viernes, 13 de septiembre de 2013

Pensamiento del Día, 13-9-2013



«Desde el punto de vista del mantenimiento de la integridad de la señal es casi irrelevante el tipo de red que se utiliza, siempre y cuando las dos redes sean idénticas.
Sin embargo, desde el punto de vista de reducción de ruido, las características de la red resultan cruciales. Si la respuesta de frecuencia o las señales de limitación de las características de la red son incorrectas, la reducción de ruido puede resultar insuficiente en ambas o, aún peor, una cantidad aparentemente cambiante de reducción de ruido en función de la señal.»

(Ray Milton DOLBY; Portland, Estados Unidos, 18 de enero de 1933 - San Francisco, 
12 de septiembre de 2013; Oscar 1989, Grammy 1995 y Emmy 1989 y 2005 por su contribución técnica al cine, la música y la televisión. Párrafo de “A noise reduction system for consumer tape recording” en los  
Papers of the Convention’71, celebrada por la Audio Engineering Society Inc., Central Europe Section, 
en Colonia, Alemania; 16 al 18-3-1971)
Un buen día estábamos en una sala de cine y empezamos a oír por todas partes los sonidos que antes procedían únicamente de la pantalla, y comenzamos a escucharlos con mayor claridad que si nosotros mismos estuviésemos en medio de la historia... Acaso, en un principio, a quienes habíamos crecido aprendiendo a sumergirnos a fondo en las imágenes lanzadas por las pantallas de pequeños cines de barrio, por mucho que estuviesen ampliamente salpicadas por problemas de raccord, interpretaciones un tanto apáticas, efectos muy cutres, montajes bastante surrealistas y un inmenso caudal de ruidos extraños en el patio de butacas, aquello nos pareció extraño, hasta molesto en ocasiones.
Pero rápidamente comprendimos (y, sobre todo, sentimos) que aquello era otra forma de vivir la ficción mucho más real... Así que, probablemente ignorantes entonces del nombre del padre del invento, simplemente se lo agradecimos a los dioses del cine (cada cual tendría los suyos, que la cinefilia es muy de sectas).
Dolby Surround, Dolby Pro Logic, DolbyNR (Noise Reduction)... Desde ayer se ha hecho totalmente imposible que la evolución tecnológica de los sonidos envolventes, que han ido pasando de las salas de cine a las de conciertos y, finalmente, a nuestros propios hogares, siga siendo posible a partir de las ideas y los saberes de quien iniciara el proceso (bueno, es un decir, pues Ray Dolby llevaba ya un par de años quebrado por el Alzheimer y una leucemia aceleró su final).
Pero, como siempre, ahí queda su obra (una obra que, entre otras menudencias, le valió una fortuna calculada en ¡tres mil quinientos millones de dólares!, aparte del reconocimiento de toda la industria del espectáculo).
Ray Dolby fue la personificación del éxito de un ingeniero electrónico un poco visionario y muy capaz... Capaz también de convertir sus amores y sueños en próspero negocio.
¿Es eso malo?. Evidentemente, no... Lo malo es el intento planificado de cambio social de mentalidades a través de la implantación de lo que el neoliberalismo rampante llama ahora cultura del emprendimiento. Y es esto malo porque el valor del verdadero emprendimiento está en la singularidad que anticipa las condiciones de posibilidad de lo nuevo; valor que, por ello, niega cualquier afán de multiplicar ad infinitum el número de verdaderos emprendedores... Tras estos, pocos y singulares, sólo queda la incorporación de sus logros a desarrollos más o menos mecánicos de reproducción y distribución industrial.
El mantra de la cultura del emprendimiento no es más, en suma, que el intento de unos Estados-nación declinantes en su poder, asentados sobre pseudodemocracias insultantes para la ciudadanía y sumisos ante el “espíritu (neoliberal) de los tiempos”, por eludir cualquier responsabilidad sobre la situación de cada cual, trasvasando la misma al propio individuo que deberá asumir las glorias de sus éxitos y, sobre todo (porque siempre serán los más), las culpas de sus fracasos. Hablando en plata, es el intento sistemático de convencer a las huestes de personas desempleadas de que su situación no viene dada por la combinación de empresarios trapicheros que se pasaron de listos con gobernantes incapaces y bien cebados, sino por sus propias carencias con respecto a la cultura emprendedora... O sea, por no ser capaces de ser, cada uno a su nivel, como Ray Dolby. ¡Ése es, aquí y ahora, el sonido que nos envuelve!... Demasiado ruido.
Nacho Fernández del Castro, 13 de Septiembre de 2013

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