«Toda máquina está en proceso de extinción.»
(Adolfo
BIOY CASARES; Buenos Aires,
Argentina; 15 de septiembre de 1914 – 8 de marzo de 1999. Guirnaldas
con amores, 1959.)
Hablando en plata, toda máquina (como todo sistema
operativo) está en proceso de extinción
porque el mercado (¡siempre “los
mercados”, en cualquiera de sus acepciones!) necesita crear nuevos productos (un poco más caros)
que, aunque no respondan a nuevas
necesidades, acabarán por desplazar a los viejos por dos razones... Una
inmaterial, la creación artificiosa (publicitaria) de prestigio (el prestigio de lo
nuevo en el tiempo del ascenso de la
insignificancia)... Otra muy material, la retirada en el mercado de los
elementos que pudieran posibilitar el sostenimiento
a corto y largo plazo de lsa viejas máquinas y los viejos sistemas (porque,
a fin de cuentas, no hay que fiarse de que la “comedura de tarro” vaya a
funcionar siempre, que ahí está también el ecologismo
con su mantra de las tres erres
exigiendo reciclar, reutilizar y reducir).
Y esto nos sitúa ante un nuevo problema
mucho más grave... Ahora que el clero y los ministros de eso que llaman justicia (y no lo es) parecen dispuestos
a tratarnos como meros objetos, como máquinas que sólo tienen valor en función de su utilidad para el que el sistema siga
funcionando (sobre todo las mujeres, simples máquinas de parir y dar satisfacción al macho que, en consecuencia,
nada pueden decidir sobre su estructura, componentes y funciones corporales), ¿no
están, de hecho, situándonos, como a toda máquina, en pleno proceso de extinción?.
Nacho Fernández del Castro, 11 de Febrero de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario