lunes, 16 de septiembre de 2013

Pensamiento del Día, 16-9-2013



«...Los intelectuales de América latina y de países latinos de Europa (…) éramos antiimperialistas en la década de 1960, y por eso tuvimos dificultad en hablar inglés (podría citar una larga lista de testimonios de artistas e intelectuales europeos y latinoamericanos de primer orden, como el poeta Ángel González y el cineasta Theo Angelópulos). Pero nuestra ignorancia, a veces prejuiciosa, del cine de Hollywood pudo atenuarse cuando François Truffaut y otros miembros de la nouvelle vague francesa enseñaron a mirar con admiración las películas de John Ford, Raoul Walsh, y sobre todo Hitchcock. De paso, descubrimos que las relaciones entre el cine comercial y el de autor eran más complejas que lo que predicaba la crítica marxista a la mercantilización de la cultura.»
 (Néstor GARCÍA CANCLINI; La Plata, Buenos Aires, Argentina, 1 de diciembre de 1938.  
Diferentes, desiguales y desconectados. Mapas de la interculturalidad, 2004.)
El antimperialismo preventivo (ahora que los focos del poder económico se han globalizado y desarrollado en un viejo tejido residual de Estados-nación decadentes con elementos emergentes en sus economías privadas que, en su expansión planetaria, dinamizan la actividad del país de cabecera) sigue siendo necesario, acaso es cada día más necesario.
Cuando Estados Unidos se conforma con una papel ya secundario de “poli (bueno o malo según el talante o imagen pública del presidente de turno) del mundo”, los ejes del verdadero imperio se difuminan y transnacionalizan... Y, en consecuencia, ya no tiene mucho sentido la vieja “resistencia progre” al uso del inglés por ser la lengua imperial. En realidad, el inglés (cualquier variante del inglés, incluida la de Google, que para eso, en su tradición liberalista, rechaza el control de la lengua por Academia alguna) se ha convertido en la lengua franca del presente, aquella que permite moverse por el mundo... Y, aunque pueda fastidiarnos ese cierta actitud de superioridad ufana de muchas gentes anglohablantes que “naturaliza” su idioma hasta el extremo de extrañarse de que en cualquier rincón del mundo alguien no los entienda, es, aquí y ahora, un salvoconducto comunicativo universal y la única garantía de una fructífera transferencia del conocimiento entre gentes y pueblos.
Hoy el foco y el problema está en otro sitio... Y sabe que, para conquistar (económicamente) el mundo aún debe usar instrumentalmente el inglés. Ya nadie niega el inmenso valor del cine del Hollywood clásico, ya nadie niega que el cine comercial (como el cómic, como la música popular, como el fútbol,... como parte de la cultura de masas) sostiene relaciones con el cine de autor muy complejas y dialécticas... Ya sabemos que en los grandes santones de la rive gauche parisina (o de cualquier otro centro cultural europeo relevante en el tercer cuarto del siglo XX) había mucho de pose e impostura, incluso de tediosa mediocridad o mortificación por la carencia de un adecuado respaldo industrial para “su cultura”.
Pero la cultura imperial, aquí y ahora, aún con otras característica menos bélicas, parece claro que es la China (y sus satélites, como Corea)... Así que, cuando empieza a estar de moda, ¿habrá que empezar a resistirse al cualquier aprendizaje significativo del mandarín o el cantonés?.
Nacho Fernández del Castro, 16 de Septiembre de 2013

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