Nacho Fernández del Castro, 11 de Febrero de 2014

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